Comando Vermelho vs. PCC: la guerra narco por el control de la droga en la región desató el cruento motín en Brasil

Ambos grupos quieren dominar el ingreso, la distribución y el envío al exterior de la cocaína

 

Los presos incendiaron el penal de Altamira durante el motín

Los presos incendiaron el penal de Altamira durante el motín

Altamira figura en el puesto 6 del ranking de las ciudades más violentas de Brasil. En ese municipio del norte brasileño, el índice de homicidios es cuatro veces superior a la media del país. Allí, como en el resto del territorio, dos grandes mafias del narcotráfico están en disputa: el Comando Vermelho y el Primer Comando de la Capital (PCC).

Ambos grupos controlan el ingreso, la distribución y el envío al exterior de la cocaína. Es ese lugar de dominación lo que les permite «dirigir» la vida en las prisiones: allí se ocupan ante todo de preservar a sus líderes, de dar sostén económico a sus familias y de liquidar a quiénes se opongan a sus designios y proyectos.



Lo que ocurrió este lunes en el Centro de Recuperación Regional de Altamira (estado provincial de Pará) es una nueva confrontación entre ambas organizaciones. Esta vez el encono produjo 52 muertos, la mayoría por asfixia que provocó el incendio de celdas superpobladas. Pero 16 de ellos se toparon con un destino más cruel: fueron decapitados por sus rivales. Y, según testimonios fílmicos, hubo un preso que llegó a «patear una cabeza degollada» como si se tratara de una pelota. En ese nivel de primitivismo se encuentran los detenidos en Altamira, donde 309 personas convivían hasta ahora en pabellones con capacidad par albergar 208.

 

Los alrededores del penal de Altamira, luego del motín (EFE)

Los alrededores del penal de Altamira, luego del motín (EFE)

No es, con todo, la primera vez que ese presidio es escenario de tamaña violencia. En abril del año pasado fueron asesinados allí 7 presos y otros tres resultaron heridos como parte de una tentativa de fuga frustrada. Pero el enfrentamiento de hoy, con una dosis de ensañamiento y crueldad que supera los límites conocidos (inclusive para las propias bandas) no puede verse apenas como una cuestión local. Es que esa región se transformó, la última década, es un lugar estratégico para el tráfico internacional de drogas: la cocaína ingresa en la frontera amazónica, viene por la ruta del río Solimoes, atraviesa la selva y llega por fin a Belem, la capital de Pará, a poco más de 100 kilómetros de Altamira. De allí sale hacia el sur del país, hacia Africa y hacia Europa. El poder que pueda ejercerse allí resulta, entonces, una prioridad para los narcos.

 

Las autoridades cerraron con llave el penal para controlar el motín y la mayoría de los presos muertos, resultaron asfixiados

Las autoridades cerraron con llave el penal para controlar el motín y la mayoría de los presos muertos, resultaron asfixiados

«Sin duda, fue una guerra entre esas dos facciones», declaró Jarbas Vasconcelos, secretario de Seguridad de ese estado brasileño. Y abundó: «En Altamira hay una banda local que se llama Comando Clase A. Estos responden al Primer Comando de la Capital (PCC)». Añadió que esta vez le toco a los miembros del Comando Vermelho (CV) ser víctimas de la violencia. Relató como fue el inicio del vandalismo: «Después que los presidiarios fueron liberados para el desayuno (a las 7 de la mañana), el Comando Clase A (CCA) entró en el pabellón de sus rivales, lo incendiaron y procedieron a exterminar a los detenidos».

En la conferencia de prensa que ofreció el secretario Vasconcelos, dijo que no había existido ningún preanuncio de la pelea. «No hubo relatos de inteligencia que anticiparan una disputa de esa magnitud». La violencia carcelaria en Brasil, en el Norte, el Nordeste y Amazonas es casi una constante. En mayo de 2018 fueron ultimados 15 detenidos en el presidio de Manaos (capital amazónica). En esa misma prisión, en 2017 se había producido otro hecho espantoso: una masacre con 56 muertos.

 

Familiares esperan noticias de los presos tras el cruento motín (EFE)

Familiares esperan noticias de los presos tras el cruento motín (EFE)

Pero, ¿cómo son estas «multinacionales» del crimen? El Comando Vermelho (CV) tiene, si se quiere, un origen más «romántico» que el Primer Comando. Nació en la cárcel (ya desmontada) de Ilha Grande (Isla Grande) en Río de Janeiro en los años 70, cuando delincuentes comunes convivieron en ese presidio junto a presos políticos, muchos de ellos procedentes de las guerrillas de aquel tiempo. De allí, probablemente, el nombre de «vermelho» (o sea, rojo). Al salir del penal, cuyas ruinas hoy pueden ser visitadas, comenzaron con robos a instituciones bancarias y joyerías. Luego entrarían en el negocio de las drogas.

En cuanto al Primer Comando de la Capital (PCC), su origen está en la capital paulista. Desde allí se proyectaron hacia el norte y hacia el sur. Fuentes muy conocedoras del tráfico de drogas afirman que el PCC se internacionalizó (o tal vez globalizó). Se sabe que esta mafia está en Paraguay y, según dicen los expertos, tienen células en la provincia de Buenos Aires. Hoy es la mayor organización delictiva de Brasil. Se estima que su cúpula dejó de ser un grupo de «improvisados» para convertirse en expertos en el manejo de las redes del tráfico.

Desde luego, existen grupo si se quiere secundarios que actúan regionalmente. Es el caso de la Familia del Norte (FDN), de la Primera Guerrilla del Norte (PGN) y del Comando Clase A (CCA), pero son grupos pequeños comandados por los dos gigantes del narcotráfico.

Fuente: infobae.com