Sí se pudo, las ‘pititas’ pueden tumbar “tiranos y asesinos”

Roberto Méndez

“Sí se pudo”, fue el himno de libertad y democracia que cantó, este 12 de noviembre del 2019,  el pueblo boliviano, cuando, Jeanine Paz, asumió como presidenta de Estado, con la Biblia en la mano; y después de 21 días de paro indefinido, en los puntos de bloqueo “las pititas” se aflojaron y el mandatario número 65, en los 194 años de historia de Bolivia, Evo Morales, -que se había mofado del uso de esas cuerdas y de ese método no violento de protestar, terminó huyendo a México, y el socialismo siglo XXI, perforado y… el mundo asombrado.

El fenómeno social, quedará en la historia como la “Rebelión de las pititas”, en la que tras 13 años, se logró derrocar a uno de los  firmes exponentes del socialismo siglo XXI, “el indio Evo”, como le decía su par venezolano, Nicolás Maduro, ahora preocupado por que puedan imitar esa fórmula, cuando ese modelo izquierdista de Estado, basado en la economía marxista y el populismo, había empezado a levantar cabeza con el triunfo de Alberto-Cristina Fernández, en Argentina, expectante en México con Manuel López Obrador, tambaleante en Nicaragua con Daniel Ortega y consolidado en Cuba con Miguel Díaz.



Pero ‘las pititas’ pudieron más y siguieron la ruta de los “Indignados”, en España, “los chalecos amarillos”, en Francia o “La Primavera Árabe” que comenzó, como “un alboroto en Facebook”, pero que provocó que dictaduras en Túnez, Egipto, Yemen y Libia fueran derrocadas, en algunos casos empernadas hasta 40 años, como la del Libio Muamar Muhamad Abu-Minya Gadafi.

Por eso al grito de “Democracia Si, dictadura no”, le trancó al paso a Morales al recriminarle su promesa, de “gobernar escuchando al pueblo”, cuando, en base a “trampas envolventes”, logró postularse por cuarta vez, a pesar que en un referéndum del 21 de febrero del 2016, Bolivia le había dicho No y de declararse ganador de unas elecciones realizadas el 20 de octubre, en las que luego la OEA detectara que hubo fraude y a partir de ahí, se le empezara a hundir el Titanic de poder que ostentaba, cuando la Policía se amotinara después de 4 muertos en enfrentamientos, y le pidiera su renuncia, siguiendo luego las Fuerzas Armadas, la Central Obrera Boliviana y, sus aliados incondicionales, los empresarios, mientras sus ministros empezaron a saltar antes que el barco se hundiera.

Así Morales acabó derrotado. “21-F, 21d”, quedó escrito en una rotonda en la que contaron los 21 días de paro indefinido y cívicos del oriente del país, terminaran abrazados con cocaleros, mineros y ponchos rojos del occidente.

Fue una protesta pacífica caracterizada por cabildos populares y huelgas de hambre, usando métodos no violentos, que en 21 días tuvieron mayor efectividad que Nelson Mandela, quien pasó 27 años en prisión hasta conseguir la democracia y la igualdad racial en Sudáfrica.

“Cuando me desespero, recuerdo que a través de toda la historia, la verdad y el amor siempre han acabado triunfando. Ha habido tiranos y asesinos y durante un tiempo pueden parecer invencibles, pero al final, siempre caen”, decía Mahatma Gandhi, quien después de 21 años de lucha logró la independencia de India de Gran Bretaña, en 1947.

 “Sí se pudo”, fueron las primeras palabras de la presidenta Jeanine Añez, quien debe convocar a elecciones nacionales hasta el 20 de enero, en tanto que los primeros exiliados políticos del régimen de Morales empiezan a retornar al país y los presos políticos tendrán amnistía.

Pero es bueno que este cambio de timón no provoque un reinado del terror en contra de los opositores, como ocurrió luego de la Revolución Francesa y tengamos la capacidad de perdonarnos y encontrarnos de nuevo, en democracia, en la que admitamos la pluralidad de ideas, como lo planteara Nelson Mandela, sacrificando inclusive su matrimonio por la paz del país. Para que dejemos descansar en paz a nuestras “pititas” y como dice Ghandi, no existan más tiranos y asesinos.Roberto Méndez es periodista