Nueve historias de bolivianos que se reinventan para sobrevivir

Eran futbolistas, músicos y profesionales. Hoy son confeccionistas, cocineros o deliverys.

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Nueve bolivianos, que bien podrían ser millones, de un día para otro se quedaron sin ingresos para sobrevivir y tuvieron que reinventarse. Recordaron viejas habilidades, desempolvaron antiguas máquinas y generaron renovadas ideas para poner en marcha sus nuevos emprendimientos.



De la cumbia al servicio de radiotaxi con Sabor Sabor

Ellos eran músicos, futbolistas o profesionales, pero tuvieron que convertirse en cocineros, confeccionistas, choferes o deliverys. No lo hicieron solos, sino que crearon verdaderos emprendimientos familiares con la participación de hombres, mujeres, ancianos y hasta niños.

El futbolista delivery que pone manos a la masa en Santa Cruz

Bolivia llega a su aniversario patrio sumida en una profunda crisis sanitaria, pero también económica, la que ha dejado a miles y miles de familias sin ingresos porque se cerraron empresas, porque fueron despedidos de sus trabajos o sencillamente porque dejaron de pagarles sus sueldos.

El estilista cochala que puso a su peluquería sobre ruedas

Pero, la crisis es la madre de la inventiva. Y los resultados, en muchos casos, son exitosos negocios en tiempos de pandemia.

Por ejemplo, el grupo cumbiero Sabor Sabor puso una empresa de radiotaxi y ahora lleva y trae a los cochabambinos escuchando sus éxitos. Tal es así que las 30 personas y sus familias que dependían económicamente del grupo ahora tienen ingresos para enfrentar la crisis.

En Pando, dos ingenieros y medio estructuran hamburguesas

Una metamorfosis parecida le ocurrió al “templo del rock” en Potosí, cuyo propietario puso un negocio de pollo al horno, parrillada al estilo chaqueño y lechón tupiceño. Wilman Romero es tarijeño, pero vive más de media vida en Potosí administrando el Chivaz Pub, por lo que, con su nuevo negocio trató de unir sus raíces tarijeñas con su amor por Potosí.

Wilman, del pub rockero de Potosí a la parrilla chaqueña

Los futbolistas tampoco la están pasando bien en la pandemia, por eso más de uno tuvo que comenzar de cero, esta vez, metiendo goles a la crisis. El jugador de Guabirá Fran Supayabe se puso, literalmente, manos a la masa. Cuando no tuvo para pagar el alquiler ni las facturas de los servicios, consiguió prestados 200 dólares para comprar un horno e ingredientes y emprendió un negocio de venta de pan con su madre y sus hermanos en Montero. Algo parecido le ocurrió a Luis Vargas, jugador que pasó por  Bolívar y  Always Ready, y que ahora junto a su esposa hace hamburguesas en el garaje de su madre, en Tarija. “Papá, tu eres el mejor papá de mundo, porque ahora que no hay fútbol, igual vas a trabajar y vas a ganar harta plata para comprarme las muñecas que yo quiera”, le dijo una mañana su hija de cinco años. Eso fue como el motor que necesitaba para salir adelante.

El tarijeño que mete goles con sándwiches y hamburguesas

Los confeccionistas también tienen inspiradoras historias de reinvención. En La Paz, el taller Bordados Colonial, que se dedicaba a hacer luminosos trajes para caporal y otras danzas, ahora borda hermosos barbijos con motivos folklóricos y con mucha identidad boliviana. El folklorista no deja de serlo por vivir en medio de una pandemia y así lo demuestran estos bordadores de la familia Velásquez y sus clientes.

En Sucre, Roberty Tórrez Villegas y su esposo, ambos profesionales, tenían una consultora que asesoraba a empresas mineras y de otros rubros. Pero, con la llegada del coronavirus tuvieron que sacar unas máquinas que ella tenía guardadas en un rincón, con las que ahora hacen barbijos para empresas de la capital.

Roberty, pausa en consultorías para resurgir en la confección

Los ingenieros también fueron golpeados por la crisis y ellos demostraron su ingenio innato para construir una nueva vida. En Pando una ingeniera que estaba realizándose como profesional de la construcción tuvo que emprender un negocio de hamburguesas para lo que hizo que una hermana que estaba haciendo un posgrado en Brasil volviera. El negocio fue tan bien que otra hermana que estaba en La Paz se les unió después. El de la idea de las hamburguesas fue el niño de siete años de la familia, que al extrañar su comida favorita sugirió el emprendimiento.

El agrónomo orureño que hace lámparas y delivery

Y en Oruro, un agrónomo con especialidad en geodesia se convirtió en delivery y, para que la crisis no apriete, retomó viejos oficios de su época de estudiante, como empastar libros y trabajar la madera.

Pero, quien rompió todos los esquemas con su reinvención fue el estilista Iván Navia, de Cochabamba, que tuvo que cerrar su salón, pero que convirtió su vieja camioneta en un salón de belleza móvil que recorre la Llajta embelleciendo, aún más, a las cochalas.

Los bordadores del folklore que reescriben su historia en barbijos

Nadie puede decir que a los bolivianos les falta inventiva y fuerza para trabajar. Nadie puede decir que este 6 de agosto no tenemos nada para festejar.