Buscando la “Soberanía Alimentaria” se pone en peligro la “Seguridad Alimentaria”
La seguridad alimentaria existe cuando todas las personas tienen acceso en todo momento (ya sea físico, social, y económico) a alimentos suficientes, seguros y nutritivos para cubrir sus necesidades nutricionales y las preferencias culturales para una vida sana y activa.
El término «seguridad alimentaria» adquirió relevancia a partir de la Cumbre Mundial de Alimentación de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) el año 1996. En sus inicios, el término se concentró en la producción y disponibilidad de alimentos a nivel nacional que le deberían dar todos los países. En la década de los ’90, se reafirmó el carácter de la seguridad alimentaria como un derecho humano. Esta definición incluía la capacidad de asegurar que el sistema alimentario provea a toda la población el aprovisionamiento alimentario y nutricionalmente adecuado a largo plazo.
Y para que se pueda entender de una manera más simple y el ciudadano se dé cuenta de que el gobierno actual solo maneja el término de una manera discursiva sin ningún tipo de conocimiento de lo importante que significa la “Seguridad Alimentaria” para un país y que su éxito se basa en cuatro pilares fundamentales que la diferencian del término “Soberanía Alimentaria” que el ministro del área señala en cada una de sus intervenciones.
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Para ponernos en contexto, mientras que la “Seguridad Alimentaria” se refiere a garantizar el aprovisionamiento de alimentos, la soberanía alimentaria se entiende como la facultad de cada pueblo para definir sus propias políticas agrarias y alimentarias de acuerdo a objetivos de desarrollo sostenible que conduzcan a la seguridad alimentaria.
Los cuatro pilares que mencionamos se refiere a: Disponibilidad; acceso económico y físico y uso de los alimentos, como los tres ejes productivos, educativos y de comercialización que, junto a un plan de estabilidad en el tiempo, nos llevarán como país: A producir alimentos y tener la disponibilidad de los mismos en el mercado nacional e internacional; a poder acceder con la capacidad suficiente tanto económico y físico a los mercados, a los alimentos como productores y como ciudadanos miembros de una familia; a poder utilizar los alimentos de una manera adecuada para cubrir las necesidades nutricionales de cada uno de los individuos…
Y lo fundamental, es que las políticas de gobierno que se apliquen en esta materia, puedan darle una estabilidad en el tiempo: las tres dimensiones anteriores deben mantenerse en el tiempo y no verse afectadas por otras condiciones, por ejemplo: cambios en el clima, aumento del precio de los alimentos o desempleo, frenar el acceso a mercados internacionales de los excedentes de producción, inseguridad jurídica para los productores, ausencia de incentivos para aumentar la productividad, la falta de acceso a créditos productivos, bienes rurales no considerados como garantías efectivas, etc.
Es de esta manera que podemos afirmar, que las medidas gubernamentales mal concebidas relacionadas a la “Soberanía Alimentaria” pueden quebrantar la “Seguridad Alimentaria” de un país.
Y esto es lo que viene sucediendo con el tema de la carne, donde los carniceros y el gobierno creen, que cortando la exportación de carne van a superar el problema de precio en el mercado interno. Cuando esta drástica decisión puede generar una pérdida de mercado y de esta manera una falta de confianza en el ganadero y su desincentivo para mejorar y aumentar su producción en el futuro, que a la vez le traerá al gobierno una disminución de divisas para el país.
Ahora bien, en los últimos días nos hemos visto sorprendidos por la determinación de los carniceros de Santa Cruz, La Paz y otros departamentos de suspender la venta de carne en los diversos mercados. Y como ya se hace una costumbre, el gobierno en su afán de quedar bien con los sectores sociales de comerciantes minoristas, determina suspender las exportaciones de carne a mercados internacionales, afectando a los productores pecuarios y frigoríficos, a quienes hacen aparecer de enemigos del pueblo, desconociendo que al país le costó abrir estos nichos estratégicos para poder comercializar el excedente de producción de carne que genera la ganadería boliviana.
De una manera atrevida y desconociendo el trabajo de los productores pecuarios del país, el gobierno y carniceros aparecen como si fueran ellos quienes alimentan de carne a la población y lo que es peor asumen una actitud como si fueran ellos los dueños del ganado existente en Bolivia.
Es cierto y se nota, que tanto el ministro y sus subordinados junto a los carniceros, no tienen conocimiento en absoluto de lo que significa la crianza, re cría y engorde de ganado vacuno para el ganadero. Pero también es cierto que el sector ganadero hasta la fecha, no tiene una base fundamentada sólida para explicar a la población de que no son ellos quienes elevan el precio del Kilogramo de carne al consumidor final.
Si bien el precio de la carne bovina tiene gran incidencia en el Índice de Precios al Consumidor (IPC); desconociéndose hasta la fecha la incidencia de cada uno de los participantes de la cadena productiva de la carne en el precio final de este producto. Se torna difícil el desarrollo de políticas justas y equitativas para el sector de parte de cualquier gobierno y es difícil señalar con precisión al culpable de esta desestabilización de precios que afecta al consumidor final. No basta únicamente mostrar un gráfico de cómo funciona la cadena de la carne de res.
Y en el contexto del gráfico presentado por la dirigencia de los ganaderos a nivel nacional, es determinante conocer cuál es la participación del productor ganadero en el precio final de la carne en el puesto de venta de los carniceros en el mercado. Repetimos, es de vital importancia determinar la incidencia de los diferentes actores que intervienen en esta cadena productiva y una vez se tengan estos datos, grande será la sorpresa del gobierno y de la población, de conocer la realidad escondida basada en la gran utilidad económica que tienen los intermediarios, el carnicero y los frigoríficos.
Unos esperan tres años para recibir los beneficios de su trabajo extenuante de campo y los otros se benefician de un trabajo que les reditúa económicamente lo mismo o más que al ganadero en un máximo de 72 horas.
Recuerden todos: “Que la visión sin acción es sueño y la acción sin visión es una pesadilla”