María Galindo
Como cuando Sánchez de Lozada, después de haber masacrado al pueblo alteño, decía: Voy a convocar a una Asamblea Constituyente y voy a derogar todas las medidas contra las que el pueblo estaba movilizado, y nadie le creía y su reacción tardía indignaba más, hoy, igualito, el presidente Evo Morales ha alquilado el supertanker y anuncia medidas de emergencia para parar lo irreparable.
Entre la represión a la octava marcha en defensa del Tipnis, el descabezamiento de las dirigencias de los pueblos de tierras bajas y la quema del bosque chiquitano hay una relación: una cuestión es consecuencia de la otra.Evo Morales no solo es desarrollista, es platista, quiere dólares, lo más rápido posible, para despilfarrar lo más rápido posible, al costo que sea.
No respeta ni entiende siquiera las culturas selváticas de tierras bajas y por ello gobierna para los colonizadores, que son la punta de lanza de una visión andinocentrista colonizadora de los otros pueblos indígenas, esa también es una de las causas de este incendio y de la matriz de relacionamiento con la tierra, y con la tenencia de tierra bajo su gobierno.
El Vicepresidente, con una visión retrógrada, ha humillado públicamente a los guardaparques y ha afirmado que “tenemos derecho” de quemar nuestra casa grande en nombre del desarrollo. Un desarrollo que no queremos, pero que es además la falsa promesa de los 70. Todo eso es profundamente político.
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Haber dejado 10 días el avance del incendio para que se haga irremediable es político también. Haber llamado Casa Grande del Pueblo -la denominación que usan los pueblos de tierras bajas a la naturaleza- al mamotreto de cemento y lujo de la plaza Murillo es también un acto político de expropiación de un término de aquellos pueblos, que han sido despreciados, perseguidos y negados en todos sus derechos por este gobierno.
El movimiento de defensa de la Chiquitanía que se está gestando y que está saliendo de todas las esquinas de nuestra humanidad, como ramas verdes hechas de rabia, debería tener la claridad de pedir:- La derogación del decreto que autoriza la quema- La derogación de la ley del biodiésel/necrodiésel- La suspensión del proyecto de exportación de carne a la Chinía.- La renuncia del Ministro de Defensa, por negligente- La renuncia del director del INRA y la intervención del INRA- La renuncia del director de la ABT, hoy dedicado a Sportboys, en lugar de fiscalizar la quema y tala de bosques.- La gestión de los recursos de la ayuda para combatir los incendios por parte de una comisión no únicamente gubernamental, sino que incluya veterinari@s, biólog@s y habitantes de los propios pueblos afectados, de manera que la ayuda no sea otra fuente de corrupción.- Una vez sofocado el incendio, no podemos aceptar que se loteen esas tierras, que es lo que están esperando.- Y, por último, el propio presidente Evo y el Vicepresidente deberían renunciar para hacer campaña electoral como manda la Constitución, porque ambas tareas están reñidas.En esta hora final, la presencia del supertanker es más que simbólica. El Gobierno ha contratado sus servicios, derrochando un dinero que no quiso invertir en la gente, en los pueblos amazónicos, en el cuidado del bosque o en la comprensión de la selva. Llegan los militares norteamericanos como auténticos príncipes azules, gigantes erguidos, como salvadores. Evo Morales se ha convertido en su propio enemigo.
María Galindo es miembro de Mujeres CreandoFuente: www.paginasiete.bo