Coronavirus: la apuesta oficial por la “vacuna argentina” y la chance real de éxito en la fase final

El avance de la pandemia

Por primera vez en la pandemia el Gobierno pudo dar una buena noticia. Pero a la vacuna que se producirá en el país le queda superar la prueba más difícil. Qué puede pasar.

 



El presidente Alberto Fernández en una reunión reciente con directivos de AstraZeneca.

Durante el anuncio del último viernes, en el que el término cuarentena cambió por aislamiento, el presidente Alberto Fernández agradeció tres veces al laboratorio AstraZeneca y a la Universidad de Oxford, autores intelectuales de la vacuna contra el coronavirus que está en fase 3 de investigación y que mAbxience producirá en Argentina para toda Hispanoamérica. La suma de gratitudes llegó a cinco tras las intervenciones de Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof.

No era para menos: la vacuna es por ahora la única luz al final del túnel que podría empezar a devolverle a la gente la vida que la pandemia le quitó a partir del 3 de marzo. El laboratorio de Garín fabricará 250 millones de dosis. “Y si no, se tiran”, afirmó Hugo Sigman, dueño del Grupo Insud, que está al frente de la producción con el respaldo económico de la Fundación Slim, de México.

Ese “y si no” que planteó Sigman es una posibilidad. Es la pregunta que todavía provoca incertidumbre. Qué chances hay de que el natural optimismo se transforme en frustración en caso de que la fase 3 de desarrollo de la vacuna no arroje el resultado previsto. Hay que esperar a que en esta etapa de prueba, con un universo mucho más amplio de voluntarios, sucedan dos cosas: que no se descubra alguna falla de seguridad o efectos adversos hasta ahora inadvertidos, y que se termine de confirmar que el poder de la vacuna es efectivo y duradero.

Hay dos elementos clave en el medicamento preventivo: la inoculación de anticuerpos contra el virus que proporcionen una reserva para hacer frente al Covid en lo inmediato, y la capacidad de “enseñarle“ a las células a generar su propio arsenal defensivo, para que la inmunidad sea sustentable en el largo plazo.

Hasta el momento, en un universo reducido de voluntarios, el desarrollo de Oxford logró un alto poder inmunológico: 91 por ciento con una sola dosis. Ahora se debe comprobar, al ampliar el universo de testeo, si esa proporción sigue siendo constante o cambia. Una posibilidad es que hagan falta dos dosis de la vacuna. Pero eso todavía no está claro.

“La realidad es que por más que la vacuna logre una inmunidad del 50 por ciento -el mínimo exigido- será mejor que no tener nada”, dice a Clarín el infectólogo Eduardo López, miembro del comité que asesora al Presidente. Los resultados de las fases 1 y 2 anunciados en julio dan crédito al optimismo, pero las pruebas se realizaron con sólo 1.077 participantes de 18 a 55 años. Ahora viene el experimento más amplio y definitivo.

Preparativos en el laboratorio mAbxience de Garín, que producirá la "sustancia activa" de la vacuna. Foto: Maxi Failla

Preparativos en el laboratorio mAbxience de Garín, que producirá la «sustancia activa» de la vacuna. Foto: Maxi Failla

Según una investigación publicada en The Lancet titulada «La estimación del costo del desarrollo de una vacuna contra una enfermedad epidémica infecciosa», sólo el 6 por ciento de los proyectos de vacunas llega al mercado. Y en la fase 3 se juegan el todo por el todo: la estimación de la Organización Mundial de la Salud para el coronavirus es que el 17 por ciento logrará superar esta última instancia de prueba. El resto alimenta las chances de que la ilusión que provoca tanto la vacuna de Oxford como las otras que corren por llegar a la venta se diluya.

Según la matemática, de las seis vacunas contra el coronavirus hoy en fase 3, al menos una debería arrojar un saldo satisfactorio. El hecho es que se necesitarán varias vacunas, de varios laboratorios, para cubrir la demanda de la población mundial en un plazo razonable. De los 165 proyectos que se lanzaron desde enero, hoy 31 cursan ensayos en humanos. Según el informe Weber, difundido por la Cámara Argentina de Especialidades Medicinales (Caeme), el saldo final con el actual volumen de proyectos sería de entre 5 y 10 vacunas disponibles.

A diferencia de los tratamientos experimentales, las vacunas están destinadas a millones de personas sanas. Por eso resulta clave tener la certeza de que sean productos farmacológicos seguros. De ahí que el anuncio de la vacuna rusa sin haber completado la fase 3 haya generado tantas dudas y rechazos en la comunidad científica internacional.

Fases de desarrollo de una vacuna

Saldada la fase 3 y suponiendo que la comercialización de la vacuna de AstraZeneca avance con éxito, quedará saber cuántas dosis regresarán a la Argentina una vez que vuelen a México para su fraccionamiento y envasado. El principio activo de la vacuna viajará congelado desde Garín y los mexicanos completarán el proceso para que todos los países hispanohablantes del continente puedan acceder, se supone, de manera equitativa.

Lo que ya se sabe es que en el primer trimestre de 2021 no habrá disponibilidad para que se pueda vacunar a toda la población argentina. Se estima que llegarán inicialmente unas 10 millones de dosis a partir de la compra que el gobierno argentino le haga al laboratorio británico-sueco. “Es la primera vez que los chicos no tendrán prioridad con una vacuna”, apunta López.

Trabajadores esenciales, adultos mayores y personas con enfermedades preexistentes estarán entre los primeros objetivos a inmunizar. Con las dosis previstas en la primera etapa, la cobertura alcanzaría a menos del 25 por ciento de la población local. El consenso científico indica que es necesario un 60 por ciento de inmunidad para que el virus pierda poder de transmisión.

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“Con el sarampión, la inmunidad está por encima del 90 por ciento”, grafica López. En el caso del coronavirus surgieron algunos trabajos que postulan que la inmunidad de rebaño podría lograrse con una proporción menor. Pero según el infectólogo, “si eso fuera cierto no se estarían produciendo rebrotes de Covid en distintas partes del mundo. Hasta ahora ningún país ha alcanzado la inmunidad de rebaño por acumulación de contagios”.

A la producción local de la vacuna de AstraZeneca se suma la prueba en fase 3 de la vacuna de Pfizer, en el Hospital Militar de Buenos Aires. El lazo con el laboratorio estadounidense es la otra gran apuesta de la Argentina, en procura de ampliar las chances de ser “amiga del campeón” y asegurarse el acceso a la vacuna con mejor suerte cuando concluyan los experimentos.