Alberto Bonadona: «Bonos no son una política económica, urge un plan»

-Al hablar de la actual crisis, algunos de los candidatos presidenciales, aluden a la crisis udepista de los años 80. ¿No son acaso crisis de diagnóstico diferente?

– Son crisis distintas. Aquella de la UDP tuvo una caída lenta y fue fruto de un proceso inflacionario tremendo. No había ninguna visión ni siquiera en cuanto a lo que  teóricamente podía hacerse en cuestión de política monetaria y política fiscal.



En cambio, la actual crisis se desata como resultado del coronavirus. Si bien la economía estaba en desaceleración porque se había acabado el gran ciclo de las materias primas, esta crisis llegó por un paro súbito de la economía. De un día para otro, todas las actividades económicas se vieron frenadas y, particularmente, todo lo que se refiere a la producción. Esto produjo desempleo, hizo caer el consumo y toda la actividad encadenada se frenó.

-Y en cuanto al impacto o los efectos, ¿cree que serán similares entre ambas crisis?

– Todo depende de qué política se va a seguir. Si seguimos una política como la convocada por la presidente Añez, resumida en acordar los bonos que se pagarán, nos dirigiremos al fondo del pozo. Iremos al fondo del pozo o más allá. Los bonos no son una política económica, urge un plan. Es una política de subvención, de apoyo al consumo, de apoyo a los grupos más vulnerables, pero no es una verdadera política económica.

Una efectiva política económica tiene que basarse en un plan integral de lo que se va a hacer en los distintos sectores. Debe determinarse cómo se van a recuperar aquellos sectores que se vieron afectados por la crisis y qué apoyo se les va a dar. Esto en términos de los dineros que debía liberar el Estado para impulsar la actividad productiva. También, por otro lado, una política clara de créditos que supone etapas de pago de intereses y pago de capitales. Y también una visión clara sobre qué se va a hacer para enfrentar el problema del desempleo.

– ¿Y cómo se financia ese plan?

– Todo eso tiene que estar financiado por el gasto estatal. Es el Estado quien tiene que gastar y, paralelamente, contar con un buen plan, un plan integral que permita salir del extractivismo. Este plan tiene que aprovechar las circunstancias que está presentando el crédito internacional porque las economías han caído. Los organismos internacionales se hallan ampliamente abiertos a otorgar facilidades de crédito. Pero deben estar respaldadas por una visión del futuro inmediato y posterior.

Un plan de corto, mediano y largo plazo que permita al Gobierno, primero, gastar ampliamente y, segundo, recibir este apoyo del crédito internacional. Esa va a ser la base para impulsar la recuperación económica y para evitar una caída hacia lo que fue la UDP. Estamos en la posibilidad de caer en una década perdida. Pero ni el Gobierno ni, aparentemente, los partidos políticos muestran claridad en cuanto a lo que se debe hacer económicamente para salir de la crisis.

– Dado que las principales fuentes de ingreso del país, como el gas, los minerales y otras áreas, cayeron, ¿a qué sectores debería apostar ese plan? ¿De qué vivirá Bolivia tras la crisis del coronavirus?

– Ningún sector tiene futuro en medio de la pandemia. El sector que tal vez tenga alguna posibilidad actualmente es el minero porque hay una demanda de algunos minerales. Bolivia es un productor de plata y de oro, y eso puede contribuir a darle algún respiro a la economía. Pero en general ningún sector tiene una salida digamos de crecimiento vertiginoso dentro del tiempo de la pandemia.  Mientras dure la pandemia el Estado tiene que pensar en adónde vamos a entrar.

Acabada la pandemia, un sector que debe convertirse en puntal de la economía boliviana es el turismo. Tiene un potencial por donde quiera que se vea en el territorio boliviano. Puede generar un ingreso de mil millones de dólares, pero esos mil millones se pueden cuadruplicar en un periodo de dos años. Eso equivale a lo que obtuvimos en la mejor época de la exportación de gas. Obviamente, por ahora, mientras seguimos con la pandemia todo eso está paralizado, pero hay que preverlo. Se irán dinamizando poco a poco algunos sectores de servicios y la construcción.

Pero, aparte de lo anterior, tiene que verse las formas de impulsar aquellos productos agropecuarios que pueden ser aprovechados plenamente. Hablo de aquellos que se puede producir en los distintos pisos ecológicos del país. Eso nos da un potencial enorme para alcanzar el desarrollo. Un desarrollo, además, amistoso con el medioambiente que es lo que están dispuestos a apoyar los organismos internacionales.

-¿Eso incluye a la agroindustria de la soya y los transgénicos que el actual Gobierno apoya?

– La soya se mantiene en un ritmo lento de crecimiento que ha llegado a producir 5,5 toneladas por hectárea. Los transgénicos ya se vienen usando por casi dos décadas en Bolivia y, sin embargo, no se ha visto que realmente se haya mejorado la productividad. Entonces, la única manera para el sector es aumentar la frontera agrícola. Eso no resulta lo más favorable para el tipo de tierra que tenemos que, más bien, es mucho más apto para otra clase de cultivos. Hay cultivos que pueden dar respuestas alimenticias a Bolivia como también servir para exportaciones altamente rentables.

