Karen Longaric, la excanciller de Bolivia y reconocida especialista en temas internacionales, conversó esta semana con OH! La diplomática recordó algunos de los problemas que debió enfrentar en la compleja coyuntura que le tocó vivir. También remarcó lo que considera que deben ser las bases de una adecuada política exterior boliviana.
– Se observa frecuentemente que la política exterior boliviana, a diferencia de otros Estados, es demasiado influenciada por los gobiernos de turno. De ser así, ¿cómo considera que debería protegerse los intereses del Estado, a nivel de las Relaciones Exteriores, para evitar que esa influencia resulte nociva parare el país?
– Primero, en Bolivia debe haber un consenso político sobre cuáles son los objetivos priotarios de la politica exterior. Un ejemplo claro es el tema marítimo, que pese a que muchos gobiernos lo usaron con fines de política interna, en general se ha mantenido como una prioridad. Por otra parte, considero que la defensa de la soberanía nacional en su más amplio entender, y también la promoción y defensa de los intereses económicos del país deben ser política de Estado. Un consenso claro respecto a las prioridades del Estado, aseguraría una política exterior sostenida.
Al mismo tiempo, para cumplir los objetivos de la política exterior, es absolutamente necesaria la profesionalización e institucionalización del servicio exterior. Durante mi gestión aprobamos un moderno y estricto reglamento para el escalafón diplomático, así como el nuevo escalafón, el primero en 16 años. La aprobación de este nuevo escalafón se debe, primero, a la obligatoriedad de cumplir con la Ley 465, de 23 de diciembre de 2013, que establece un plazo de dos años para implementar la estructura organizativa y adecuar las normas internas, plazo que el gobierno de Evo Morales no cumplió. Segundo, estoy convencida de que, sin recursos humanos profesionales y altamente especializados, será imposible implementar la política exterior boliviana de una manera eficaz. Por eso, considero un grave error prescindir de casi todos los funcionarios de carrera por motivos políticos, como lo hace el actual gobierno. Estos funcionarios que fueron despedidos masivamente son diplomáticos de carrera y no funcionarios políticos.
En mi gestión, como en ningún otro gobierno, la gran mayoría de los funcionarios en Cancillería y en el servicio exterior fueron funcionarios de carrera, egresados de la Academia Diplomática o profesionales con amplios conocimientos y experiencia en política internacional. Como en todos los gobiernos, hubo algunas designaciones políticas por parte de Palacio de Gobierno, pero fueron una pequeña minoría.
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– ¿Cuánto considera que se avanzó o retrocedió en las últimas décadas en ese sentido?
– Es necesario diferenciar varios conceptos. Por un lado, si bien es cierto que muchos gobiernos usaron temas de Estado como el tema marítimo con fines de política interna, fueron pocos los gobiernos que ideologizaron las relaciones exteriores, dejando a un lado los intereses patrios para promover los intereses políticos de algunas corrientes ideológicas, como lo hizo el gobierno de Evo Morales.
Desde la recuperación de la democracia en 1982 hasta el año 2006, se mantuvo una posición de no alineamiento en la política internacional. A partir del primer gobierno del MAS, se hiperideologizó la agenda internacional boliviana, alineándola a la Venezuela de Chávez y Maduro, y anteponiendo los intereses de los países del socialismo del siglo 21 a los intereses de Bolivia.
– ¿Cree, como ha dicho el nuevo Canciller, que “en un año nos borraron del mapa de las relaciones multilterales”?
– El canciller Mayta parece que aún no se ha informado del excelente trabajo que hicimos, o no se da cuenta cómo se configura el mapa de las relaciones internacionales, más allá de lo que es Venezuela o Cuba. El manejo de nuestras misiones diplomáticas ante organismos internacionales como la OEA, NNUU, Unesco, Unión Europea, Ginebra fue impecable por la gestión que realizaron destacados profesionales, especialistas en temas multilaterales que estuvieron a cargo de nuestras misiones ante esos organismos internacionales, y por la conducción sobria y profesional de la Cancillería.
El canciller Mayta se quejó de que hubiesemos salido del ALBA y de la Unasur. Le recuerdo que la Unasur prácticamente no existe, sus únicos miembros son Venezuela, Guyana, Surinam y ahora Bolivia nuevamente. Por otro lado, el ALBA nunca ha sido un organismo multilateral, sino simplemente un foro político circunstancial, un altavoz para Chávez y Maduro. Respecto a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), Bolivia nunca ha dejado de participar en los mecanismos técnicos de dicha comunidad, simplemente suspendimos nuestra participación en algunas reuniones políticas por una serie de desplantes iniciales por parte del gobierno mexicano, quien posteriormente rectificó su apreciación hacia el gobierno de transición.
