Debates insulsos y “palabras políticamente correctas”


Carlos Federico Valverde Bravo 

En el país del chiverío leguleyo, no es raro que cada quiencrea que la ley está para servir sus propósitos; y no me refiero sólo a esaestupidez de que “la ley tiene que adecuarse a las reivindicaciones delpueblo”, sino a la manipulación e instrumentalización que se hace de, porejemplo, 2 leyes que tendrían que tener significado y se han convertido enhechos políticos “tironeados” por la deshonestidad e impulsados por lacorrupción discursiva.

Veamos el primero: La “constitucionalidad” del idioma originarioobligatorio: Menos mal que cuando se debatía la Constituyente argumenté lomismo que escribiré ahora: ¿Cuál el sentido de que la gente tenga que hablar unidioma que no es común al total de los bolivianos? En efecto, ¿de qué le sirvea un candidato hablar quechua, aymara, cayubaba, guaraní o bésiro si la granmayoría no los entiende? 



Hagamos de cuenta que hay un candidato que habla Guaraní oaymara, pero no habla quechua; ¿cómo se va a comunicar con los pueblosquechua-parlantes, por dar un ejemplo? Es de suponer que lo hará con elcastellano que es, el idioma casi universal en el país; es sencillo entenderloy comportarse civilizadamente en vez de “asumir” la payasada en la que se haconvertido el tema, y, sobre todo, no ser un instrumento descalificador departe de los políticos de ambos lados (oficialismo y oposición), tratando deanular al oponente, al que no le exigieron nada, antes de que haya eleccionesprimarias.

Es la ley, dicen los “leguleyos” cuando se les pregunta losporqué insisten con esto, siendo que el cumplimiento de esa norma estabaprevisto para 2015 y, en los hechos, no muestra utilidad alguna, porque en estepaís hay muchos idiomas correspondientes a 36 naciones originarias, que estánen la CPE   reconocidas  en igualdad de condiciones, de manera queeso de exigir que se hable al menos uno de ellos no tiene sentido, salvo que –reitero que lo dije cuando se debatía la Carta Magna –  se pretenda seguircon la idea de que se deben hablar “al menos” los idiomas mayoritarios, que esdonde apuntan, por ejemplo los candidatos masistas, para sentar preminencia deunos sobre otros, en función al número de personas que lo hablan. 

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Personalmente prefiero que Morales diga algo coherente encastellano a que hable un idioma que no voy a entender, porque no es mío; yosoy mestizo, nací y hablé castellano y no es un asunto de discriminación, sinoque este país es cada vez más mestizo y ya está. 

Aseguro que esto de la exigencia “idiomático-originaria” esuna más de las pequeñeces en las que nos entretenemos los bolivianos paradescalificar al otro, aun cuando en esa descalificación, entren ellos mismos. 

Otro tema: El uso prostituido de los nobles objetivosanti-racistas y anti-discriminación de género al que recurren hombres y mujerescuando son cuestionados; es el caso puntual de la abogada Choque, Presidentadel Tribunal Electoral, quien a falta de explicaciones coherentes sobre lo queestá haciendo y pretende hacer con el Poder Electoral, sale a denunciar quecree estar “sufriendo racismo y discriminación por mi condición de mujer aymaray quiero ser muy clara en esto porque es un racismo simbólico, estructural queyo estoy viviendo durante estos últimos tiempos”, como si su condición depresidenta del Tribunal Electoral no fuera razón suficiente como para sertransparente  y explique el porqué de sus actos.

Que fácil se ha vuelto denunciar discriminación cultural ode género para hacer lo que el Poder instruye que se haga. Yo creo que estamosante un peligroso proceso de desinstitucionalización y el montaje de unmecanismo que permita a Morales ser candidato y, ganar la elección de octubre;tengo la sensación de que están adecuando los mecanismos de control electoralpara ponerlos en servicio del Poder; eso no es racismo ni discriminación de género;eso lo vería de la misma manera sí fuera Costas, rubio, blanco y de ojos clarosquien lo hiciera; preocupa el hecho, no de quien viene.

Tiempo de sincerarse; hay que dejar de ser “políticamentecorrectos”; tenemos que decir lo que pensamos así estemos en contramano de losque quieren quedar bien con todos; a mí, me basta con estar en paz con miconciencia y decir lo que entiendo debo decir, así se me mire “como a carne decogote”. (Es el precio)