ASUNTO CENTRAL
Lo conocí hace 27 años como periodista policial en la calle. Hoy sigue ahí, de donde no le gustaría que lo saquen nunca. Con su riquísima experiencia de aciertos periodísticos, podría estar ya sentado en una cómoda silla de jefatura, pero no sería feliz. Guider Arancibia no hace alarde de galardones, a pesar del cargamento de primicias en su trayectoria. Los que hemos compartido una redacción con él lo llamamos cariñosamente el «Opita», por su aparente ingenuidad y su andar algo silencioso, con los que esconde hábilmente un atributo del buen periodista: la sagacidad.
En Santa Cruz se apela muchas veces al dicho de que “el vivo vive del opa”, cuando el osado se aprovecha del iluso. En una sociedad como la nuestra la “viveza” pasó a equipararse con la inteligencia, pero no es otra cosa que un deplorable cinismo.
En estos tiempos de “vivos” hay muchos que se quieren hacer “los opas”, o los de la vista gorda, para seguir pasándola bien, en desmedro de los otros “opas” que se complican la vida porque odian las injusticias, el abuso de poder y la corrupción. Guider pertenece al universo de estos segundos “opitas”. El de los que no duermen ni paran hasta conseguir lo que buscan, sin calcular los riesgos. Si no, revisemos los resultados de su historia de perro sabueso y guardián del buen hacer.
El «Opita» del que nos ocupamos en este espacio es el que buscó y encontró una noche de los años 90 la sonada “pepa” periodística de la captura del “célebre” exnarcotraficante Meco Domínguez. Es el que delató con una foto conseguida de sus gargantas profundas de Palmasola los abusos carcelarios contra Jacob Ostreicher, que derivaron en el desbaratamiento de una red de 19 delincuentes y en un fuerte remezón en tres ministerios. Es el que reconstruyó durante 30 años la historia de Techo e Paja y el primero en hablar en una entrevista exclusiva con el extraficante de cocaína. Casi siempre primero y como el perro que no suelta a su presa.
La cobertura de la tragedia de LaMia es otra de sus cartas de presentación en una investigación conjunta con CNN. Ahí desmontó relatos oficiales, con videos, filtraciones de documentos y revelaciones primiciales en Estados Unidos de uno de los supuestos socios de la aerolínea. Le resultó muy desagradable el caso del coronel Germán Cardona, quien se refugió en España después de entregar a Arancibia un delicadísimo “informe ultrasecreto” de las Fuerzas Armadas. El militar volvió y se retractó, dejando en duda la palabra del periodista. Ha sido el episodio más duro de la carrera de Guider, quien enfrentó en aquellos tiempos la traumática pérdida de su madre en un ataque delincuencial.
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Los destapes del atraco a Eurochronos, del caso terrorismo y de la La Manada boliviana amplían su inventario de primicias que distinguen a su medio. Primicias que son como “misiles” que muchos quisieran tener pero no disparar, por las complicaciones que provocan.
Su más reciente “misil” periodístico lo acaba de poner otra vez en la situación extrema de choque con el poder. Guider Arancibia ha vuelto a desnudar con una fotografía y posteriores revelaciones el caso Montenegro, que involucra a expoderosos policías que están detenidos por sus nexos con el narco más buscado del mes pasado.
La última osadía del «Opita» ha sido dejar en evidencia pública un sorprendente desborde emocional del Ministro de Gobierno, quien equivocó el tono y el destinatario de su protesta contra titulares de tapas, y la cobertura del caso Montenegro en el periódico donde trabaja Arancibia. Es un error vapulear al eslabón más débil de un medio de comunicación, y, mayor desacierto aún, eludir al menos una disculpa. Cuestiona la autoridad al periodista por la decisión de su diario de darle peso en su cobertura a la palabra de un policía preso, el mismo al que paradójicamente se le entregó tanta confianza en años recientes. Esta es otra triste historia, en la que más de uno prefiere hacerse el “opa” para no meterse en líos.
Tuffí Aré Vázquez es periodista, premio Libertad de Expresión 2019 y Premio Huáscar Cajías.
Fuente: https://www.paginasiete.bo