El descubrimiento que podría llevar a reescribir la historia de las cascadas

El descubrimiento que podría llevar a reescribir la historia de las cascadas

Vista de las Cataratas Del Iguazú.

Científicos estadounidenses recurrieron a un experimento para poner a prueba su hipótesis de que un río puede generar por sí mismo saltos de agua.



Terremotos, deslizamientos de tierra, cambios en el nivel del mar y otros eventos catastróficos en la naturaleza perturban enormemente los paisajes. Por eso los científicos han asociado habitualmente con esos factores el surgimiento de cascadas o saltos de agua. Un reciente estudio demuestra que este majestuoso fenómeno natural puede tener su origen en los propios ríos.

Tres geólogos del Instituto de Tecnología de California (EE.UU.) pusieron a prueba su hipótesis de que «las cascadas pueden formarse de manera autógena«. Un artículo publicado este 13 de marzo en la revista Nature da cuenta de una base experimental que permitió corroborarlo, solo que en condiciones de laboratorio y en cuestión de horas, mientras que en el mundo real el cauce de un río evoluciona en escalas de tiempo geológicas.

Según los investigadores, «en ausencia de perturbaciones externas o controles litológicos», las cataratas se moldean «a través de retroalimentaciones internas entre el flujo de agua, el traslado de sedimentos y la incisión de la roca de fondo». Esa transformación fue la ocurrida en un pequeño arroyo artificial que instalaron en un recinto del campus.

La instalación experimental constaba de un canal confeccionado con espuma de poliuretano. Medía 7,3 metros de largo y tenía un lecho de ‘roca’ homogéneo. Le dieron una pendiente de cerca de 19,5 º y metieron pequeños guijarros cavernosos encima, para imitar el sedimento rocoso natural.

La prueba consistía en una descarga permanente de agua a través del canal y la alimentación del chorro con sedimentos. En ausencia de perturbaciones externas, el flujo descendiente comenzó a erosionar el lecho del ‘río’, y no de manera uniforme. Los autores registraron varias fases consecutivas de la erosión, que terminaron en la formación de una cascada con varias cavernas.

«A la naturaleza no le gusta que las cosas sean planas», comentó uno de los miembros del equipo, Joel Scheingross, en declaraciones a New Scientist. «Algunas áreas se erosionan un poco más y son un poco más profundas, y otras quedan un poco más superficiales». 

Los geólogos citan en su artículo algunos ejemplos de cauces con relieve similar al que obtuvieron en su experimento, pero propios de la naturaleza silvestre. Afirman que se trata de cataratas «putativas autógenas».

Una simulación de varios metros, realizada en un laboratorio, no es necesariamente una prueba de que las cascadas del mundo real tracen su camino de la misma manera, admiten los autores, pero sí suficiente para demostrar que eso es posible.

El grupo sugiere que futuros investigadores sabrán distinguir las formaciones autóctonas de los saltos de agua inducidos por fuerzas externas. Esta división ayudaría a reconstruir mejor la historia de los paisajes de la Tierra.

Fuente: actualidad.rt.com