Entre la democracia y el coronavirus

Por: Joaquín Monasterio Pinckert

Magister en Salud Pública

Diplomado en Gobernabilidad y Gerencia Política



 

Nuestro país atraviesa por la peor crisis de su historia luego de superar, momentáneamente, el periodo dictatorial de 14 años de Evo Morales, quien controló todos los poderes del Estado, despilfarrando  los ingentes recursos que ingresaron al país, por la bonanza de los precios de materias primas exportables, como nunca antes en nuestra historia.

Esta crisis, generada por el flagelo de una pandemia catastrófica, tiene tres componentes: el daño sanitario con sus efectos en la salud y la vida de la gente, el daño económico con impensables consecuencias recesivas a corto plazo y el daño político que puede derivar en el retorno de otro periodo dictatorial, de no retomarse el rumbo de la transición democrática adecuadamente.

Estos tres componentes de la crisis significan los desafíos que, poniendo a prueba nuestra capacidad de resiliencia y sensatez, deberíamos enfrentar los bolivianos en el marco de un gran acuerdo nacional entre las fuerzas sociales y políticas comprometidas con el futuro democrático y de progreso de Bolivia. Es evidente que en este propósito no hay espacio para los promotores del odio racial, la violencia y el desacato a las normas de protección ambiental y bio seguridad, como sucede en Khara-Khara y el Chapare, porque forman parte de una estrategia financiada por magnates, gobiernos populistas y el narcotráfico, para desestabilizar los sistemas democráticos en América Latina y el mundo.

En cuanto al manejo de la epidemia del covid19, debemos ser conscientes que está en una etapa de crecimiento exponencial y recién se ha podido entender que la estrategia para controlarla está en el llamado “control de foco”, como siempre se lo hizo en Santa Cruz, y ya se aplicó en Beni y Guayaquil, con buenos resultados. Este consiste en los “rastrillajes” de las periferias urbanas y provincias, con test masivos de diagnóstico, aislamiento de casos y contactos, fortaleciendo el sistema de salud a través de la dotación de ítems o contratación urgente de personal, para tratar de suplir la carencia de camas hospitalarias y de UTI. Esto permitirá aplanar la curva de crecimiento de la epidemia y reducir las proyecciones de los expertos que vaticinan 100.000 infectados hasta fines de agosto. Si el 20 % de estos deberán estar hospitalizados, necesitaremos 20.000 camas, incluyendo 5.000 de UTI, con sus debidos respiradores, para el 5 % de enfermos graves.

Actualmente Bolivia cuenta con 1,1 camas por 1.000 habitantes, es decir aproximadamente 10.100 camas, lo que significa que, para atender la demanda de hospitalización proyectada, necesitaríamos duplicar la cifra y eso es casi imposible en la situación actual del país. Además, con el porcentaje actual de fallecidos entre los contagiados, tendríamos 3.300 óbitos en agosto. Ante esta realidad lo práctico sería destinar todos los recursos humanos, financieros y equipos disponibles para la atención descentralizada de la epidemia en Santa Cruz, Beni y Cochabamba, que son los focos principales.

Esto es posible con un Acuerdo Nacional, entre los responsables del gobierno central y entidades territoriales autónomas, a través del Pacto Fiscal, para ejecutar un Plan de Contingencia debidamente financiado, con el control de focos en los departamentos mencionados.

Asimismo, se deben buscar consensos entre los líderes políticos, empresariales, obreros, campesinos, cívicos, vecinales y religiosos, para lograr tanto la reactivación económica reduciendo la pobreza, como completar el proceso de la recuperación de nuestra democracia.

Bolivia atraviesa por un periodo decisivo de su historia, debe derrotar al enemigo invisible del coronavirus y recuperar la democracia plena, luego de la negra noche dictatorial de los 14 años de Evo Morales y el MAS. Este partido apunta al supuesto descontento social por los efectos de la cuarentena y “desaciertos” del gobierno de transición, decidiendo con su mayoría parlamentaria la fecha de las elecciones generales, con la complicidad del TSE, aún en medio de la crisis de la pandemia que, como hemos descrito, todavía puede agravarse con peores daños a la salud y la vida de los bolivianos. Democracia Sí pero No así.//