Los cinco ‘escudos’ económicos de Bolivia, a prueba

Las Reservas Internacionales Netas (RIN), la creciente inversión pública, el desarrollo del mercado interno, la estabilidad del sistema financiero y los saldos en caja y banco de alcaldías, gobernaciones y universidades fueron las salvaguardas identificadas por estos representantes del Ejecutivo.

El blindaje económico
El blindaje económico
  

El Gobierno asegura que, pese a la caída de las RIN, “los escudos” de la economía ante escenarios externos adversos “continúan intactos”, una afirmación objetada por visiones que advierten del progresivo debilitamiento de los elementos que protegen al país.

“Bolivia ya tiene las herramientas, los escudos (y) los instrumentos desplazados para combatir” la desaceleración de la economía internacional, decía el ministro de Economía y Finanzas Públicas, Luis Arce, el 13 de enero de 2014, año en que la mayor caída de las cotizaciones de las materias primas en el mercado internacional comenzó a desvelar una “nueva normalidad” en el mundo.



Diversas autoridades de Gobierno se refirieron en su momento a la solidez de la economía boliviana para afrontar contextos adversos, entre ellos el expresidente del Banco Central de Bolivia (BCB) Marcelo Zabalaga y Carlos Villegas (+), coautor del nuevo modelo económico social comunitario productivo del país y presidente de YPFB Corporación, quienes utilizaron la palabra “blindaje”.

Las Reservas Internacionales Netas (RIN), la creciente inversión pública, el desarrollo del mercado interno, la estabilidad del sistema financiero y los saldos en caja y banco de alcaldías, gobernaciones y universidades fueron las salvaguardas identificadas por estos representantes del Ejecutivo.

Tras el fin de un periodo de 12 años dorados para los commodities, la “sólida posición de la economía boliviana ante escenarios externos adversos continúa intacta (…), a tal punto que la tasa de crecimiento de Bolivia fue la más dinámica de la región por cinco años consecutivos y lo seguirá siendo”, asegura el Ministro de Economía a La Razón.

“La economía está preparada para afrontar cualquier contexto de crisis internacional, mediante el desarrollo y disponibilidad de herramientas e instrumentos de política económica que para tal fin se establecieron y diseñaron”, explica la autoridad, quien no prevé “un debilitamiento de los instrumentos que promueven la resiliencia del país al nuevo entorno”.

No obstante, el economista Roberto Laserna considera que “el ‘blindaje’ de corto plazo muestra reservas en rápida declinación, déficits en el comercio exterior y en el balance fiscal que agotan las reservas y los ahorros fiscales, y un crecimiento rápido de la deuda que no solo no está pudiendo evitar ese declive sino que podría acentuarlo en los próximos años”.

“El blindaje es vulnerable e incierto en un futuro inmediato, y depende en gran medida de saber si los recursos del gas se recuperarán o no; ya sea vía precios —que lastimosamente dependen del contexto externo— o mayor producción”, afirma a su vez Beatriz Muriel, directora ejecutiva del Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (Inesad).

Datos del BCB y del Ministerio de Economía dan cuenta de que desde 2006 las RIN —el primero de los “blindajes” del país— registraron nueve años de crecimiento sostenido hasta alcanzar su nivel máximo en diciembre de 2014 ($us 15.123 millones), tras lo cual iniciaron una caída constante hasta el 1 de marzo pasado, cuando se ubicaron en $us 8.420 millones.

Espere…

Evolución. “A pesar de su descenso en los últimos años, las reservas internacionales permanecen en niveles elevados en comparación con los parámetros internacionales sobre reservas generalmente aceptados (…), y en términos del PIB se constituyen en el ratio más elevado de Sudamérica”, destaca Arce.

“Su disminución es resultado de los movimientos de la balanza de pagos y, principalmente, de una mayor inversión que genera mayores importaciones de bienes de capital, materias primas y productos intermedios, los cuales son destinados a la diversificación del aparato productivo nacional y al potenciamiento del proceso de industrialización”, agrega.

Al respecto, Muriel considera: “El Gobierno utiliza las RIN para mantener un tipo de cambio fijo, poniendo o sacando dólares de la economía para otorgar créditos, como a las empresas públicas. Esto permite mantener la estabilidad de precios y apoyar al crecimiento económico. Sin embargo, frente a un déficit en la balanza de pagos y mayores créditos internos, las reservas disminuyen y queda difícil intervenir en el mercado del dólar manteniendo el tipo de cambio fijo”.

