El hombre que ha cambiado la forma de enseñar Economía en Harvard

Foto: Raj Chetty, en una foto de archivo.Raj Chetty, en una foto de archivo.

Si hay una carrera con gran peso en Harvard, esa es la de Economía. Durante años, la universidad más famosa del mundo occidental ha formado a los mejores alumnos y contado con los profesores más brillantes. Desde Gregory Mankiw, exasesor del presidente George W. Bush, hasta el venezolano Ricardo Hausmann, director del Centro para el Desarrollo Internacional de la institución. En definitiva, su rasgo más definitorio es la excelencia académica, y los que ahora mismo se encuentren realizando tesis doctorales o impartiendo clases serán las voces del conocimiento científico del futuro, en pos de resolver los problemas del mañana más acuciantes.

Voces como la de Ray Chetty, un economista indio-norteamericano que hasta hace poco era uno de los miembros prominentes de la facultad y que esta misma primavera se pasó a la Universidad de Stanford; sus ideas son elementales para resolver los conflictos del momento que hay en el seno de la sociedad estadounidense, como la enorme desigualdad económica y racial. Uno de sus máximos hitos fue el de realizar un mapa de esta disparidad de oportunidades a partir de ingentes cantidades de datos fiscales del la hacienda americana (IRS por sus siglas en inglés). El profesor fue barrio por barrio analizando cifras para demostrar que los niños racializados tienen muchas menos posibilidades de ascender que los blancos.

Chetty propone que sus estudiantes usen datos auténticos de la realidad cotidiana de sus barrios



Chetty tiene un objetivo claro: enseñar economía desde un punto de vista ético y global, sensibilizar a sus alumnos sobre las diferencias entre las clases sociales, quién gana y quién pierde, con el fin de paliar los efectos de esta desigualdad. Claro que, al impartir nociones tan críticas con la economía a pequeña y gran escala, también se ha ganado sus detractores. Sus compañeros de aula muestran disparidad de opiniones sobre su método, ya que asumen con recelo esta visión positiva de que la regulación de la economía pueda poner fin a los problemas, y más aún después de la grave crisis financiera que, según estos escépticos, demostró que los mercados a veces fracasan.

«Su trabajo tiene implicaciones políticas, pero él mismo se abstiene de hacer recomendaciones firmes a los gobiernos o entidades públicas», asegura el periodista económico Dylan Matthews, quien ha pasado por sus clases en Harvard para conocerle de cerca y después elaborar un extenso reportaje sobre su perfil en ‘Vox’. «Hillary Clinton y Jeb Bush le consultaron de manera informal durante su campaña en 2016, pero él nunca ha aceptado un puesto de asesor».

 Nacido en 1979, el joven se graduó en Economía en apenas tres años y obtuvo el doctorado en Harvard en otros tres, con tan solo 23 años. Su gran logro fue ser galardonado con la Medalla John Bates Clark, otorgada anualmente al mejor economista estadounidense menor de 40 años. También obtuvo la beca MacArthur, entregada tan solo a entre 20 y 40 ciudadanos del país que «demuestran méritos excepcionales y prometen un continuo y mejorado trabajo creativo». Se convirtió en una celebridad pública a raíz de la publicación de un par de artículos en 2014 en ‘The New York Times’ y ‘The Washington Post’ que cartografiaban la «movilidad económica», un concepto que analiza la correlación entre los ingresos de padres e hijos.Sus clases se basan fundamentalmente en trabajar con una serie de herramientas concretas y aprender a usarlas, así como qué pueden y qué no hacer por los ciudadanos de un país. Incluso de su propio vecindario: vivienda, educación, sanidad o en qué se usa el dinero de los impuestos. En lugar de tener que resolver problemas aplicando nociones teóricas, propone a sus estudiantes realizar cuatro proyectos a fin de curso usando datos auténticos de su realidad cotidiana y de la gente de su entorno.No solo conoces los distintos planes económicos que se llevan a cabo, sino también las razones de por qué se debe (o no) usar uno u otro

¿Cómo será el futuro para Chetty? Muchos agoreros auguran previsiones de paro masivo a raíz de la automatización del trabajo y la entrada de las nuevas tecnologías (como la inteligencia artificial o la realidad virtual) en los entornos laborales. Vaticina en sus estudios que solo la mitad o un poco más de la mitad de la población sabrá adaptarse a los cambios, dependiendo de la situación financiera que atraviesen sus familias. Para el economista, un 90% de los estadounidenses nacidos en 1940 terminaron siendo más ricos que sus padres, una tendencia que se ha reducido. Ahora, para los nacidos en los años 80, el porcentaje es del 50%.

Si Chetty sostiene algo, es la noción de que la economía es una disciplina empírica y demostrable, del mismo modo que la medicina. Así lo defendió en un artículo de opinión publicado en ‘The New York Times‘, en el que estableció una comparación del debate económico con las controversias en materia de salud. En este sentido, aboga por una auténtica ciencia comprobable frente a aquellos que solo se sirven de la teoría y las matemáticas para apoyar una medida monetaria o explicar un desequilibrio entre las curvas de oferta y demanda. Una visión que poco a poco va cogiendo mucho más peso dentro de la academia gracias a él, y que conduce a una concepción mucho más crítica de la materia, ya que aquello que se ha demostrado como un error no merece la pena ser revisado.

«Me sorprendió el nivel de rigor que requerían estos proyectos«, afirma Matthews. «No solo conocer los distintos planes económicos estatales que se llevan a cabo, sino también las razones de por qué se debe (o no) usar uno u otro. En vez de enseñar conceptos, lo que ofrece a sus alumnos es ayudarles a entener y aplicar medidas económicas, ser conscientes de las consecuencias que traen determinadas medidas a través de los datos, no predecir los efectos de una política gubernamental a partir de un modelo simple de oferta y demanda».

Estudiantes como Naomi Vickers, quien ha vivido en sus propias carnes la segregación racial y económica desde que era pequeña en su entorno familiar. «Se dio cuenta de que los datos económicos expuestos tenían una relevancia inmediata en su historia personal», recuerda el periodista, ya que el barrio en el que vivían sus abuelos es muy parecido al de sus padres actualmente, lo que quiere decir que la desigualdad sigue existiendo, y cada vez para más personas debido al aumento de la población. «Cuando miraba los lugares a los que nos mudamos, vi que mi familia encajaba bastante bien con esa tendencia», afirma Vickers. «Al final nos acabaríamos mudando a otras zonas similares».

Fuente: elconfidencial.com