El ‘juku’ rescatado tras cinco días atrapado cuenta cómo logró salvar su vida


ORURO. Dejó el trabajo de albañil pensando en ganar más dinero robando mineral, asegura que era la primera vez que entraba a la mina. Todas las entradas de Posokoni habían sido cerradas tras un enfrentamiento.
El juku, como se conoce a los ladrones de mineral fue rescatado tras cinco días

 

El pasado jueves 29 de agosto, varios grupos de ‘jukus’ (ladrones de mineral) ingresaron al interior de Posokoni, esto provocó enfrentamientos con trabajadores de la Empresa Minera Huanuni (EMH) por lo que se tuvieron que paralizar las operaciones, cerrando todas las salidas. Al interior de la mina había quedado atrapado David Daniel Navarro Mamani de 22 años de edad, que este martes logró ser rescatado tras cinco días de estar atrapado bajo tierra.Daniel está internado en el Hospital San Martín de Porres de Huanuni, aún está en proceso de recuperación, y aceptó contarle a EL DEBER lo que vivió en las entrañas de Posokoni.»El jueves a las 7 de la noche hemos entrado, en un bolsón, ahí he caído, quería tomar agua y un callejón he entrado y me he perdido. He ido por un caminito para salir y la puerta era tapado. Cavando, cavando he venido en bajada y la tierra chorrea (cae), he gritado sácame, parecía de día, estaba soleando, afuera estaba hablando la gente, pero no me escuchaban, después ha oscurecido, de nuevo he gritado y no escuchaban”, cuenta Daniel.

Después de permanecer varias horas en el interior de la mina perdió la noción del tiempo, ya separado de su grupo de ‘jukus’ no tenía otra alternativa y para sobrevivir empezó a buscar por dónde salir. Aquella era la primera vez que había entrado a una mina.“Después una piedra grande he sacado y todo ha caído, la tierra me ha tapado la cabeza, después he gritado y recién han escuchado, después con pala y picota han cavado, -no se puede me dicen, vamos a llamar tractor para cavar, aguanta nomas-, he aguantado y me han preguntado de dónde era, Colquechaca le he dicho”, contó.Navarro menciona que vive en Vilapampa, pero tiene un cuarto alquilado el Llallagua, donde sus amigos lo convencieron para que ingrese a la mina a robar mineral. No recuerda cuántos “jukus” entraron aquel día a Posokoni, pero calcula que eran unos cinco grupos.“Yo no quería venir, mis amigos me han prestado ropa, entraremos pues me han dicho. Yo trabajo allá como albañil, poquito ganas, 50 o 40 (bolivianos) apenas el jornal me han dicho, allá ganas 3 mil o 4 mil (bolivianos)”, mencionó, recordando cómo fue tentado para cometer el acto que casi le cuesta la vida.EL DEBER / Emilio Huáscar