-Cuando se lanzan planes anticrisis suele haber costos sociales muy altos. Ya hay voces que están pidiendo cambios en la legislación laboral. ¿Qué se deberá hacer para evitarlos?

– Ésta es una crisis muy particular. Por eso ya debía existir un plan de desempleo. Éste debía  incorporar a sectores de clase media, o sea gente profesional, a dueños de medios de producción y servicios. Ahí entran hoteles, restaurantes y tantos rubros que fueron muy golpeados por la pandemia. Sobre esa base, ese plan de desempleo tendría que ser la palanca para evitar mayores desastres de carácter social.

-¿De dónde saldrían los recursos para ejecutar ese plan?

-Esto supone una gran cantidad de recursos. Esa gran cantidad de recursos debe tenerla el Estado de impresión de dinero sacado directamente del Banco Central de Bolivia (BCB). Eso de estar lamentándose de que la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) no autoriza los créditos debería pasar a la historia. Si la ALP no quiere aprobarlo, que no lo haga. El Estado tiene una gran cantidad de recursos porque es el Estado no es una familia que depende del salario del padre o la madre.

El Estado puede autorizar el gasto fiscal financiado con crédito del BCB. Y el BCB puede imprimir el dinero que se le ocurra, tanto el que se necesita para reactivar la economía como el necesario para reimpulsar la economía. Eso es lo que se debe hacer para evitar tanto el costo en producción como el costo social.

– Un paréntesis en el tema social, ¿está de acuerdo con que se les permita a los trabajadores retirar un porcentaje de sus aportes a las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP)?

– No se debe permitir que la gente saque su plata alegremente de las AFP por mucho que haya esta situación difícil. Esa plata es para pagar pensiones y el sistema tiene que seguir funcionando y, más bien, fortalecido. Habría que hacer una reforma para que se fortalezca en todo sentido el sistema de pensiones. Algo que este Gobierno no ha planteado y tampoco he oído que ningún partido lo haya hecho, es la modificación del sistema de pensiones para fortalecerlo. Sacar dinero de las AFP implicaría debilitarlo y, además, los aportantes debilitan su futuro porque no tendrán ingresos en el momento de jubilarse.

¿Cómo se puede fortalecer el sistema de pensiones? Primero, que las pensiones que reciben las personas sean expresadas en Unidades de Fomento a la Vivienda (UFV). Ello supone una modificación paulatina de la cartera que las AFP tienen con los bancos. La banca ha eliminado arbitrariamente las UFV de los ahorros que recibe de la gente y de las AFP. Esto debe ser modificado para asegurar que las pensiones no pierdan su poder adquisitivo.

– Usted me decía que ni el Gobierno ni los partidos que van a las elecciones plantean salidas serias a la crisis. Añadió que así podríamos caer en el fondo del pozo y más allá, ¿cuál es la condición fundamental para que el país se embarque en una recuperación económica?

– Tiene que haber claridad en un programa económico de corto, mediano y largo plazo. Debe ser un programa que vaya eliminando el extractivismo e incorporando cambios fundamentalmente en la producción agrícola. Existe en Bolivia una serie de productos que pueden ser explotados y dirigidos al mercado interno como, con transformación manufacturera, hacia el exterior. Un ejemplo es la castaña de la que se puede extraer aceites para una serie de productos de diversas áreas y también alimenticios. Es un ejemplo entre muchos. Están el cupuazú, el asaí, la cañahua, el tarwi …muchos que, incluso, pueden ser obtenidos únicamente en Bolivia.

Esos son los productos que deben recibir el apoyo para un gran desarrollo a futuro. Pero no hablo de un futuro de muy largo plazo. En el largo plazo ya se podrá desarrollar transformaciones manufactureras con alto valor agregado. Pero en el corto plazo se puede ir modificando paulatinamente, sobre todo, el sector agrícola, y con gran apoyo del turismo respaldado estatalmente.

Ese plan puede ser financiado con recursos del Estado y con un apoyo enorme por parte de los organismos internacionales. Economistas de gran peso están pidiendo que se otorguen grandes créditos a países como el nuestro, a tasas de interés muy bajas y con criterios concesionales. Entre ellos están quienes sacaron el Nobel el año pasado, también Carmen Reinhart (jefe de economistas del Banco Mundial) y Kristalina Georgieva (directora del Fondo Monetario Internacional). Eso debe aprovechar Bolivia, pero no lo hará simplemente extendiendo la mano, sino con un plan coherente. Un plan muy bien pensado y que permita revolucionar la economía nacional.

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  • PERFIL: Alberto Bonadona Cossío es economista senior con más de 30 años de experiencia. Realizó sus estudios en las universidades Católica de Bolivia (licenciatura), Colby College y Pittsburg (Maestría) en EEUU. Ha sido consultor internacional y ejerce como catedrático de grado y posgrado en universidades estatales y privadas. Ha publicado tres libros y es columnista en diversos diarios nacionales.

Fuente: lostiempos.com