La sonda Aeolus de la Agencia Espacial Europea (ESA), a bordo del cohete Vega, ha despegado este martes desde el Puerto Espacial Europeo de Kurú, en la Guayana Francesa, a las 21:20 GTM (23:20 hora española). La misión tendrá tres años de vida operativa y cuenta con un instrumento llamado Aladin que estudiará los vientos de la Tierra. Debido a este objetivo, ha sido bautizado como el «guardián de los vientos» en la mitología griega, Aeolus.

La sonda subirá hasta 32 kilómetros por encima de la superficie de la Tierra y desde allí observará en tiempo real la velocidad del viento, lo que hará que los científicos aprendan más sobre el viento, la presión, la temperatura y la humedad, según explican desde la ESA en un comunicado de prensa.

Más precisión meteorológica

¿Para qué servirá Aeolus? Este satélite ayudará a mejorar la precisión meteorológicay ayudará a avanzar en los conocimientos sobre la dinámica y los procesos tropicales relevantes para la variabilidad climática.



Tener una mayor precisión meteorológica no solo puede ayudar a los sectores de la agricultura, pesca o transporte sino que puede salvar vidas y proteger las propiedades ante una situación de emergencia. Pero para ello se necesitan dato aún más fiables que los que ya tenemos. De ahí la importancia de Aeolus en el estudio de los vientos en tiempo real.

Aunque el receptor de los datos será la estación terrestre situada en Svalbard, Noruega, cualquier estación terrestre en latitudes altas es ideal para una entrega rápida de datos. ¿Qué significa esto? Pues que cualquier estación que reciba datos de satélites con una antena de más de 2,4 metros de ancho podrá recibir los datos de la sonda si estos son necesarios, por ejemplo ante una emergencia. Tan solo tardarían tres horas en recibirlos. También se enviarán los datos a varias oficinas meteorológicas para su uso en pronósticos del tiempo.

Además, con la idea de conocer los vientos en tiempo real, la ESA ha diseñado un procesamiento de datos para que estos sean entregados y leídos de la manera más rápida posible.

Aladin

Aladín es el único instrumento que lleva Aeolus. Pero ¿qué es Aladin? Se trata de un lídar de viento Doppler, es decir, una herramienta que es capaz de medir mediante un láser la distancia entre el satélite y los vientos que se encuentren 30 kilómetros por debajo de él. Proporcionará datos de perfiles de vientos, aerosoles y nubes.

El instrumento está compuesto por un potente láser, un gran telescopio y un receptor muy sensible, Aladin es el primer lídar del viento en el espacio, según afirma la agencia espacial. Pero ¿cómo funcionará? «El sistema láser emite pulsos cortos y potentes de luz ultravioleta hacia la atmósfera. El telescopio recoge la luz que se retrodispersa de las moléculas de aire, las partículas de polvo y las gotas de agua. Y el receptor analiza el desplazamiento Doppler de la señal retrodispersada para determinar la velocidad del viento a varias altitudes debajo del satélite», explican a través de su web.

La familia crece

La familia de las misiones Earth Explorer de la ESA crece con este nuevo lanzamiento. Estas cinco misiones buscan resolver los retos científicos sobre la Tierra y, sobre todo, está muy ligado al estudio del cambio climático y sus efectos. Además, lo hacen con una avanzada tecnología en técnicas de observación. En este caso, esta tecnología es Aladin.Las otras cuatro misiones son el CryoSat (sobre el hielo); Proba-V (vegetación), SMOS (agua) y Swarm (escudo magnético). Aunque también se encuentran dentro de las observaciones terrestres los satélites Sentinel (1, 2, 3 y 5-P) dentro del programa Copernicus de la ESA, que se dedican a fotografiar de diferentes formas nuestro planeta, también para tener más información sobre la Tierra. La idea es que estas sondas proporcionen información sobre las interacciones entre la atmósfera, la biosfera, la hidrosfera, la criosfera y el interior de nuestro planeta. Esto ayudará a los científicos a entender mejor cómo funciona el planeta como sistema.

La familia continuará creciendo con diversos lanzamientos ya programados hasta 2022, aunque para ver el próximo habrá que esperar, como mínimo, hasta 2020. Este año está previsto que se envíe la misión Biomass, que tendrá como objetivo estudiar el estado de los bosques y cómo están cambiando.Para la ESA se trata del programa de monitorización ambiental «más grande del mundo», según señala la propia agencia espacial. «El programa está haciendo un cambio radical en la forma en que gestionamos el medioambiente, entendemos y abordamos los efectos del cambio climático, y salvaguardamos la vida cotidiana», explican a través de su portal online.