Activistas acusan una “plandemia”; médicos alertan contra las teorías


AUR Bolivia es el movimiento que quemó barbijos y afirma que la pandemia es “planeada”. Doctores sugieren socializar las vacunas.

Voluntarios llevan a cabo una campaña para que la población use el barbijo. NOÉ PORTUGAL

Voluntarios llevan a cabo una campaña para que la población use el barbijo. NOÉ PORTUGAL

 

ROMINA SAAVEDRA

Están convencidos de que no existe una pandemia y que el nuevo coronavirus disfraza un “plan de exterminio” bajo la idea de “plandemia”. Consideran que la crisis sanitaria responde a los intereses de un “nuevo orden mundial”; y que la sucesión de cuarentenas y el uso de barbijos derivan en un daño para la salud de la población.



Desde las pasadas semanas, han comenzado a abrirse espacio en Bolivia voces que ponen en tela de juicio la existencia del virus y, por ello, llaman a la “resistencia”. Exigen, entre otras cosas, que el Gobierno nacional y las autoridades sanitarias demuestren científicamente que el confinamiento no genera efectos nocivos en la salud de la ciudadanía. Además, demandan que se socialice el historial de los fabricantes, los socios y accionistas de aquellas empresas de las que el país ha adquirido las vacunas para inmunizar a la población en contra del patógeno.

Se trata de activistas civiles que apoyan a la AUR Bolivia. La llamada Acción Humanista Revolucionaria, que se encuentra instalada en naciones como Argentina y Perú, entre otras, dice alentar la “transformación de la sociedad” a través de la no violencia. Llevó a cabo cabildos en La Paz y Cochabamba con el fin de promover su consigna. El martes pasado, la agrupación que manifiesta la existencia de una “falsa pandemia” desarrolló su más reciente cabildo en Quillacollo, ocasión en que quemó barbijos en la plaza Bolívar, a la voz de “libertad y basta de esclavitud”. Por esto, la Alcaldía anunció procesos legales en contra de los que participaron, pues considera que se trató de un “atentado a la salud”. Antes, la AUR se movilizó en La Paz, donde exigió “evidencias de la absoluta necesidad de las vacunas”. Otro de los puntos acordados fue que el Gobierno “respete el derecho a la decisión voluntaria e informada de los que no quieran vacunarse y que no pese contra ellos sanciones ni coerciones”. Este medio intentó tomar contacto con la agrupación a través de sus páginas, pero no logró acceder a su versión con respecto a sus orígenes.

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Frente a esta figura, expertos de la medicina coinciden en subrayar que las “teorías conspirativas” siempre han existido a lo largo de la historia, sugieren que los compuestos de las vacunas sean transparentados y resaltan que la utilización de los barbijos es “vital” para reducir nuevos casos de contagio.

El investigador médico Roger Carvajal, del Comité Científico COVID-19 de Bolivia, desestima cualquier postura que desacredite la existencia de una pandemia, por lo que llama “negacionistas” a estas personas. “Siempre hubo teorías conspiranoicas. Hay gente que no cree en nada, que lee cositas sueltas de internet”. Es un defensor del uso de las mascarillas, pues considera que, además de actuar como un filtro que evita el ingreso y salida del virus, también sirve como un elemento que ayuda a crear “inmunidad”.

“Eso de que el barbijo hace que inhalemos nuestro propio aire no es cierto. Si fuera de nailon, sí. Aumenta la dificultad para respirar porque hay que hacer más fuerza de inhalación y exhalación, pero ello es parte de un esfuerzo para estar libres del virus. Este filtro se encuentra hecho de fibras cargadas eléctricamente que atrapan las gotitas porque poseen un efecto variolizante. Quiere decir que pueden hacer que recibamos cantidad tan baja del patógeno que nos favorece para inmunizarnos”.

