Cuando el quirófano arruina una carrera: el drama de Jennifer Grey


La protagonista de ‘Dirty dancing’ pasó de la fama al olvido por culpa del bisturí.

jennifer grey
Imagine que es la estrella de una de una de las películas más icónicas de la historia del cine. Imagine que millones de personas le han visto llorar, bailar y enamorarse. Su rostro ha empapelado las marquesinas de medio mundo, ha lucido su sonrisa ingenua desde cientos de portadas y los productores buscan su teléfono en sus agendas. Tiene sólo 30 años y todos quieren que esté en su nueva película. Ha triunfado.Ahora imagine que sale a la calle y nadie le reconoce.

Eso es lo que le sucedió a Jennifer Grey, estrella de clásicos de los ochenta como Dirty DancingTodo en un día o Amanecer rojo. Claro que también es lo que le sucede a diario a Andy Serkis, protagonista de El señor de los anillos, El origen del planeta de los simios, King Kong, El despertar de la fuerza, El libro de la selva o cualquier película en la que un no humano tenga cierta relevancia. Sólo que Serkis ha elegido su destino y Grey fue victima de una de las decisiones más estúpidas de la historia del cine.“Entré en el quirófano siendo una celebridad y salí de él en el anonimato”. Esta frase terrible, que podría ser el tagline de un telefilme de sobremesa, es el amargo lamento de Grey tras su paso por el quirófano a finales de los ochenta. El bisturí hizo algo más que corregir la desviación de un tabique nasal: cercenó su futuro.

Grey, miembro de una familia de artistas (su padre Joel Grey es el inolvidable maestro de ceremonias de Cabaret) , había destacado como la ligeramente antipática hermana de Ferris Buller en el clásico del cine teen Todo en un día(en la versión televisiva este papel recayó en una jovencísima Jennifer Anniston, otra aficionada a la rinoplastia aunque en este caso con resultados mucho más satisfactorios ) , en Cotton Club de Coppola y en la loquísima Amanecer rojo, una especie de Rambo para adolescentes en la que un grupo de jóvenes trata de impedir la invasión de EEUU por la Unión Soviética.Y de repente llegó el pelotazo.La historia de amor estival entre una joven timorata y un fornido instructor de baile llegó a las carteleras americanas el 21 de agosto de 1987 sin demasiadas pretensiones, pero su encanto camp y el boca oreja la convirtieron en el sleeper del año. Y de muchos años después. Partiendo de un presupuesto ínfimo tuvo el honor de posicionarse como la primera película en llegar al millón de copias vendidas en vídeo.Pero el amor entre la pavisosa Baby y el hipervitaminado Johnny Castle se redujo únicamente a los momentos en los que la cámara enfocaba. La relación en el set no era tan edulcorada. En su autobiografía Swayze no tuvo reparos en criticar la actitud infantil de Grey a quien acusó de no tomarse excesivamente en serio el rodaje. La pareja, que ya había coincidido en la citada Amanecer rojo arrastraba problemas desde entonces y la noticia de que volverían a trabajar juntos no fue buena para ninguno de los dos. A pesar de ello la química era evidente y lo que el mundo recuerda no son las desavenencias entre ambos, sólo el legendario “Nadie arrincona a baby”,
Lo que vino después del megaéxito es una sucesión de despropósitos. Noches de Broadwayun musical con Madonna y Matt Dillon que nació con ínfulas y murió con dos nominaciones a los Razzie y una inclasificable cinta de ciencia ficción francesa en la que Jennifer puso la voz. Y después de eso la televisión. Si el zapato ajusta, una simpática versión de Cenicienta con Rob Lowe fue una de sus enésimas resurrecciones y pequeñas intervenciones sin interés. Si descontamos su aparición en Friendspara interpretar a la nueva esposa del novio abandonado en el altar por Rachel. Finalmente los caminos de Grey y Aniston llegaron a cruzarse, pero el estatus de ambas ya era muy distinto.Pero el momento clave de todo esto ocurrió en 1989. Lo que tomaba un rumbo incierto no era sólo la carrera de Jennifer, también sus aspecto físico. Las malas decisiones también afectaron a su propio rostro. Y lo que iba a ser una pequeña intervención para corregir su nariz tan característica se transformó en una sucesión de operaciones que acabaron convirtiéndola en una desconocida para si misma.



jennifer grey ahora

“Era como estar en un programa de protección de testigos o ser invisible”, declaró la actriz. Su carrera había terminado y su nombre pasaba a engrosar la lista de desastres quirúrgicos.

En los últimos años Grey ha vuelto a la palestra por motivos extracinematográficos. En 2010 el baile volvió a proporcionarle gloria mediática ya que se proclamaba vencedora en la undécima edición deDancing with the stars y en 2015 su padre, se definía como “un hombre gay” en la revista People. El actor, conocido también por sus intervenciones en series como Alias o Buffy Cazavampiros, casado durante 24 años con la también actriz Jo Wilder y padre de Jennifer y el chef James Grey declaraba: «No me gustan las etiquetas pero, si tenéis que ponerme una, soy un hombre gay’. Sus palabras no fueron ninguna sorpresa para su familia.«Estoy muy contenta de que mi padre haya llegado a un punto de su vida en el que se siente lo bastante cómodo para definirse como gay», confesó Jennifer.La estabilidad que no ha conseguido ante las cámaras si parece haber llegado a su vida privada. Lleva 18 años casada con el actor Gregg Clark, el agente Coulson de Los vengadoresAtrás quedan sus sonados romances con estrellas masculinas de los ochenta como Timothy Hutton, Michael J. Fox, Johnny Depp y Matthew Broderick, su compañero de rodaje en Todo en un día y con quien compartía coche cuando un choque frontal con otro vehículo en las carreteras irlandesas causaba la muerte de una madre y una hija. Una semana después se estrenaba Dirty dancing y su vida cambiaba para siempre. Pero no por última vez.

 Fuente: revistavanityfair.es

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