Hamilton alcanzó el récord histórico de Schumacher: ¿es el mejor piloto en la historia de la Fórmula 1?

El inglés ganó en Nürburgring y con 91 victorias igualó al Kaiser. Podrá batir marcas y es posible que sea el más laureado, aunque hay puntos a favor y en contra para ser considerado el más grande. Cuando la estadística se enfrenta a otros factores.

 

Hamilton celebra tras ganar el Eifel Grand Prix (FIA/Handout via REUTERS)

Hamilton celebra tras ganar el Eifel Grand Prix (FIA/Handout via REUTERS)



 

El debate será eterno. Cada vez que se baten récords o un piloto se convierte en el hombre a superar nace el interrogante de si es mejor de la historia. Gracias a su triunfo en el Gran Premio de Eifel corrido en Nürburgring, Alemania, Lewis Hamilton alcanzó el récord de 91 triunfos de Michael Schumacher y con seguridad este año batirá esa marca. Además, es un hecho que el inglés empatará al alemán en cantidad de títulos, siete. El piloto de Mercedes se encamina a ser dueño de la mayoría de los números históricos de la categoría. Pero, ¿eso lo convierte en el número 1 en los 70 años de la Máxima? Hay puntos a favor y en contra. El análisis se basa en elementos subjetivos y hechos concretos.

A favor

Estadista. Primero hay que destacar a Hamilton abajo del auto. Estar en el lugar y momentos indicados es la premisa que tienen todos los pilotos. Algunos están donde pueden. Pero el británico supo elegir y acertó en sus decisiones. Se ganó un lugar en McLaren desde aquella vez que con diez años encaró al por entonces jefe de McLaren, Ron Dennis, y le pidió una oportunidad. Con sus méritos en el karting fue reclutado por el equipo de Woking. Otra gran decisión fue su pase a Mercedes desde 2013 para reemplazar al propio Schumacher, que se retiró a fines de 2012.

Saber manejarse en los boxes, contar con la mejor información y hacer la inteligencia debida le permitió a Hamilton dar en la tecla con su llegada a Mercedes. Es evidente que el inglés hizo algún estudio previo sobre cómo venía el trabajo del equipo alemán con los motores híbridos (a combustión y eléctricos), que debutaron en 2014, año en el que arrancó su dominio y que solo se interrumpió en 2016 por medio de Nico Rosberg. Sus 261 carreras en la F-1 y todos sus campeonatos fueron con un motor Mercedes, desde el primero de 2008 con McLaren hasta los conseguidos con el team germano (2014, 2015, 2017, 2018, 2019).

Mente de acero. Correr con el mejor auto no es tarea fácil. Esto puede jugar en contra. Lewis sabe llevar la mochila de presión de tener la obligación de ganar. Lo hace con su talento, pero le suma su convicción. Quiere demostrar que es el mejor y cuando roza la perfección es imbatible. Además, si le toca venir desde atrás es un depredador en la pista, cada vez que olió sangre en alguno de sus rivales fue letal.

Maneja muy bien la carrera psicológica. Sabe trasladar la presión a sus rivales. Ya sea con declaraciones destacando el motor de otro equipo, o cuando echó un vistazo en los autos de sus rivales después de alguna clasificación. Sabía que lo filmaban y lo usó como estrategia para transmitir una preocupación que de verdad para él no existió, pero puso en la agenda el tema.

Es cierto que desde que llegó Valtteri Bottas tuvo el rol de ser su escudero, pero Hamilton demostró por qué se ganó ese derecho antes de la incorporación del finlandés. Pasó lo mismo con Schumacher cuando tuvo de compañeros en Ferrari a Eddie Irvine y Rubens Barrichello. El alemán se ganó el derecho de ser el patrón de la Scuderia. Cuando un corredor es un líder y el resto se encolumna detrás, aparecen los resultados. La combinación de talento, mejor auto y equipo ordenado, dan como resultado las rachas históricas.

Personalidad. Vinculado al punto anterior. Lo dejó en claro desde su debut en la F-1 en 2007 cuando se le animó al mano a la mano interno al entonces bicampeón, Fernando Alonso. Es verdad que era el protegido de Dennis, pero con 22 años bancó la parada y le peleó el campeonato al español y a Kimi Räikkönen, a la postre campeón esa temporada, con Ferrari.

