La desaparición de la pareja la madrugada de Año Nuevo en La Paz y la noticia de que fueron asesinados de la peor manera conmocionó a la población.
A Carla y a Jesús los asesinaron la mañana del 1 de enero de este año; los mataron con saña, con odio, como si todo hubiese sido planificado. La madrugada de Año Nuevo, hace casi un año, la vida de la joven pareja se cruzó con la de los hermanos León Fernández en la discoteca Planta Baja, donde bebieron juntos y luego se fueron en un taxi hasta la casa de uno de ellos.
Allí, Carla fue violada y luego ambos perdieron la vida a golpes, en la cabeza y en otras partes de sus cuerpos. Los asesinos metieron los cadáveres en saquillos y los fueron a dejar a la bóveda del río Orkojahuira, en la zona Unión San José, cerca del Barrio Gráfico.
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Casi a mediodía del viernes 19 de enero, 18 días después de la desaparición, efectivos de Homicidios de la FELCC y de otras unidades policiales llegaron hasta la bóveda del río, a pocas cuadras de la casa de Israel León, el mayor de los hermanos. Ingresaron 150 metros en el canal y hallaron los cadáveres de los muchachos, envueltos en bolsas de yute, en pleno proceso de descomposición.
La noticia se difundió a través de la radio, de canales que llegaron con sus unidades móviles, de periódicos digitales y de las redes sociales. Gran parte de la población había estado pendiente de la investigación y hacía seguimiento de los datos que podían salir mientras pasaban los días. El hallazgo conmocionó a la gente.
El año recién había comenzado y la inseguridad ciudadana ya había dejado a sus dos primeras víctimas muertas de la manera más violenta y a los ciudadanos con el gran temor de que les pueda pasar lo mismo.
La Policía comenzó a actuar después de una semana, cuando no había rastro de la pareja y la población ya había asumido esa desaparición como suya.
Producto de algunas averiguaciones, efectivos policiales arrestaron a dos mujeres que habían comprado el chip del teléfono de Carla y el celular de Jesús. Estaban casi seguros de que ambas tenían que ver con su desaparición, pero no era así.
Siguió la investigación y la Policía dio, en primera instancia, con Israel León. Carla Mayta, amiga de Mikaela León (otra de las hermanas), fue una de las primeras en ser detenida por intentar apoderarse del celular de Jesús; la Policía la detuvo y ella delató a Israel. Él, ya preso, fue quien brindó gran parte de la información y lo más importante: reveló dónde estaban Carla y Jesús.
El 26 de enero, una semana después de que la Policía diera con los cuerpos de Carla y Jesús, Eliot León, el hermano menor, descendía de un avión en el aeropuerto militar Bartolina Sisa, de El Alto, luego de haber sido repatriado de Brasil.
Estaba enmanillado, se había rapado la cabeza, tenía puesta una camisa blanca, una chaqueta ploma con rojo y un pantalón de tela color caqui. Parecía abrumado por la cantidad de uniformados y periodistas que lo esperaban.
Ministros, viceministros, fiscales, policías, investigadores, entre otros, presentaron a Eliot públicamente en el mismo aeropuerto, después de montar un megaoperativo que destinó a todas las unidades operativas de la Policía con más de una centena de efectivos.
Esta detención les sirvió para asegurar que el asesinato de los Carla y Jesús estaba esclarecido, y se tenía a todos los implicados.
Eliot León había llegado a la localidad brasileña de Coimbra, en San Pablo, el 9 de enero para pedir ayuda a los familiares de su esposa, en un taller de costura. Una llamada que hizo a su familia durante esos días permitió ubicarlo a través de un rastreo satelital. Policías brasileños llegaron a detenerlo y lo entregaron al Consulado de Bolivia desde donde se tramitó su repatriación en tiempo récord.
