Después de los devastadores huracanes, una caravana de hondureños busca llegar a EEUU

Aproximadamente medio millar de personas salió caminando de San Pedro Sula el miércoles para atravesar varios países en la búsqueda de mejores oportunidades luego de perder sus hogares y trabajos con las tormentas que azotaron a Centroamérica

Hondureños participan en una nueva caravana de migrantes hacia los Estados Unidos, al salir de San Pedro Sula el 9 de diciembre de 2020. REUTERS/Jose Cabezas
Hondureños participan en una nueva caravana de migrantes hacia los Estados Unidos, al salir de San Pedro Sula el 9 de diciembre de 2020. REUTERS/Jose Cabezas

 

Cientos de hondureños salieron el miércoles por la noche caminando de San Pedro Sula, en el norte del país y una de las zonas más devastadas por los últimos huracanes, con la intención de llegar en caravana a Estados Unidos. Sin embargo, menos de 24 horas después, antes de llegar a la frontera con Guatemala, un reten les frenó y comenzó a devolver a muchos que no tenían documentos.



“¿A qué vamos a regresar allá atrás?”, preguntaba el jueves por la tarde a los agentes Angela Castellano, una hondureña que viajaba con su bebé y su marido, recién despedido de la finca bananera de donde trabajaba.

“Perdí todo, pasaporte de mi niño, su ropa, todo, no es justo lo que nos hacen”, agregó llorando la mujer, una de las muchas afectadas por las recientes tormentas. “¿Cómo le digo a mi hijo: ‘no tengo casa, no tengo comida para darte’? El niño solo llora por leche”.

En torno a medio millar de personas salieron el mismo día, muchas de ellas tras haberlo perdido todo con los últimos huracanes. El grupo se formó justo una semana después de que el gobierno hondureño visitara Washington para pedir ayuda ante las graves inundaciones y cuando hay organizaciones humanitarias que alertan de los riesgos de nuevas oleadas migratorias.

Menos de 24 horas después de empezar a caminar, muchos fueron retornados hacia San Pedro. Las fuerzas de seguridad hondureñas, apostadas en la carretera pocos kilómetros antes de Agua Caliente, frontera con Guatemala, pedían a los migrantes su pasaporte o célula de identidad y una prueba de COVID-19. Si no tenían los documentos, no les dejaban avanzar.

Solo entre 150 y 200 personas esperaban sentados el jueves por la tarde en la carretera con la intención de seguir camino hacia el norte.

Hondureños rezan antes de partir en la nueva caravana de migrantes en San Pedro Sula el 9 de diciembre de 2020. REUTERS/Yoseph Amaya
Hondureños rezan antes de partir en la nueva caravana de migrantes en San Pedro Sula el 9 de diciembre de 2020. REUTERS/Yoseph Amaya

El último intento de migrar en grupo fue en octubre, pero la caravana fue disuelta por las fuerzas de seguridad guatemaltecas. Ahora, ha quedado minimizada antes incluso de salir de Honduras.

Desde octubre, a la pobreza, la violencia y los efectos de la pandemia se sumaron los huracanes Eta e Iota que, según organizaciones internacionales, afectaron a más de cuatro millones de centroamericanos, tres millones de ellos hondureños.

Muchas caras reflejaban la desesperación. “Vamos aquí con lo que nos dejó el huracán solamente”, comentó Edgardo Calderón, de Lima, en el departamento de Cortés, quien después de perder todo decidió irse con parte de su familia y aventurarse “a ver qué pasa”.

Una de las regiones más afectadas fue el Valle de Sula, una zona industrial y agrícola donde se produce prácticamente el 45% de los ingresos del país. El valle tuvo pérdidas masivas de cultivos, lo que ha hecho que varias organizaciones no gubernamentales hayan empezado a temer una escasez de alimentos. Y al quedar muchas empresas dañadas, también se espera una oleada de despidos.

Imagen de archivo. Una mujer se encuentra fuera de su casa dañada por las fuertes lluvias causadas por el huracán Eta, en Pimienta, Honduras. 6 de noviembre de 2020. REUTERS / Jorge Cabrera
Imagen de archivo. Una mujer se encuentra fuera de su casa dañada por las fuertes lluvias causadas por el huracán Eta, en Pimienta, Honduras. 6 de noviembre de 2020. REUTERS / Jorge Cabrera

“Estamos buscando los mecanismos para una reconstrucción social y económica sostenible, para que evitemos esa migración que muchas veces pone en riesgo a las personas que lo hacen”, indicó Rosales después de reunirse con altos funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos y mantener encuentros con distintas instituciones multilaterales.

Desde fines de noviembre pequeños grupos de menos de una decena de personas comenzaron a irse del país pero muchos de los miles que estaban en los refugios ya habían adelantado su intención de sumarse a una caravana en el momento en que se formara.

Sin embargo, eso no significa que el viaje hacia el norte sea más sencillo.

Los centroamericanos comenzaron a migrar en caravanas hacia el norte sobre todo desde fines de 2018. Organizados a través de las redes sociales, se sentían más seguros al viajar en grandes grupos y evitaban así tener que contratar a traficantes. No obstante, de forma paralela, miles de centroamericanos siguieron utilizando a las mafias para llegar hasta Estados Unidos.

Ese flujo de migrantes que quería cruzar ilegalmente bajó a a finales de 2019 pero ha vuelto a incrementarse en los últimos meses. Según los datos de la Patrulla Fronteriza estadounidense, las detenciones de migrantes en la frontera suroeste de Estados Unidos subieron un 50% en octubre con respecto al año pasado.

Hondureños participan en la caravana migrante, que se dirige a los Estados Unidos, en Cofradía, Honduras, el 10 de diciembre de 2020. REUTERS/Jose Cabezas
Hondureños participan en la caravana migrante, que se dirige a los Estados Unidos, en Cofradía, Honduras, el 10 de diciembre de 2020. REUTERS/Jose Cabezas

Los expertos afirman que una de las razones es la crisis económica generada por la pandemia que, en el caso de Honduras, se suma a la sequía y a los huracanes.

Las posibilidades de llegar a Estados Unidos o incluso a México son escasas debido a las restricciones de movilidad por la pandemia y al reforzamiento de los controles migratorios que se pusieron en marcha desde 2019 tanto en México como en Guatemala y Honduras por la presión de Trump. Pero los migrantes no desisten.

“Vamos a ver si mejoramos, a trabajar vamos, a luchar”, afirmó Reyes.

Por DELMER MARTÍNEZ y CLAUDIO ESCALÓN (Associated Press)

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Fuente: infobae.com