La Fuerza Armada de Maduro


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Manfredo Kempff Suárez

Nocabe duda de que los militares venezolanos están jugando un papel lamentable enestas épocas de poschavismo, cuando se los ha sometido a un vasallajepretoriano, donde, por encima de todo, está la defensa del régimen imperanteque ha heredado Maduro. La Constitución es algo que no interesa a la FuerzaArmada Nacional Bolivariana, y no le interesa porque antes está la voluntad delcaudillo, fuera éste Hugo Chávez o como es hoy su sucesor.

Losmilitares venezolanos – según todas las informaciones que se pueden recoger enlos medios internacionales – se han convertido en una verdadera milicia delgobierno de turno, obediente y muy bien pagada. Lo que se sabe es que lalealtad de esa Fuerza Armada no es espontánea, no es voluntaria ni patriótica,sino que obedece a una ideologización impuesta, a una amenaza latente que losatemoriza, y como denominador común al soborno a los mandos altos y medios, quese someten a los dictados del régimen.



Sise observa el comportamiento de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, está muyclaro que su entrega ha llegado al extremo de conformar un cogobierno civil-militarcon Maduro, donde los altos jefes participan activamente en el Ejecutivo, asícomo en la dirección de empresas públicas, en la diplomacia, y en la políticamenuda en pro de la estabilidad del régimen. Los militares están ávidos por larepartija de cargos y de ganancias. Parece que esos militares ansiosos deriqueza no se dieran cuenta de que la Revolución Bolivariana está llegando a sufin, lo que no significa en final de la Fuerza Armada ni mucho menos, sino laextinción de ese mandato indigno, porque vendrá un Ejército nuevo, que sedesprenderá del oportunismo y de la cobardía actual.

Cuandose instaure nuevamente la democracia, volverá a renacer el orgullo de la FuerzaArmada de Venezuela, con soldados de verdad, que no ostentará, para vergüenzaajena, el glorioso calificativo de “bolivariano”, tan ilustre nombre, ahorahumillado y manoseado por gente ruin. Vendrá la Fuerza Armada que no compartirápoder con las milicias del régimen, que crecen en número y que bajo la ficciónde que están para combatir al imperialismo y a la derecha, se han credo paraenfrentar a los militares si estos defeccionan. Ellos saben que la MiliciaBolivariana, creada por Chávez, donde participan ex-militares que manejanarmas, no se ha constituido como un complemento del Ejército de Venezuela, sinoque es autónoma, con su propio Estado Mayor y con el apoyo absoluto del régimen.

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LaFuerza Armada del país amigo está hoy en una encrucijada muy grande. Ha perdidotodo el afecto y confianza de su pueblo, y se le aproxima la prueba más grande,nada menos que defender al dictador que está derrumbándose u obedecer laConstitución y apoyar al presidente Guaidó. El Alto Mando está con Maduro hastala coronilla, pringado de corrupción, extorsionado por eso mismo, pero nocreemos que los soldados, la tropa, que tienen padres, esposas e hijos hambreando,lo estén. Hasta el alimento que reciben en los cuarteles les debe resultaramargo a quienes saben que en sus casas no hay ni pan ni leche ni medicinas.

LasFuerzas Armadas, ni en Venezuela ni aquí ni en ningún lugar, se han creado paradefender a los mandones de turno, sino para defender de amenazas externas a lapatria, y, justamente, para garantizar el respeto y cumplimiento de la CartaMagna. Ya pasaron las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado, cuando Sudaméricaestaba gobernada casi en su totalidad por militares, que, en plena Guerra Fría,hacían causa común con EE.UU., adhiriéndose a la doctrina de “seguridad delEstado”, contra la amenaza soviética y la injerencia guerrillera castrista.