Focalizado. El automovilismo es su prioridad. Vive por y para este deporte. En los últimos tiempos no se le conoció alguna pareja y a sus 35 años -por ahora- no decidió formar una familia. En esto se lo puede comparar con Ayrton Senna, quien siempre puso a su profesión por encima de todo. Es relativo el asunto: Schumi fue bicampeón con Benetton en 1994 y 1995, año en el que se casó. Supo llevar su vida personal y la laboral en el máximo nivel, ya siendo un número uno.

Sus récords. En condiciones normales, este año se convertirá en el piloto con más victorias e igualará la marca de siete coronas de Schumi. Habrá conseguido un título cada dos años: 7 en 14 temporadas. Es el único en consagrarse en tres décadas distintas: 2000, 2010 y 2020. Y también domina la estadística en:

Poles positions: 90 (36,78 %).

Podios: 160 (61,30 %).

Puntero: en 22 carreras lideró todas las vueltas (3 más que Ayrton Senna).

Cantidad de carreras en las que sumó puntos: 224 (3 más que Michael Schumacher) y un porcentaje del 85,82 %.

Puntos: 3.661 (le sigue Sebastian Vettel con 3.002). Hay otras marcas en las que domina en la cosecha de unidades, pero cabe aclarar que el sistema de puntuación varió a lo largo de la historia.

Más certero que Schumi. Cuando termine 2020, Hamilton habrá largado 267 carreras y disputado 14 temporadas para capitalizar su eventual séptimo cetro. Para la misma cantidad de coronas, Michael Schumacher corrió 306 competencias y 19 campeonatos.

Hamilton y el casco de Michael Schumacher, que le regaló Mick, hijo de la leyenda alemana (REUTERS/Bryn Lennon)

Hamilton y el casco de Michael Schumacher, que le regaló Mick, hijo de la leyenda alemana (REUTERS/Bryn Lennon)

 

En contra

Menos efectivo que Fangio. Hamilton podrá transformarse en el más campeón de la historia, pero hay una marca que aún prevalece y es el porcentaje de efectividad en triunfos de Juan Manuel Fangio. (24) sobre competencias corridas (51): 47,05 %. Le sigue Alberto Ascari (13/33), con 39.39%. Lewis completa el podio (91/261), 34.87 %.

Otro ítem en el que manda el Chueco es que fue campeón con cuatro equipos: Alfa Romeo, Mercedes, Ferrari y Maserati. Comparaciones con los otros más laureados:

Michael Schumacher, 7 títulos (Benetton y Ferrari).

Lewis Hamilton, 6 títulos (McLaren y Mercedes).

Alain Prost, 4 títulos (McLaren y Williams).

Sebastian Vettel, 4 títulos (Red Bull).

Sir Jackie Stewart, 3 títulos (Matra y Tyrrell).

Ayrton Senna, 3 títulos (McLaren).

Niki Lauda, 3 títulos (Ferrari y McLaren).

Nelson Piquet, 3 títulos (Brabham y Williams).

Jack Brabham, 3 títulos (Cooper y Brabham).

Detrás del Escocés Volador. El Grand Chelem es un título simbólico que es cuando un piloto logra en una misma fecha la pole positions, victoria, lidera todas las vueltas de la carrera y el récord de vuelta. Hasta ahora el que encabeza ese ranking es el recordado Jim Clark, que en ocho oportunidades se quedó con todo. Hamilton suma siete, pero con 189 carreras más que el Escocés Volador. El británico, campeón en 1963 y 1965, es considerado uno de los mejores de la historia y su accidente fatal en una carrera de la Fórmula 2 en 1968 truncó su gran trayectoria.

Sin la épica de Senna. El brasileño tenía otra impronta. Dentro y fuera de la pista. Arriba del auto fue el mejor bajo la lluvia. Con Alain Prost protagonizó el duelo más fuerte en 70 años. Tuvieron dos definiciones con toques incluidos en Japón (1989 y 1990). También, fue un velocista nato cuyo récord de 65 poles positions recién lo alcanzó Michael Schumacher en 2006 y el propio Hamilton en 2017, ambos con muchas más carreras que Ayrton.

