Filemón Escóbar fanático troskysta convirtió a su fuente laboral, el Nivel 42 de la mina de Siglo XX, en un instrumento poderoso de presión sindical ante la Corporación Minera de Bolivia. Me explico: Trabajador de interior mina, Filemón más conocido por “Philipo” dentro de su mundo de agitación política hizo del Nivel 42 la célula porista (del Partido Obrero Revolucionario) la más efectiva de todo el sistema de COMIBOL, 16 grandes empresas nacionalizadas con cerca de 30 mil trabajadores mineros.
Cada vez que la Empresa Catavi acusaba un conflicto ahí estaba Philipo desde su célula con muy pocos obreros, pero “de función clave” para mover la producción. En efecto, si mal no recuerdo tenía que ver con el control de los ascensores (jaula) que transportaban a los socavones del interior y que necesariamente era el punto vital para todo el movimiento productivo. Pasado el tiempo y utilizando el mismo patrón, Kara Kara (botadero municipal del Cercado) se ha convertido en punto clave para chantajear con todo motivo a la Comunidad, al punto que se registran 16 paros en el 2020, por los más diversos motivos.
Conflictuar Kara Kara significa impedir el descargo de carros basureros por tanto la acumulación de basura por toda la ciudad, lo que llama la atención por los malos olores, el triste espectáculo de residuos desparramados en torno a los contenedores que ya tan pronto como tres días, dejan sentir su maloliente “presencia”. No obstante las protestas de los vecinos, la autoridad nada puede contra las puertas cerradas de la terminal. 500 toneladas por día, dan por resultado en algo más de una semana 5.000, y esto lo saben bien “los dirigentes karakareños” que siempre resultan gananciosos, o sea obtienen sus propósitos. “Sus dirigentes” a diferencia de Philipo fundador del MAS y dirigente masista hasta cuando rompió con Morales Ayma resultando expulsado de las filas masistas y ya transformado en “un patricio” mostró su gratitud a la Iglesia Católica que le salvó la vida y reencaminó sus pasos en grado altamente constructivo.
Kara kara no tiene jefes visibles, se escudan tras el anonimato y ni siquiera se identifican en los acuerdos con la oficialidad con la que pactan e ingresan en tregua hasta el próximo conflicto que no tarda en aparecer. O sea, este método de chantajear, extorsionar al cochabambinismo, no debe persistir. Tiene que desaparecer sea por la creación de un nuevo botadero, o simplemente por el imperio de la Ley y la cordura. Los ciudadanos tendrían que poner coto a tanto atropello.
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