El doctor Rolando Herrera considera que es desatinado dudar sobre la necesidad de utilizar la mascarilla. Reconoce que este elemento “limita la actividad respiratoria”. “Es una barrera para que el virus no entre al organismo por la nariz o la boca, pero te limita la actividad respiratoria normal porque es parte de su objetivo. De la misma manera, evita que salgan los virus. No puedes hacer esfuerzos físicos intensos. Tendrás una insuficiencia respiratoria leve a moderada. Incluso sin barbijo uno siente agitación, pero es un despropósito oponerse al barbijo porque este es fundamental para impedir la letalidad de la enfermedad”, razona.

Para la doctora Corina Balderrama, el uso constante de cubrebocas ocasiona que la respiración sea superficial y causa baja en la oxigenación adecuada, por lo que es preciso realizar ejercicios de inhalación y exhalación profundas. Aclara que solo es necesario colocarse tapabocas en caso de estar en un ambiente con personas desconocidas sobre las que “no sabemos los antecedentes”. “Tenemos que utilizarlos con propiedad”, dice.

El galeno Fabián Pacheco resta crédito a las teorías que apuntan a la no existencia de la pandemia y confía en que los barbijos disminuyen la incidencia de los contagios, por lo que insiste en que “todos lo porten”. “Si todos lo utilizáramos y estuviera prohibidísimo no hacerlo, en un mes no tendríamos coronavirus, se controlaría”. Descarta la idea de que no hay pandemia.

ESTUDIO DE EFICACIA Y MICROCICLO

Sobre el confinamiento, Balderrama refiere que “tiene consecuencias a partir del estado de ánimo”. “No es emocionalmente saludable permanecer encerrado. Las personas sanas no tendrían por qué estar en cuarentena. En España e Italia guardaron cuarentena muy estricta y es donde más casos hubo”, dice. Cree necesario “pedir un estudio respecto a cuál es su eficacia”. “Quienes podemos estar expuestos al sol tenemos la cantidad de vitamina D suficiente. Si nos encierran, no. Habría que hacer una investigación”.

Herrera y Carvajal sugieren la aplicación de una estrategia por microciclos. Es decir, que el confinamiento no sea sostenido en el tiempo y sí, en cambio, tenga pausas. “Debe hacerse una cuarentena rígida por tiempo breve. Así bloqueas la transmisión en la comunidad. Luego sigues con medidas básicas de contención, como lavado de manos, distanciamiento, uso de barbijos y protectores oculares”, detalla el primero mencionado. Carvajal entiende que el confinamiento rígido suele generar estrés financiero, por lo que pensar en aplicar esa figura no sería ideal. “Se cierra y abre (la medida) de acuerdo a cómo esté avanzando la estadística. Es una interesante estrategia”. Comprendiendo que la cuarentena responde a una determinación extrema, el doctor avisa: “Si la población respondiera a las instructivas del Estado, no habría necesidad de confinamiento, ni de estrés, ni nada”.

SOCIALIZACIÓN DE INFORMACIÓN

Debido a la “abreviación” en el proceso de elaboración de las vacunas contra la COVID-19, Herrera advierte que es necesario que la población conozca los componentes de las dosis que adquiera Bolivia. De momento, la más sonada es la Sputnik V rusa, que llegará al territorio nacional en 6.5 millones de dosis hasta marzo. “No hay certeza de lo que podría acontecer en relación a efectos adversos a largo plazo. Hay que poner en la balanza los efectos secundarios inmediatos, como alergias, y los efectos tóxicos a largo plazo, pues se tuvieron que abreviar tiempos, como las fases 4 y 5”. El galeno concluye que la rusa presenta una ventaja con relación a las otras del mercado porque no requiere una cadena de frío compleja, a diferencia de la Pfizer.

El miembro del Comité Científico, quien durante el gobierno interino asesoraba al Ministerio de Salud pero ya no lo hace, apunta que las autoridades tienen que brindar información sobre los componentes de las vacunas. Balderrama, quien adelanta que ni ella ni sus hijos recibirán las dosis, recuerda que con los inyectables “se reportaron efectos adversos en un alto grado en Argentina”. “Una buena vacuna debe tener una investigación completa. Eso lleva, al menos, cinco años”, infiere.