Desde territorio brasileño, León negó ser el autor de la violación de Carla y el asesino de ambos. Dijo, entre lágrimas, que sí estuvo en la casa de su hermano Israel pero que no los mató. “Mi familia conmigo se limpió todo, a mí me echan la culpa, yo no fui, tenía que venir aquí desde antes, no me escapé”, declaró aquella vez.
La autopsia determinó que Carla fue violada por Israel y por Eliot León y que tanto ella como su novio Jesús fueron asesinados a golpes. El resultado de este examen terminó de quebrar el sentimiento de bronca e impotencia contra los asesinos.
Días después, Eliot León fue enviado a la cárcel de máxima seguridad de Chonchocoro; su hermano Israel León y su cuñado Renzo Cáceres fueron trasladados al penal de San Pedro. La hermana Mikaela y sus cuñadas Stefany Guizada, esposa del hermano mayor, y Priscila Choque, mujer de Eliot, fueron detenidas y derivadas a los penales de Obrajes y Miraflores.
Después de 11 meses de su detención, la Fiscalía aún no presenta la acusación formal contra los hermanos detenidos y los otros procesados. La razón es siempre la misma en el sistema judicial: la burocracia.
En el caso de Carla y Jesús hay una ida y vuelta de notificaciones a todas las partes, lo que impide que comience el juicio oral.
Los nichos de ambos jóvenes ya tienen lápidas puestas, pero esto no ha impedido que sus familiares y sobre todo personas ajenas lleguen a dejarles flores, velas y cartas. Esos mensajes escritos que desde que fueron enterrados, en enero, no dejaron de aparecer en sus tumbas para agradecerles y para pedirles milagros.
Carla y Jesús se conocieron hace casi 10 años, en el colegio Pedro Poveda de La Paz. Desde entonces no se separaron más, su amor ha sido un ejemplo para los hermanos de ambos y para sus amigos.
Hoy, como lo hicieron en vida, descansan juntos en el Cementerio General. “Quiero olvidar el pasado. Perdón por hacerte daño. Estaremos juntos y nos casaremos. (…) No me importa nadie, sólo tú me gustas. Te quiero, te amo”, le escribió Carla a Jesús hace tiempo, como una prueba de su amor.
Los León, familia temida en su zona
Peleas a puñetazos entre los hermanos León Fernández, persecuciones a machetazos contra eventuales amistades, golpes con fierros, consumo de alcohol durante días enteros y amenazas de muerte. Así era el día a día de esta familia, que puso en vilo a los vecinos de las zonas San Simón y Unión San José durante todos estos años.
Estos dos barrios colindan entre sí. Están ubicados al este del Barrio Gráfico, de subida a la zona de Villa Fátima.
En San Simón hay poco movimiento, los vecinos permanecen en sus domicilios. Pero cuando escuchan preguntar sobre la familia León algunos salen de sus casas, se acercan recelosos y confiesan el miedo que sienten. La madre y sus siete hijos aún tienen una casa allí y mantienen atemorizadas a las familias.
“Son tremendos, aquí no tienen comunicación con los vecinos, les tenemos miedo porque a veces los hijos corretean con machetes a la gente que viene a quedarse en sus casas o a cualquier otra persona”, contó una vecina del barrio.
En ambos barrios, los León tienen al menos tres viviendas. La que está en Unión San José, cerca del barrio 24 de Junio, pertenece a los abuelos. La vivienda donde Carla y Jesús murieron está en Unión San José.
Los vecinos conocen a los hermanos y a la madre, incluso el mayor de los siete hijos estuvo en la cárcel por protagonizar una pelea brutal. Pero lo más irónico del caso es que aquella madrugada del 1 de enero nadie escuchara lo que pasaba en la casa de Israel, nadie escuchó los gritos de Carla, o si oyeron algo no reaccionaron porque la gente estaba acostumbrada a sus escándalos. Lo cierto es que ahora tres de los hermanos están en la cárcel y la madre no deja de amenazar a las personas que “le cuestionan” lo ocurrido.
Página Siete / Daniela Romero L. / periodista