Las recetas de austeridad y la presión fiscal


José Fernando Siñani CárdenasEn fecha 28 de marzo de la presente gestión el matutino Los Tiempos publicó un editorial que hace referencia a una supuesta intensificación de la presión fiscal así como diversas afirmaciones erróneas sobre las finanzas públicas que tienen más semejanza a las recetas propuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) que como se ha demostrado no funcionaron en el país.En primera instancia, es necesario entender el concepto de presión fiscal que no es otra cosa que la proporción de recaudación tributaria sobre la totalidad de ingresos de la actividad económica medida por el Producto Interno Bruto, indicador que para la gestión 2017 alcanzó a un 18.3% cifra que se encuentra por debajo del promedio de la región según información del Banco Interamericano del Desarrollo (BID) y el Centro Interamericano de Administraciones Tributarias (CIAT), por lo que comparativamente con los países de Sudamérica el país no registra una mayor presión tributaria.Por otra parte, hay que aclarar enfáticamente que no existe una mayor presión fiscal sobre los contribuyentes toda vez que los principales impuestos del Sistema Tributario Boliviano, como el Impuesto al Valor Agregado (IVA), Impuesto a las Transacciones (IT), se han mantenido estables durante los últimos 13 años habiendo modificaciones a determinados sectores como el financiero o minero a través del Impuesto Sobre las Utilidades de las Empresas (IUE) que aplican únicamente sobre utilidades extraordinarias y no de manera generalizada.En este sentido, el contribuyente que hace 13 años aplicaba el 13% para el IVA lo sigue haciendo ahora, de manera proporcional a su capacidad económica; y que además de haber tenido estabilidad en las alícuotas impositivas aplica un porcentaje menor al promedio de lo que se cobra en los demás países de la región donde las tasas alcanzan niveles de hasta 22%; por lo que, a nivel interno tampoco se puede afirmar que existe una mayor presión fiscal.Ahora, es importante señalar también que la mejora en la recaudación tributaria vino de la mano de la mayor actividad económica en todo el país; por tanto, no es ético confundir a la población haciendo referencia a una mayor presión fiscal sobre los contribuyentes cuando no existe tal extremo y más al contrario, el actuar de la política tributaria se ha centrado en ampliar la base impositiva y la lucha contra la evasión, muestra de ello es que en los últimos años se ha visto un incremento sustancial en el Padrón Nacional de Contribuyentes que alcanzó en 2018 a 425,782 aportantes al Estado, duplicando las cifras que se tenía en la gestión 2005.Asimismo, no existe un debilitamiento de las actividades legales y se puede comprobar fácilmente a través del crecimiento de la base empresarial del país que pasó de 64,632 en 2005 a 315,868 en 2018 y continúa en ascenso. Por otro lado, Los Tiempos menciona la urgente necesidad de disminuir el gasto fiscal, clásica receta del FMI que sugiere menor participación estatal a través de menos inversión pública sin considerar que es precisamente la inversión pública la que ha permitido mantener una senda de crecimiento y estabilidad económica.Finalmente, es completamente falso afirmar sobre una crisis fiscal toda vez que el país ha venido registrando superávit entre los ingresos y gastos corrientes y que el déficit en la cuentas está explicado por la fuerte inversión pública; de la misma forma no se han visto los efectos negativos de ampliar la recaudación tributaria como menciona el editorial, porque los mayores ingresos tributarios, en el marco del Modelo Económico Social Comunitario Productivo, se han destinado al mejoramiento de la calidad de vida de los bolivianos con resultados objetivos no sólo a nivel de indicadores macroeconómicos sino también sociales como la reducción de la desigualdad, pobreza, menor desempleo, logros que son reconocidos a nivel internacional.