2019: Reencauzar la política internacional


Manfredo Kempff Suárez

Diariamentenos referimos a nuestra política cotidiana y muy poco a la situacióninternacional del país, que, por decir lo menos, está tan mal o peor que sutransitar interno. Entre los compatriotas muchos creyeron todo lo que dijo S.E.hace 13 años o más y algunos siguen creyéndole o fingen hacerlo porque estánfavorecidos por el régimen. No sucede lo mismo en el exterior, donde dejaron deinteresar los discursos de S.E, cuando habla de esotéricos mitos pachamamistas,del presunto maltrato de que fue sometido por su condición de indígena, delrencor contra los conquistadores después de transcurridos cinco siglos, depromesas tan lejanas como convertirnos en una Suiza, que a los nuevos gobernantesamigos ya no los conmueven.

Elhecho es que este 1 de enero se posesiona en un acto en Brasilia el presidente JairBolsonaro, y no sabemos de qué color se va a pintar S.E. para mimetizarse,porque sus amigos (Cuba, Venezuela, Nicaragua) no han sido invitados por elnuevo mandatario, o peor todavía los ha “desinvitado”. Y ha estado muy claro elnuevo canciller brasileño, Ernesto Araújo, al afirmar que no son bienvenidos aBrasil quienes atropellan el ordenamiento constitucional y violan laslibertades de sus pueblos.



Brasilno ha registrado a S.E. todavía en esa categoría, pero que se cuide. “Dime conquién andas y te diré quién eres”, sigue siendo un refrán que todos reconocencomo cierto. Y es indudable que Bolivia debería dejar ya de estar metida hastael cuello en el ALBA y UNASUR, y S.E. dejar de pasearse en el Falcon entre LaHabana y Caracas, tan lejanas a nuestros intereses, y empeñarse más en elentorno vecinal y en los bloques económicos importantes.

Yaestá bueno de seguir atacando a los EE.UU. y de echarle la culpa de todosnuestros males, cuando sabemos que no es así. Somos conscientes de que si aeste régimen, que ha estado inundado de dólares como ninguno, no le va bien, nose debe al imperialismo norteamericano sino al despilfarro, la corrupción y laineficiencia. Eso ha quedado demostrado en su política energética, por citar unsolo aspecto.

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2019debería ser el año del reencuentro con EE.UU. y del intercambio de embajadores,así como el de entrar en un sosiego en nuestras relaciones con Chile, despuésde tan descomedidos como inútiles intercambios de mensajes y una vez que LaHaya ya dio su fallo. Más bien se debería reponer el asunto marítimo en la OEA,que, inexplicablemente, sin el menor sentido común, retiró del organismo elactual canciller Pari, cuando oficiaba de embajador y defendía más a Venezuelaque a Bolivia.

Nohay que preocuparse tanto de Siria ni de Irán, ni de Irak ni de Afganistán,sino de Brasil, Argentina, México, Perú, y demás naciones hermanas con las quenos une todo. Miremos a la CAN, MERCOSUR, la Alianza del Pacífico y a los TLC, dondealgún provecho lograremos si sabemos manejarnos. Hay que abandonar lasideologías caducas con que desde Naciones Unidas se desea hacer líder mundial aS.E. y ubiquémonos en el lugar que le corresponde a Bolivia en el planeta. Llegaráel momento en que la nación tenga una voz más influyente en la comunidadinternacional sin duda, pero eso se logra con políticas reales y no con vacuosdeseos de protagonismo.

Entrelas políticas reales está volver a restablecer amistad con quienes nos hemosalejado por responder a los llamados de Castro y de Chávez. Hay que alinearsecon las democracias verdaderas como la Unión Europea y dejarnos de quijotadasque no conducen a nada. Ahora mismo S.E. ya no es bien recibido por sus colegasy podría entrar en la lista de los “apestados”, que no pueda ni estar cómodopara compartir un almuerzo con los otros presidentes, como le sucedió enSantiago y le puede volver a suceder en Brasilia.