La salud duele: pacientes hacinados en consultorios esperan una cama en el Japonés

Médicos cansados de la realidad que viven a diario han publicado fotos irrebatibles en la red social Facebook. EL DEBER pudo constatar las penurias en tres hospitales

Gina Justiniano Cuéllar
Lo que pasa adentro de los hospitales, en aquellas salas de emergencia, de reanimación, consultorios, y todos los lugares donde el ojo del ciudadano común no puede escudriñar y donde ni la imaginación más prolífica podría llegar a pensar, eso es lo que un grupo de médicos se ha animado a subir a Facebook. La página se llama Sala de Emergencia y contiene fotos de distintos hospitales de segundo y tercer nivel que muestran la cruda realidad de un día cualquiera. La iniciativa quiere hacer conocer la situación de las salas de emergencia y cómo trabaja el personal de salud; los médicos que ahí postean se preguntan ¿podemos mejorar las condiciones?Las fotos hablan por sí solas, la peor de todas muestra a un paciente literalmente en el piso, descalzo, al que están reanimando con un desfibrilador (aparato electrónico que restablece el ritmo cardiaco). “Con mucha vocación y ganas para atender, sin medios físicos para hacerlo. Ni siquiera una cama. ¡Queremos soluciones reales ya!”, escribe un médico en el muro.

Lo que la red social denuncia, EL DEBER lo pudo constatar. El primer establecimiento de salud del recorrido fue el Hospital Japonés donde, sin ánimo de exageración, es desesperante la situación.



Beatriz Cuéllar tiene 70 años, es paciente con pie diabético y requiere internación. Llegó el viernes por la noche, pero como no hay cama para internarla durmió sentada en una silla de plástico adentro de un consultorio en el que el sábado por la mañana ya había 10 personas más, acomodadas de a dos por camilla o sentadas, incluso detrás de la puerta. “Esto es increíble, no puede ser que esté sentada en una silla sin comodidad. No sabemos hasta cuándo va a estar así porque no hay dónde internarla”, se lamenta su hijo que nunca pensó vivir una situación así.

En el mismo hospital, en la sala de reanimación para adultos, el médico emergenciólogo Raúl Selum está de turno, su lugar de trabajo tiene equipos de respiradores y monitores para cinco pacientes, pero está con 11 y han llegado a tener incluso hasta 14. Durante la entrevista uno de ellos llegó convulsionando y botando líquido por la boca. Hacía un par de minutos Selum acababa de confesar: “Si llega un paciente que necesite respirador lo vamos a tener que ventilar de forma manual, precariamente” porque todos los respiradores ya tenían dueño, personas desnudas conectadas a la máquina, dormidas, a las que hay que asear, mover y regular sus respiradores. En la sala solo hay dos enfermeras para todos.

Selum explica que la de reanimación es una sala donde entra el paciente más grave, se lo estabiliza y no debería estar más de seis horas. “Si está muy grave pasa a terapia intensiva, de lo contrario se va a sala o a su casa. Pero hay pacientes internados hace seis días. Como las 14 camas de terapia intensivas están llenas, los pacientes se quedan aquí”.

Fuente: El Deber