Prueban una vacuna contra la gripe basada en las llamas

Una combinación de anticuerpos de llamas y de humanos administrada mediante un virus protege de casi todos los tipos de gripe. El experimento se ha realizado en ratones y muestra toda la complejidad de la lucha contra el virus de la gripe o influenza, pero también buena parte del ingenio humano. Aunque aún queda mucho para su ensayo en humanos y muchas cosas pueden salir mal hasta entonces, esta nueva estrategia acerca la promesa de una vacuna universal contra la influenza.

El virus de la gripe es uno de los más escurridizos que hay. Además de los centenares de tipos, subtipos y cepas identificados, su tasa de mutación (y así escapar al radar del sistema inmunitario) es muy alta. Buena parte de esa habilidad del virus para la fuga se la debe a una sustancia que, como si fueran flores, brota de su superficie en ramilletes de tres en tres. Se llama hemaglutinina (HA), una proteína que destaca en un doble sentido: es la encargada de fijar el virus a la célula infectada, pero también es la parte más expuesta y a la que primero reaccionan las defensas.



Por eso, las vacunas actuales apuntan contra la hemaglutinina, en particular sus tres cabezas. Pero esta porción es también la más mutable. En 1968 un brote de gripe iniciado en Hong Kong degeneró en la tercera mayor pandemia del siglo. En apenas un año murió un millón de personas. Su enorme impacto se debió en buena medida a que las defensas humanas no estaban entrenadas. El virus, el H3N2, mostraba una variación en la cabeza de la HA que retrasó su detección por parte de los anticuerpos. Desde mediados del siglo pasado, el virus de la gripe H3N2 ha sufrido 75 cambios en las proteínas HA. Esto ejemplifica por qué la vacuna es también diferente cada año y sólo puede diseñarse para una o dos de las cepas dominantes cada temporada.

Un amplio grupo de investigadores han ideado una estrategia compleja y muy diferente para combatir al mal. En la práctica, la totalidad de los roedores sobrevivieron a dosis letales de diversos tipos de gripe y la inmunización duró meses.

«Los anticuerpos de los camélidos se conocen desde hace algún tiempo y tienen varias propiedades únicas que los hacen atractivos para el desarrollo de fármacos», explica el investigador de la división de enfermedades infecciosas y vacunas de Janssen y coautor del estudio, Joost Kolkman.

En efecto, en 1989, el profesor Raymond Hamers, entonces estudiante, encontró en el sistema inmunitario de camellos y búfalos de agua un tipo de anticuerpos desconocidos hasta entonces. «Pueden unirse a sitios inaccesibles para los anticuerpos convencionales gracias a su forma y pequeño tamaño», añade Kolkman. Son unas 10 veces más pequeños que los anticuerpos humanos.

«Se pueden vincular entre sí fácilmente para crear anticuerpos multiespecíficos que se unan a diferentes puntos (del virus) del mismo o diferentes objetivos». Joost Kolkman. Científico

Fuente: lostiempos.com