¡Exprópiese!

Álvaro Riveros Tejada

 

Bajo esta ordenanza, aparentemente inocua, proferida irresponsablemente por un estólido comandante, Venezuela inició su camino hacia el caos y la tragedia. En solo siete años, el déspota había expropiado más de 1.100 compañías, con el inconfundible toque de chabacana zalamería, como el de remplazar la figura de un Ronald Mc Donald’s, por una escultura del dictador cubano Fidel Castro.



Según algunas estimaciones, el gobierno chavista destinó, en apenas dos años, más fondos para pagar expropiaciones y nacionalizaciones, que los destinados a PDVSA, la empresa estatal del petróleo. Los fondos para las expropiaciones ascendieron a la escalofriante suma de US$1.446 millones, muy por encima de la cifra destinada al gasto social, erogado entre los años 2001 al 2009.

Siguiendo ese mismo patrón de comportamiento, a partir de 2007, el Estado venezolano comenzó a tomar el poder de los sectores, hasta ese entonces privatizados, como: las telecomunicaciones, electricidad y otras grandes industrias. Nacionalizó la mayor telefónica del país, la Compañía Anónima Nacional de Teléfonos de Venezuela (Cantv) y la filial telefonía celular Movilnet, que estaban controladas por la empresa estadounidense Verizon y muchas otras

Pero la tragedia no se detuvo allí, de todas las empresas del aparato productivo que mencionamos, pronto pasaron a usurpar las tierras, bajo la perversa versión de que éstas no estaban repartidas de forma justa; es así como decretaron: “Las tierras privadas quedan sujetas al cumplimiento de la función social de la seguridad alimentaria de la Nación, debiendo someter su actividad a las necesidades de producción de alimentos de acuerdo con los planes de seguridad agroalimentaria.” Más de seis millones de venezolanos tuvieron que emigrar, a tierras extrañas, por causa del hambre y la miseria.

Fue así como, en 2010 por ejemplo, se tomaron 47 fundos en la zona sur del Lago de Maracaibo, conocida por la producción de carne, leche y plátano porque –dijeron las autoridades– el 50% de las tierras de la zona estaban en manos de un 4% de dueños, lo cual mostraba un «sistema totalmente inequitativo». A la fecha, no existe ni una sola hectárea que esté en producción.

Lo alarmante de todo lo expuesto, es la existencia de políticos que duden todavía de las causas que condujeron a Venezuela a semejante debacle, y apliquen sin ningún rubor las mismas recetas castrochavistas que la condujeron a ello. Es el caso de lo ocurrido hace unas horas en la otrora poderosa República Argentina, al expropiar el centenario y muy prestigioso grupo agroindustrial Vicentin.

Vicentin es una industria cuya historia se remonta a fines de la década de los años 20, habiendo iniciado con un pequeño comercio de acopio y ramos generales en Avellaneda, localidad situada en la provincia de Santa Fe. Años más tarde, la empresa continuó su actividad con la puesta en marcha de su primera planta desmotadora de algodón y fábrica de aceite resultante de la molienda de semillas de algodón, lino y maní. Este emprendimiento es el típico paso de la iniciativa privada y del empresario que corona con éxito su esfuerzo, hasta que llega el imbécil y acaba todo con una sola palabra ¡exprópiese!