Sistema de alarmas que nació en un barrio, se ‘exporta’ a tres municipios


El proyecto ya se aplica en Montero y está germinando en San Javier y en Pailón. Un barrio dejó de ser ‘zona roja’ para coordinar con la Policía. Un coronel que vio la publicación de EL DEBER contactó a los vecinos con el impulsor del sistema



F.Soria/M. Cornelio/H. Vaca

Hace tres meses, en el barrio Nueva Esperanza I de Montero, un grupo de vecinos capturó a un ‘experto’ en robar garrafas (tenía una colección de 17 en su casa), lo golpearon y quemaron su motocicleta. Estaban cansados de los asaltos permanentes que sucedían en el lugar y que provocaron que sean vistos como una ‘zona roja’ montereña.

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“Ahora ya no ‘jaripeamos’ (chicotear) a los maleantes; solo los agarramos y los entregamos a la Policía”, comenta Marcial David Huallpa, líder de otros 24 voluntarios de su barrio, que están organizados para patrullar y velar por la seguridad de la zona.

Pero, ¿cómo pasaron de ‘jaripear’ a los delincuentes a ser un barrio organizado que coordina con la Policía y está capacitado para intervenir dentro de lo que permiten las leyes a los ciudadanos en temas de seguridad?

El comandante regional de Montero, Rockely Romero, comenta que observó que el barrio en cuestión, que está a un kilómetro y medio del lado oeste de la avenida Circunvalación, tenía cierta organización entre sus vecinos, pero le faltaba coordinación en el marco de las leyes. Entonces recordó una publicación de EL DEBER sobre el sistema de pitos y alarmas vecinales que surgió en el barrio Guaracal de capital cruceña, por lo que contactó al creador de la iniciativa, Rubén Rocha.

A través de la Asociación de Voluntarios en Apoyo Vecinal de Santa Cruz (Advavcruz), Rocha impulsa el sistema que se basa esencialmente en la interacción entre los vecinos y que utiliza como ‘armas’ de seguridad los pitos y las alarmas para advertir situaciones de riesgo.

Alarmas, tres veces activadas

En dos meses, las dos alarmas instaladas en el barrio Nuevo Amanecer I, se activaron tres veces. En uno de los casos, los voluntarios conocieron la denuncia de un grupo de jovenzuelos consumiendo bebidas alcohólicas y haciendo escándalo en un inmueble.

La alarma sonó y un grupo de vecinos acudió al lugar donde descubrieron que había siete varones, entre mayores y menores de edad, consumiendo bebidas alcohólicas con dos menores de edad. Los entregaron a la Policía y los menores entregados a la Defensoría de la Niñez.

El otro caso fue similar, hallaron a seis varones y a una mujer, todos menores de edad, consumiendo alcohol y marihuana cerca de un canal de drenaje. Procedieron de la misma forma.

En la tercera, la víctima fue Mario Flores, quien se dedica a vender leche y tujuré en un carro jalado por caballos. Sorprendió a un sujeto desatando a su caballo para robárselo. Un tiempo antes le habían matado a otro animal.

“Como organización exigimos a nuestros vecinos afectados denunciar y hacer seguimiento a sus casos, para que los malhechores no cumplan ocho horas de arresto y queden libres”, cuenta Marcial David Huallpa.

Como ejemplo de ello, el ladrón de garrafas que capturaron, fue procesado y actualmente está preso, comenta a su vez Flores.

Organización, la clave

Rubén Rocha señala que el sistema que creó y que funciona desde 2017 en el barrio Guaracal de Santa Cruz y que se ha expandido a otros 30 barrios de la capital, funciona por una cuestión esencial: la organización de los vecinos.

“Si los vecinos no se conocen, interactúan y coordinan sus acciones, ningún sistema funcionaría”, señala. Destaca que el sistema que impulsa es accesible económicamente y práctico, pues un sistema de pitos que usan los voluntarios sirve para marcar su presencia y disuadir a sospechosos, y la activación de la alarma ya conlleva la necesidad de una aglomeración de vecinos para enfrentar una situación.

“Es un trabajo arduo y no es fácil que los vecinos se comprometan para trabajar por su seguridad… es lo que más cuesta y tal vez por esa razón muchos programas no han podido mantenerse en el tiempo. Nuestra institución de voluntarios no deja solos a los vecinos, sino que todo el tiempo los estamos monitoreando y haciendo seguimiento”, explica Rocha, quien dedica parte de su tiempo libre a esta labor.

Patrullaje y ‘carceleta’

El coronel Rockely Romero afirma que la iniciativa de alarmas sobre todo es positiva, por la organización vecinal y la coordinación con la Policía. A esto suma las capacitaciones que brindan al grupo de voluntarios, en cuanto a los procedimientos que la ley permite realizar a los ciudadanos.

Este barrio tiene una sede embargada, con cancha de pasto y tinglado; de día, gracias a un convenio con la Alcaldía, funciona como una guardería a la que asisten 48 niños entre 2 y 4 años.

Lo curioso es que tiene un ambiente en el cual hay tres baños y que al estar enrejado, por las noches funciona como una ‘carceleta’ improvisada para llevar a los sospechosos hasta que la Policía llegue para entregárselos.

Muñeco quedó ‘postergado’

Otra curiosidad es que antes de la aplicación del sistema de alarmas vecinales, los vecinos, en su mayoría oriundos del interior, estaban preparando una pancarta y un muñeco (al estilo de El Alto, dicen ellos) para colgarlo de un poste como advertencia a los delincuentes. Gracias a las alarmas, el muñeco quedó en suspenso, postergado.

Fuente: eldeber.com.bo