Por otro lado, durante mi gestión, ingresamos como observadores a Prosur (Foro para el Progreso de América del Sur), organismo que aglutina a todos los países democráticos de la región, es decir, todos menos Venezuela. También ingresamos al Grupo de Lima para ayudar a buscar una solución democrática que acabe con la dictadura de Maduro. No olvidemos que el tema de Venezuela es el más visible en nuestra región, y todos los países democráticos han sido claros y contundentes en la condena a la dictadura venezolana. Para Bolivia, ser parte de un foro internacional de perfil tan alto, nos ha dado la posibilidad de interactuar y dialogar activamente con las potencias democráticas del mundo. El contraste es claro: nuestra orientación en las relaciones multilaterales fue hacia el mundo, y la orientación de la política internacional del MAS es hacia la Venezuela de Maduro.
– ¿Qué tan sensible es Bolivia a las intromisiones de otros países en sus intereses?
– Creo que con gobiernos hiperideologizados como el de Evo Morales fuimos muy influenciables, especialmente por la corriente populista y totalitaria del socialismo del siglo 21. En realidad creo que durante el gobierno de Morales es cuando hubo una manifiesta injerencia de algunos países en los asuntos internos de Bolivia y usufructuaron de nuestros recursos. Es precisamente a raíz del fraude electoral y la renuncia de Morales, que muchos de sus aliados se inmiscuyeron en la política interna de Bolivia, en especial Argentina. Recordemos las desafortunadas declaraciones y acciones de muchos funcionarios del gobierno de Fernández, que violaron claramente las normas del derecho internacional, de la diplomacia y de la buena vecindad.
– La crisis política que afecta al país ha derivado precisamente en denuncias de intromisión y, a la vez, en la necesidad de pedir la llegada de organismos internacionales para que tengan una especie de roles mediadores. En ese marco, ¿qué opina de la llegada de la comisión de la CIDH para investigar los hechos de fines de 2019?
– La invitación que hicimos a la CIDH en diciembre de 2019 obedeció a la necesidad de esclarecer los hechos violentos ocurridos en los últimos cuatro meses del pasado año y así evitar que se construya una narrativa falsa y victimizadora obsecuente al MAS. Es más, llegamos a un acuerdo con la CIDH para que en 2021 envíe una misión a investigar in situ las violaciones a los DDHH que se produjeron entre 2006 y septiembre de 2019.
La labor investigativa de organismos internacionales de DDHH no puede considerarse como una intromisión porque su rol debe ser investigar in situ y de manera objetiva las violaciones que vulneren los tratados internacionales sobre derechos humanos. Estas misiones deberían ser imparciales y absolutamente técnicas. Es así que durante las conversaciones que sostuvimos con la CIDH, llegamos a acuerdos concretos respecto al perfil apolítico que deberían tener los expertos que conformarían el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI). Esperemos que la CIDH cumpla con sus compromisos y evite una politización de este tema tan delicado. Por el momento, las señales que ha dado el GIEI son mixtas, sucedieron hechos desafortunados como las agresiones a Casimira Lema o la incorporacion a la testera de una activista vinculada a Morales.
– Yendo a las relaciones con países específicos, ¿qué opina de nuestra relación con Argentina? ¿Qué factores deberían ser de especial cuidado en este tiempo?
– En las relaciones con el gobierno argentino de los Fernandez siempre prevalecerá lo ideológico. En esos términos, no se puede hablar de relaciones intergubernamentales ni interestatales, sino simplemente de relaciones interpartidarias. Es así que no obstante haber tratado de mantener relaciones civilizadas, en el marco del interés que demanda la vecindad geográfica, esto no se pudo porque Kirchner y Fernández priorizaron su amistad con Evo Morales, sustentada seguramente en intereses personales o políticos. Aun así, durante el gobierno de Jeanine Áñez, Bolivia prestó importante colaboración a localidades fronterizas argentinas, como Los Toldos, en la época dura de la pandemia.
– ¿Y con Brasil?