Hamilton no tuvo un Gran Premio de Mónaco de 1984, en el que Senna con un Toleman y bajo una lluvia torrencial casi le gana a Prost (si la carrera no se daba por terminada, era de Ayrton). Tampoco una victoria ante su gente con un coche que no fuese el más competitivo como el que obtuvo el brasileño en Interlagos en 1993. O ganar cuatro lugares antes de cumplir la primera vuelta, capturar la punta y vencer en Donington, Inglaterra (Gran Premio de Europa), también en 1993.

A su manera combatió el sistema y eso lo llevó a tener problemas políticos con el entonces presidente de la Federación Internacional del Automóvil (FIA), Jean-Marie Ballestre. Y hasta llegó a abandonar una reunión de pilotos por no estar de acuerdo con una decisión, algo impensado en la actualidad.

Sin el desafío de Schumi. También a Hamilton le faltó algo que hizo Michael Schumacher y que fue jugársela por un cambio. Apostar a un desafío deportivo. Es verdad que el Kaiser fue a Ferrari sabiendo que tenía un dream team con el mejor jefe de equipo, Jean Todt (hoy presidente de la FIA) y el responsable técnico, Ross Brawn (ocupa el mismo cargo en la F-1). Pero al alemán tragó veneno. Le costó y se consagró recién en su quinta temporada con la Scuderia. Lewis esperó dos años para ser campeón con Mercedes.

El factor humano. Relacionado al punto previo. Es verdad que hubo años en los que no tuvo un el mejor auto como entre 2009 y 2013 (igual ganó 12 carreras en ese período). Aunque hubiese sido interesante verlo en Ferrari o en Red Bull para demostrar que podía ir más allá del coche. Que el piloto estaba por delante del medio mecánico.

A esta altura es un hecho su renovación con Mercedes y si bien hoy un piloto de élite puede correr hasta los 40 años (un ejemplo es Räikkönen), si Lewis cambiara de equipo ya habrá quemado sus mejores años. Encima hay una guardia joven que lideran Max Verstappen y Charles Leclerc, que con los nuevos autos en 2022 es posible que el panorama actual cambie.

Correr en Ferrari le hubiese dado un plus emotivo. Hamilton tuvo la chance cumplir esa combinación que no se dio con su gran ídolo, Ayrton Senna…

Lejos de la gente. Es lo más subjetivo de este análisis. Un ídolo se hace por sus méritos deportivos (Hamilton le sobran), pero también por su llegada con la gente. Aún no terminó de meterse en el corazón de la mayoría de los hinchas del automovilismo. Sebastian Vettel y Kimi Räikkönen son más queridos por los fierreros.

En los últimos años Lewis se alejó del contacto real con sus seguidores. Se comunica por sus redes, pero escribe o sube fotos, no interactúa. Cuando el público podía acudir a un circuito en condiciones normales, era casi imposible tener una foto con él. En Brasil 2019, por ejemplo, fue el único que entró y salió del autódromo de Interlagos escondido. Raro, porque San Pablo es la tierra de Senna…

Sin embargo, es muy influyente fuera de la pista. Se muestra comprometido con temas extra deportivos como su lucha contra el racismo (participó de una marcha) y el cuidado del planeta (tendrá un equipo en la nueva Extreme-E, la categoría de SUV eléctricos). Son actitudes muy loables, pero que no potenciaron su popularidad con el seguidor de la Máxima.

Conclusión. Hamilton es el más destacado de la F-1 contemporánea. En los últimos quince años, sin dudas. Supo capitalizar su talento y el auto más competitivo con buenos resultados. Pero, más allá de que logre ocho campeonatos, sea el más laureado o siga batiendo récords, eso no significa que sea el mejor de todos los tiempos.

Hace unos días Sir Jackie Stewart (tricampeón 1969, 1971 y 1973) aseguró que “para mí Fangio fue el mejor, seguido de Clark y Senna. Decir que Lewis es el más grande sería difícil para mí”.

Por otro lado, lo más importante es que para que hoy haya un Hamilton, antes hubo un Schumacher, un Senna, un Stewart, un Clark y un Fangio. Estos grandes motivaron a distintas generaciones. Y ahora el inglés lo hace con los chicos que recién empiezan.

Por último, a favor o en contra, lo nadie puede discutir es que Lewis Hamilton hizo historia en la Máxima y en el deporte en general. Se va a hablar de él por décadas, hasta que aparezca otro que lo supere al menos en los números y arrancará otro debate por si es el mejor de la historia.

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Fuente: infobae.com