«Esta no era una casa corriente»: El lord inglés más activo sexualmente

Foto: George Wyndham Egremont.George Wyndham Egremont.

Ser un maestro en las artes amatorias es algo a lo que, en mayor o menor medida, todo el mundo aspira. Si te sorprende que personajes históricos de la talla de Genghis Kan tuvieran 11 hijos, quizá pensarás cuándo tuvo tiempo el libidinoso tercer conde de Egremont para engendrar un total de 43, de al menos nueve amantes. Su curiosa vida ha dado lugar a un nuevo documental que resume su vida.

La mayoría de los hombres se sentirían suficientemente satisfechos con una sola pareja, pero al titular de la magnífica casa de campo Petworth House, en West Sussex, no le parecieron suficientes. Su enorme nariz se haría famosa en todos los salones aristocráticos del siglo XVIII. No solo se le conocía por ser un gran amante, pintores como J.M.W. Turner y John Constable le consideraron un auténtico visionario y él se convirtió en mecenas de ellos y muchos otros.

George Wyndham nació en 1751 y heredó su título y tierras cuando tenía tan solo 12 años. Desde muy temprana edad se interesó por la agricultura y la industria, así como por las mujeres. Según algunos historiadores fue padre de al menos tres de los hijos de Lady Melbourne, uno de los cuales se convertiría en primer ministro británico en 1834. No quedó ahí, también está Rosalie Duthe, la famosa cortesana francesa a la que se la conoce con el poco políticamente correcto sobrenombre de «la primera rubia tonta oficialmente registrada«, Elizabeth Cox, alguna que otra dama, varias condesas…



Amaba el arte, la agricultura y las mujeres. Se convirtió en mecenas de grandes pintores británicos del siglo XIX

«Esta no era una casa corriente», explica Alan Titchmanrsh, que presenta el documental llamado ‘Teh Secrets of Teh National Trust‘. «Whyndham decidió instalar a toda su descendencia ilegítima en las muchas habitaciones que esta mansión barroca tenía», explica en una entrevista concedida a ‘Daily Mail’. «El rumor es que nueve de sus amantes y hasta 43 de sus hijos pudieron disfrutar de las hermosas vistas de la casa de campo, así como del parque y los ciervos que paseaban por esta zona». Algo así como una comuna familiar.Los profilácticos no existían, por lo que para los hombres (muy) sexualmente activos era normal engendrar 40 o 50 hijos. La diferencia es que el conde se hacía cargo de toda su prole. Y, mientras tanto, seguía viajando y su exquisito gusto artístico le granjeó la amistad de pintores como los antes mencionados, todos británicos pues el arte del resto de Europa no le interesaba tanto como aquel venido de su propia tierra. En lugar de comprar obras de los grandes maestros antiguos, decidió usar su riqueza para convertirse en el patrón de esos artistas del primer tercio del siglo XIX. Canceló varios compromisos y, mientras tanto, siguió viviendo con hijos, sobrinos, nietos, visitantes del mundo del arte… en una gran posada que parecía estar abierta para todo el mundo.Tuvo un total de 43 hijos y más de nueve amantes, dio cobijo a todos en su casa aunque ninguno se convirtió en heredero legítimoNo todo era un cuento de hadas. Su favorita era Elizabeth Ilive, venida de Oxford, de orígenes humildes, y con la que tuvo hasta 8 hijos. Compartían su amor por el arte. Sin embargo, era más difícil que todas las mujeres de la casa se pusieran de acuerdo, como alguien escribió: «Lord Egremont tiene 43 hijos que viven en la casa con él, cuando surgen peleas entre ellos todas las madres irrumpen en el salón y cada una defiende a su progenie, es de locos».

Un aristócrata de pies a cabeza

Mientras tanto, él seguía dedicándose a la agricultura, la industria, los planes empresariales o la filantropía. Se dice que gastó 20 mil libras de las de entonces (millones de euros en la época actual) cada año, durante décadas, en instituciones benéficas, escuelas, hospitales y carreteras. Era todo lo que un aristócrata inglés debía ser, amaba el arte y las mujeres, era generoso y culto y tenía una gran colección de tesoros. Y, por supuesto, no estaba preparado para la monogamia. Lo describían como astuto, excéntrico y benévolo.Este gran mecenas murió en 1837 y, el día de su funeral, muchos dolientes llorosos, incluido Turner, siguieron el ataúd a pie. George, que como hemos visto estaba interesado hasta límites insospechados por la agricultura, quedó prendado del paisaje inglés que el pintor retrataba, y también apreció su honestidad y carácter. Se entendían a la perfección. Lo más curioso fue que, a pesar de haber tenido 43 hijos, ninguno de ellos fue su heredero legítimo, lo que significa que fue sucedido por su sobrino George Francis Wyndham, cuarto conde de Egremont. Fuente: elconfidencial.com