“Por ahora, el mismo endeudamiento externo está limitando esta caída, dado que implica una entrada de dólares a la economía, dólares que —de hecho— tendrán que salir cuando se hagan las amortizaciones y pagos de intereses. Si las exportaciones de gas mejoran, entrarán nuevamente dólares a la economía y las RIN podrán recuperarse, de lo contrario este problema puede crecer como una bola de nieve”, advierte la investigadora.

Respecto al segundo “escudo” de la economía, los datos oficiales muestran que la inversión pública ejecutada frenó en 2016 una  tendencia ascendente que se inició en 2006. “La inversión pública continúa en niveles elevados (…) y es destinada principalmente a proyectos productivos y de infraestructura que promovieron el fortalecimiento del aparato productivo nacional, la industrialización del país y la mejora de las condiciones de vida de la población boliviana”, apunta Arce.

“La inversión pública es un impulso a la demanda interna (vía mayores requerimientos de bienes y servicios), lo que efectivamente promueve la oferta (Producto Interno Bruto). Sin embargo, la gran pregunta es: ¿Quién la paga?”, cuestiona la Directora del Inesad.

“La apuesta ha sido aumentar la inversión apoyándose en buena medida en endeudamiento”. Entonces, “si los recursos provenientes del gas mejoran es posible tener nuevamente superávits fiscales y recursos para pagar esa deuda; caso contrario, esta carga económica recaerá sobre la población en el futuro”, alerta Muriel.

La especialista pide también que se den a conocer “los retornos económicos y sociales de la inversión, dado que si son altos habrá valido la pena y podrán pagarse solos, pero si son bajos los recursos de la población se verán afectados tarde o temprano”.

Entre 2006 y 2013, los saldos en caja y bancos de las entidades subnacionales y universidades  mostraron también una tendencia de crecimiento constante —con excepción de 2009— y alcanzaron un pico de $us 2.485 millones, para luego bajar igualmente hasta $us 1.209 millones en 2018.

Espere…

Asimismo, durante la actual gestión de Evo Morales la incidencia de la demanda interna en el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) alcanzó su nivel más bajo en 2012 (2,4%) y su pico más alto en 2011 (9%), para llegar a un 7,3% en 2017.

Contexto. “La economía boliviana ya no depende solo de la demanda externa —la que hacía vulnerable al país en el pasado—, sino principalmente de la demanda interna, y ha sido esta última la que se constituyó en el motor del crecimiento económico nacional en los últimos 13 años, fundamentalmente por la inversión pública”, remarca Arce.

Otro escudo identificado por el ministro es el “importante nivel de ahorro financiero de la población”, que el año pasado llegó a $us 27.121 millones, con un incremento acumulado de 62,9% en los últimos cinco años, tiempo en el cual los créditos del sistema financiero se expandieron en 103,9%.

“La situación del sistema financiero sigue siendo muy sólida y continúa con buenas ganancias”, subraya Arce.

En general, “la idea del ‘blindaje’ es parte del gran esfuerzo del Gobierno por administrar las expectativas de la gente. Sin embargo, deberían dedicar un esfuerzo similar a crear las condiciones necesarias para fortalecer la economía real”, observa Laserna.

“Las RIN, los ahorros del sector público y el gasto fiscal pueden proteger a nuestra economía frente a perturbaciones pasajeras y de corto alcance, pero no ofrecen protección de largo plazo ni frente a cambios profundos y prolongados en el entorno internacional del que dependemos hoy mucho más que antes”, explica.

“Una adecuada estrategia de ‘blindaje’ de largo plazo debería alentar la diversificación de la economía en todos los sentidos”, para que ésta tenga la “capacidad y flexibilidad para adaptarse a los cambios de su entorno”, agrega el economista, quien considera que la economía de Bolivia “es demasiado rígida, no tiene capacidad para adaptarse a los cambios y es muy frágil y vulnerable”.

El 25 de febrero pasado, al firmar el Programa Fiscal Financiero 2019, Arce anunció que, para garantizar un crecimiento del 4,5%, el Gobierno podría aplicar durante esta gestión ajustes fiscales, esto debido a las amenazas externas, entre ellas un débil desempeño de la economía mundial, una Europa en recesión económica, la guerra comercial entre China y Estados Unidos, y la delicada situación económica de Brasil y Argentina, además de la volatilidad de los mercados financieros internacionales.

La Razón / Walter Vásquez / La Paz