El petróleo se desploma un 20% tras la ruptura entre la OPEP y Rusia, y aviva las dudas en los mercados

La volatilidad extrema se apodera del crudo entre el temor al avance del coronavirus y la posibilidad de una guerra de precios entre Riad y MoscúUn inversor, este domingo frente a un panel de la Bolsa de Kuwait.Un inversor, este domingo frente a un panel de la Bolsa de Kuwait.YASSER AL-ZAYYAT / AFP (AFP La volatilidad extrema se apodera del mercado petrolero. El crudo se desplomaba más de un 20% en los primeros compases de cotización de este lunes tras la ruptura del viernes entre la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y Rusia en sus negociaciones para tratar de recortar la demanda y contener así el descalabro de precios por el coronavirus. El desplome del 9% en la última sesión de la jornada pasada, sin embargo, palidece con el cosechado en la apertura del lunes, en la que tanto la cotización del Brent -el de referencia en Europa- como la del Texas -en Estados Unidos- caían a doble dígito, hasta el entorno de los 35 dólares, y alimentaban la especulación de la banca de inversión durante el fin de semana -con el poderoso Goldman Sachs al frente- sobre la posibilidad de que el desplome del barril se profundice hasta los 20 dólares, niveles de hace dos décadas. El batacazo pone contra las cuerdas a la gran mayoría de países petroleros y supone un duro golpe para un puñado de naciones latinoamericanos: Venezuela, Ecuador, México, Colombia, Brasil o Argentina, entre otros.

La apertura del lunes en las Bolsas en el Viejo Continente y en EE UU será, a buen seguro, movida: tras dos semanas de lío en las plazas financieras, las curvas parecen lejos, muy lejos de disiparse. En la preapertura, el principal índice de la Bolsa japonesa, el Nikkei, apuntaba a una caída superior al 4%, unas décimas por encima de lo que auguraban los futuros para el parqué de Nueva York. Todo, después de dos semanas en las que los grandes índices europeos se han dejado el 16% de su valor por el camino después de que se conociesen los primeros casos continentales de contagio. Los inversores han optado por refugiarse en activos históricamente mucho más seguros como el oro, el dólar estadounidense o el yen japonés.

Los grandes fondos de inversión y el resto de popes del mercado tuvieron todo el fin de semana para pensar y sopesar opciones. Y la conclusión es clara: ven un panorama mucho peor del que atisbaban el viernes pasado, ya de por sí negativo. Al temor, bien fundamentado, por que la epidemia termine por hundir la demanda de crudo -según los cálculos de la consultora IHS Markit, caerá en el primer trimestre de 2020 a un ritmo incluso mayor que en los peores momentos de la Gran Recesión- se suma ahora el desacuerdo entre la segunda y tercer mayores potencias petroleras del planeta, Arabia Saudí y Rusia, respectivamente, para tratar de reducir los bombeos y drenar así el crudo sobrante en el mercado. Era la única opción posible para compensar el batacazo del consumo y, sin pacto, no hay contrapeso posible para unos precios en caída libre. Para observar una caída intradiaria de la envergadura de la de este lunes hay que remontarse a muchos, mucho tiempo atrás: 1991, en plena Guerra del Golfo.



Ante la negativa de Rusia a aceptar la retirada de 1,5 millones barriles -una cifra gruesa: el equivalente al consumo anual de España o Italia-, Arabia Saudí ha optado por jugar a la contra. A lo largo del fin de semana, su petrolera estatal -también la mayor cotizada del planeta-, Aramco, abrió la puerta a redoblar su producción. El movimiento prendería fuego en un mercado ya de por sí muy disputado, abriendo una batalla cruenta entre dos países que llevaban más de tres años remando en la misma dirección para tratar de hacer frente al dominio estadounidense. En un giro de 180 grados tras el sorprendente y rotundo no cosechado el ahora el objetivo de Riad sería eliminar competidores, con Moscú en el punto de mira.

El reino del desierto, líder de facto de la OPEP, cuenta con una ventaja sobre el resto de países petroleros: incluso si el precio por barril cayese al citado entorno de los 20 dólares, su producción seguiría siendo rentable, algo que no pueden decir ni EE UU ni Rusia. Pero a los inversores la situación les recuerda demasiado a 2014, cuando los saudíes abrieron el grifo para tratar de expulsar a parte de los productores fracking de Texas y el botín obtenido fue mucho menor de lo esperado: quebraron muchas firmas dedicadas a la obtención de crudo por fracturación hidráulica, pero Washington acabó saliendo reforzado como primer productor mundial. En una guerra de precios, a corto plazo, solo ganan los consumidores.

Fuente: elpais.com