Asalto en los parques nacionales

 

Una señal de civilización y de cultura en un país, es crear y respaldar sus áreas protegidas, y, dentro de eso está, por supuesto, el sostenimiento y cuidado de los parques nacionales, que son zonas determinadas, donde la vegetación, las aguas y la fauna, no pueden ser holladas por el hombre. Es decir que allí no se permite ni la caza, ni la explotación forestal, ni la instalación de ningún tipo de industria, particular ni estatal.



Una nota de la periodista de El Deber, Silvana Vincenti, me ha puesto los pelos en punta, cuando comenta que ni siquiera los bosques y espacios protegidos de Bolivia, se han salvado del avance incesante y sostenido del MAS para arrebatar y posesionarse no solo de territorios sino de todo cargo público que les corresponda. Pero, lo que ya parece excesivo, algo que va más allá de cualquier razonamiento, es que estén echando de sus puestos a los directores del Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap) y los estén reemplazando por militantes del MAS. Han sido 18 los funcionarios reemplazados sin convocatoria pública, a decir de la información citada.

Pero si eso es intolerable, resulta que también han sido despedidos hasta los guardaparques, aquellos que sobreviven con un estipendio mínimo, y que las más de las veces ejercen ese oficio, con un machete al cinto, porque aman su medio ambiente donde nacieron y se criaron junto a los animales y las plantas. ¿Pero qué pasa con este Gobierno? ¿Va a ser peor que su antecesor del doble septenio? ¿Cómo van a enviar a oficinistas de YPFB o de Migraciones como directores del Sernap? ¿Y de guardaparques, para vigilar el monte, a tipos que confunden un taitetú con un chivo? ¿O qué utilizan, sin saber, para después de sus necesidades fisiológicas la hoja de “pica-pica”?

A Teodoro Mamani, actual director del Searp, lo conocen por no tener la menor idea ambientalista, pero que ha hecho carrera en el MAS, como segundo personaje de la Confederación Sindical de Trabajadores Campesinos de Bolivia. Y al titular de la Asociación Boliviana de Agentes de Conservación (Abolac), Santos Mamani, lo identifican también por cercano al masismo. En el Parque Madidi la nueva directora es hija del excandidato a la Alcaldía de San Buenaventura. Y en el Noel Kempff Mercado, hay una nueva directora que estaba encargada de temas de filiación, pasaportes, y hasta de trabajos en YPFB, y que ahora estará a cargo de proteger, conservar y desarrollar, más de un millón de hectáreas de una extensa selva casi virgen.

Los parques nacionales son muchos en Bolivia, como las áreas protegidas también. Se podrían nombrar el Madidi, Amboró, Torotoro, Noel Kempff Mercado, Tunari, Carrasco y otros más. Sin embargo, con dos ejemplos de las arbitrariedades cometidas es suficiente. En el ya mencionado Parque Noel Kempff Mercado, su director, Sandro Añez, fue cesado, cuando era una persona que estaba trabajando allí desde hacía muchos años, además de que había nacido en la localidad de Piso Firme, próximo al río Itenez y, por supuesto, ubicada en las faldas de la recóndita y misteriosa serranía de Caparuch. Era oriundo de la región y absoluto conocedor del medio.

El otro caso que ha sorprendido fue el reemplazo del director del Parque Carrasco, Roberto Portuguez, de 43 años, que había iniciado su trabajo allí a sus 20, como guardaparques, y que había ascendido de a poco hasta la cima. Era también oriundo de la zona. Firme defensor contra los avasallamientos de sembradores de coca, al parecer fue defenestrado a pedido de los mismos avasalladores, para que los dejaran actuar a sus anchas.

El hambre de pegas que tienen los masistas es preocupante. En las ciudades se conforman pandillas que asaltan instituciones públicas y echan a empujones y denuestos a quienes están empleados, bajo la acusación de “pititas”. El colmo sucedió en Santa Cruz cuando un grupo de masistas quiso apoderarse los cargos en la Caja Petrolera, una entidad privada que ahora atiende a muchos enfermos de Covid, donde trabajan médicos y personal sanitario. Pensaron, seguramente, los acosadores, que era cosa de arrebatar un mandil blanco y empezar a poner inyecciones, esperando su sueldo.

Esto se está reproduciendo en las áreas protegidas del país, donde ya se sabe que han aparecido varias pistas clandestinas, que no son precisamente para recibir turistas. Avasallamiento, extractivismo y narcotráfico, son los peligros que se ciernen sobre nuestro territorio más precioso, todo porque cada voto que recibió el presidente pide ahora su recompensa. Bolivia no cambia, y si cambia empeora. Nada de amor por el cambio, ni por la nueva nación libertaria, ni por los manes ancestrales: la platita es lo único que importa.