Muchos pacientes son víctimas de engaños porque quienes ofertan un riñón piden adelantos de pago y desaparecen. En la web o mediante anuncios, piden entre 15.000 y 70.000 dólares por un órgano.
“Disculpe, quiero vender mi riñón. Tengo muchas necesidades, deudas y no tengo plata. Soy una persona sana, no bebo alcohol, no consumo drogas ni medicamentos”, dice desde el otro lado del teléfono una mujer de 32 años.Se escucha desesperada y asegura que vive “una situación económica terrible”. Dice que decidió pegar afiches cerca al Hospital de Clínicas de La Paz para vender su riñón. ¿Cuándo cuesta? “30.000 dólares”, responde.Se abre a dar una rebaja y dice que no aceptará menos de 29.000 dólares. “Piénselo porque también hay otras tres personas interesadas”, asegura segundos antes de colgar la llamada telefónica.Al igual que esta mujer, muchas personas ponen a la venta sus riñones a través de carteles en puertas de hospitales. Pero no son los únicos espacios donde se ofrecen órganos humanos. Según una investigación que hizo Página Siete, el mercado negro de órganos se expande en páginas de Facebook y grupos cerrados de WhatsApp, además de clínicas privadas.Según pacientes y familiares de enfermos, en este mercado negro están involucrados algunos médicos y profesionales relacionados al área de la salud. El costo de un riñón varía desde 15.000 dólares hasta 70.000 dólares.
En una sola página de Facebook, dedicada a este ilícito, hay más de 500 personas que ofrecen y buscan riñones. Hay usuarios de diferentes países, pero la mayoría están en Bolivia. Cuando alguien pone a la venta un órgano, de inmediato recibe varias respuestas: “contactarse por inbox” o “dar un número para WhatsApp”. Así se inicia el negocio y la transacción, revela un paciente.“Soy de Bolivia, vendo uno de mis riñones”, publica J. M. Escobar; “Dono mi riñón a cambio de una compensación económica, soy ARH positivo”, escribe G. T.; “Tengo 22 años, son madre soltera y estoy pasando por una mala situación económica, por eso quiero donar un riñón. Soy sana y no tengo vicios”, dice S. C. Esos y cientos de mensajes más se pueden leer en Facebook.
Uno de los pacientes de Diálisis del Hospital de Clínicas cuenta que hay clínicas que venden riñones. “Como es ilegal, los médicos te dicen que te ayudarán en todo lo necesario, pero el costo es de 70.000 dólares. Ellos ya saben”, revela.Este paciente, que prefirió guardar su nombre en reserva, relata que en las clínicas se encargan de realizar todos los exámenes al donante e incluso hacen que firme el consentimiento notariado. “Es sólo para la gente que tiene dinero”, dice.Hace una semana se destapó un caso de “venta ilegal” de órganos en el Hospital Obrero. El director departamental de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), Jhonny Aguilera, explica que este caso es una muestra de que “existe un mercado negro de órganos que se disfraza bajo la convicción de donación”. “Hay personas que se encargan de reclutar a donantes que tienen que presentar ciertas características que las hacen viables”, dice.Según la investigación de este caso, la mujer que acordó entregar su riñón a cambio de 6.000 dólares estaba registrada en un grupo de WhatsApp donde se ofrecía la venta de órganos bajo el epígrafe de “donación”. La Policía halló a la mujer ya internada en el hospital Obrero, donde se realizaría el trasplante. Por este hecho, un médico guarda detención domiciliaria y la hija de la paciente que requería el riñón fue enviada a la cárcel.El director regional de la Autoridad de Supervisión de la Seguridad Social de Corto Plazo, (ASUSS) La Paz, Josué Barrios, coincide que este caso revela la existencia de venta de órganos. “Hay en Facebook y en otras redes sociales, e incluso se está investigando que los médicos estén implicados”, dice.Según el artículo 17 de la Ley 1716 de Donación y Trasplante de Órganos, Células y Tejidos, la venta de órganos está prohibida. “Todos los actos de cesión de órganos con fines terapéuticos en vida o después de la muerte serán realizados de manera gratuita. La infracción a este principio acarreará responsabilidad civil, penal y administrativa, en contra de todos los transgresores”, dice la norma.
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El calvario de los enfermosLos familiares más cercanos de los enfermos, como hijos o esposos, son los que “se desesperan y buscan comprar este órgano”, cuenta la vicepresidenta de la Asociación de Enfermos Renales, Lourdes Arias. Asegura que además de sufrir por la enfermedad, en este mercado negro, muchos pacientes son víctimas de estafas.Explica que principalmente los familiares o los pacientes de los casos nuevos son los que “caen” en manos de gente inescrupulosa. “Son estafadores, delincuentes que sólo buscan sacar dinero, pedir adelanto y desaparecer”, cuenta.Dice que durante los 10 años que se realiza la diálisis ha sido testigo de muchos casos. “Pero cuando los pacientes son presas de esos malentretenidos, no pueden hacer nada, porque no pueden denunciarlos”. Asegura que la organización alerta a los enfermos para no sean víctimas de este “negociado”.Pese a ello, otros se arriesgan. La hija de una paciente del Hospital Obrero comenta que si tuviera recursos económicos compraría un riñón para su mamá. “Hasta me prestaría dinero para que mi mamita me acompañe unos años más”, dice.El presidente de la Asociación de Enfermos Renales, Lucio Ramos, explica que existe este mercado negro porque en Bolivia no se tiene la cultura de donar órganos. “Cada día aparecen personas nuevas con la enfermedad y todos nos sumamos a la lista de espera”, lamenta. Indica que es importante que el Gobierno promocione la donación para que los enfermos “tengan una esperanza de vida”.Según el responsable del Programa Nacional de Salud Renal, Adolfo Zárate, en el país hay 55.000 personas registradas como donantes voluntarios. “Son pocos (para la población que tiene Bolivia)”, dice. Lamenta que en el país aún no exista la cultura de donar por culpa de mitos y costumbres. “Si una persona es donante voluntario y por alguna circunstancia tiene muerte encefálica puede salvar la vida de dos personas”.Página Siete / Verónica Zapana S. / La Paz