– Es diferente, Brasil tiene una política exterior seria y sostenida. Ellos primero priorizan los intereses del Brasil. Dada la profesionalidad de su Cancillería, las relaciones con Brasil han sido fluidas, en un marco de respeto mutuo, de cooperación y con la gran virtud en diplomacia que es la predictibilidad. En general, en las últimas décadas, la Cancillería de Bolivia ha encontrado en Itamaraty un interlocutor serio. Repito, esto se debe al profesionalismo de la Cancillería brasileña.
– En este tiempo de sucesivos cambios, ¿qué cuidados se debería tener en nuestra política exterior en las relaciones con países con quienes en su gestión se desataron roces? Pienso en Venezuela, Cuba, México, y aquellos cuyos gobiernos guardan ciertas afinidades coyunturales.
– Creo que las relaciones del gobierno del presidente Arce Catacora con Venezuela, Argentina, Cuba y México volverán rápidamente a ser fluidas, porque los une la afinidad y cooperación política de proyectos populistas.
En realidad en mi gestión no hemos prestado mucha atención a la relación con esos países y tampoco nos inquietó que ellos se mostraran renuentes a dialogar con nosotros. Usted sabe que el gobierno de Maduro ha sido proscrito por las democracias del mundo, y Cuba y México no son significativos para nuestras relaciones económicas, comerciales o de inversiones. Respecto a la Argentina, su intromisión en los asuntos internos de Bolivia fue grosera y así lo denunciamos ante el mundo entero.
Por otra parte, me siento plenamente satisfecha por la gestión realizada tanto en el plano multilateral, como respecto a nuestras relaciones bilaterales, que exceptuando a los países mencionados, fueron muy dinámicas.
Durante mi gestión Bolivia y Chile –por primera vez en la historia– suscribimos un comunicado conjunto, respecto a la cooperación y las repatriaciones durante la pandemia. Creo que este puede ser un hito importante para distensionar y normalizar las relaciones con Chile. También tuvimos una excelente relación con la gran mayoría de países latinoamericanos, que fue especialmente estrecha con los miembros de la CAN. Las relaciones con potencias como con Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y los países de la Unión Europea también fueron óptimas, prueba de ellos son las reuniones en persona y telefónicas que sostuve con el secretario de Estado, Michael Pompeo; el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Heiko Maas; el Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell; muchos ministros del Grupo de Lima; con la ministra española Arancha González; con la secretaria para América Latina del Ministerio de Relaciones Exteriores Británico y con muchos otros. Las relaciones con países asiáticos, como China, Corea y Japón y también con Rusia fueron respetuosas y muy dinámicas en temas de cooperación.
– El caso Chile tiene un tenso capítulo pendiente en lo referido al Silala y, otro, con el reto de recomponer la estrategia marítima. ¿Cómo cree que debería abordarse esta relación?
– La relación con Chile debe ser conducida con objetividad y pragmatismo, orientada a maximizar la agenda positiva que nos vincula, es decir, el comercio, las migraciones y la lucha contra el crimen organizado. Esto, siempre teniendo en cuenta que la reivindicación marítima es irrenunciable y un tema de Estado prioritario para Bolivia es el tema del Silala y así también los asuntos que se derivan de la utilización de aguas transfronterizas.
– Vayamos a las grandes potencias. ¿Qué cree que debería hacerse en la relación con EEUU? ¿Qué prevé que pueda suceder considerando las características del actual gobierno?
– Con EEUU tuvimos una relación muy dinámica, nos visitaron importantes delegaciones que llegaron del Departamento de Estado de EEUU. Suscribimos significativos acuerdos comerciales, y reactivamos otros que estaban paralizados desde 2006.
Pienso que con Estados Unidos debemos sostener una relación pragmática, respetuosa, de cooperación mutua, procurando una cercanía saludable. No olvidemos que EEUU es la primera potencia mundial. El rol de EEUU en el mundo es central. Después de algunos años de repliegue en la política internacional, es de esperar que EEUU retome su rol de líder en muchos temas de importancia global.
– ¿Y en el caso de China?
– Con China tuvimos excelentes relaciones, en el marco del respeto mutuo y de la cooperación. El embajador chino me visitó en variadas oportunidades y por diferentes motivos de nuestra agenda bilateral. China es indudablemente muy importante no solo para Bolivia, sino para toda la región. Es un gigante económico cuya influencia en el mundo crece cada día. En el caso de China, como en todos los casos, debemos priorizar el interés de Bolivia, procurar obtener cooperación sustantiva y establecer reglas muy claras respecto a las inversiones chinas en Bolivia, especialmente en temas de recursos naturales y protección al medio ambiente.