Entre el club de las dictaduras y el pragmatismo democrático

Emilio Martínez Cardona

El gobierno de Arce (fase II del régimen del MAS) viene confirmando con sus posturas en Naciones Unidas el mismo alineamiento con el club de las dictaduras que se vio durante los 14 años de Evo Morales.



Primero fue la posición adoptada hace dos semanas, cuando Bolivia acompañó el bloqueo de China y Rusia a una resolución que condenaba con dureza el golpe de Estado (este sí auténtico golpe) en Myanmar y que disponía sanciones a los miembros de la junta militar de ese país.

Se priorizó el “seguidismo” hacia los intereses geopolíticos de los autócratas Putin y Xi Jinping sobre la defensa de la democracia, desnudando de paso que el discurso oficial contra los golpismos es, cuando menos, muy selectivo.

Ahora, el régimen repite la jugada votando en contra de una resolución del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que condena la violenta represión llevada a cabo en Nicaragua por otro integrante del club de las dictaduras, Daniel Ortega.

La decisión motivó críticas de Miguel Ángel Vivanco de Human Rights Watch (HRW), quien tuiteó: “Pdte. @LuchoXBolivia, ¿por qué su gobierno votó en contra de esta importante resolución? Es una decisión lamentable que solo comparten gobiernos con un pobrísimo récord en DDHH: China, Cuba, Eritrea, Filipinas, Rusia, Somalia y Venezuela”.

Luego de la salida del gobierno por un año, a raíz de una rebelión pacífica ante sus reiterados abusos de poder, el Movimiento Al Socialismo tuvo la oportunidad de reinventarse hacia el centro, chance que a todas luces parece estar siendo malgastada en esta nueva fase con la reincidencia en libretos autoritarios, como las detenciones irregulares vistas en los últimos tiempos.

Con algo más de cintura y moderación, Arce podría tener el sustento de una mayor cooperación de las potencias democráticas, sin aislarse en el club de las dictaduras. Pero para eso, claro, hay que cumplir ciertos estándares mínimos de derechos humanos.

Esperemos que en su visita a la capital mexicana escuche consejos de pragmatismo de Andrés Manuel López Obrador, a quien su simpatía por el populismo de izquierda no le ha supuesto un obstáculo para lograr sintonía con la Casa Blanca, que le está regalando a México millones de dosis de vacunas contra el Covid-19.

Mientras tanto, en la oposición boliviana debería leerse el resultado de las urnas del pasado 7 de marzo, que arrojó un gran avance de candidatos y movimientos no situados en la polarización, para articular una estrategia realista de defensa de la democracia que refleje esta nueva pluralidad.

Y no debe perderse de vista que el partido de las elecciones autonómicas tiene un segundo tiempo el 11 de abril, donde terminará de dibujarse la correlación de fuerzas y, por tanto, la posibilidad de un balance al centralismo autoritario.