Beni: En San Ramón se dieron modos para hacer tratamiento con plasma hiperinmune sin tecnología


Los altos índices de enfermos y fallecidos obligaron a los médicos del lugar a ‘inventar’, previo consentimiento firmado de los familiares, que aceptaron los riesgos. Dicen que prefieren hacer eso, o caso contrario la gente muere porque no hay ni rayos X

 

Silvana Vincenti

 

No es la primera vez que la gente recurre a medidas que no han sido aprobadas por las instancias correspondientes, debido a la desesperación. Primero hubo el cuestionamiento a la Ivermectina, luego a las recetas del médico Alejandro Unzueta. Ahora, ante la impotencia de no tener condiciones, familiares y médicos de enfermos críticos de San Ramón (Beni) ‘se la juegan’ por una forma rústica de conseguir plasma hiperinmune.

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Hace tres días, el esposo y el hijo de Zora Saucedo, de 82 años, vieron cómo su cuadro se complicaba. Cuando el hijo, Jesús Zambrana, sintió que su madre se estaba apagando con una saturación de oxígeno que llegó a 50%, aceptó la propuesta de uno de los médicos del único centro de salud de primer nivel del pueblo.

Jesús Oliveira sugirió conseguir bolsas de plasma, que tuvieron que llevar desde Trinidad, y hacer un procedimiento casi manual. 

«Captamos un paciente joven que lleva más de 25 días sin síntomas. Se le sacó una unidad de sangre que se colocó de forma vertical dentro de un refrigerador y se esperó que se haga la separación de la parte sólida y la líquida (plasma, plaquetas y suero) por gravedad, tras siete horas. Luego conectamos una bolsa con otra y con dos objetos planos, manteniendo la bolsa vertical, hicimos la extracción por presión, logrando que salga el plasma limpio hacia la otra bolsa. Se obtuvieron 22 ml de plasma puro y se inició el tratamiento a la paciente», explicó Oliveira.

El joven médico sabe que se expuso a que el procedimiento saliera mal, pero dice que explicó a la familia todos los riesgos. «Pueden considerarse medidas desesperadas, pero me informé bastante antes de hacerlo, hablé con bioquímicos y hematólogos, etc.», explica.

La extracción y dosificación se hizo a ciegas, sin prueba de negativos, porque no hay, y sin tecnología de aféresis (separación del plasma).

«Estuve informándome con gente del Instituto de Inmunocompatibilidad de La Paz, me dijeron que había riesgo de carga viral, pero tomando en cuenta riesgo-beneficio, si el donante lleva más de 25 días sin síntomas, la carga viral es mínima y el riesgo de empeorar al paciente también es mínimo. Además, la condición de la paciente ya era grave», sostiene.

Dice que más de una vez se deprimió por la angustia, la impotencia y la desesperación. «Son conocidos, ya no quiero ver gente morir así. Es una experiencia muy dolorosa, ponemos todo nuestro esfuerzo y conocimiento, pero sin los medios necesarios,  como medicamentos y equipo, ese esfuerzo se vuelve nada y lo único que aumenta es el llanto de los familiares, que ven cómo su ser amado se va en un último suspiro».

Ante la posibilidad de tener algún problema legal, Oliveira responde. «¿Ha visto morir a alguien por Covid-19? Yo he visto cómo se ahogan segundo a segundo, cómo inflan su tórax, se hinchan sus cuellos y se hacen visibles sus venas. Cómo de a poco avanza la hipoxia, se ponen cianóticos, fijan la mirada y suplican que le subas al oxígeno, pero ya lo tienen en 15, lo máximo que da. Todo lo que pasamos nos va marcando, y hacer nada deja un vacío», se justifica.

Fuente: El Deber