La mediocridad política se enfrenta a la salud y a la libertad del pueblo

Todos en el gobierno están impávidos ante la crisis sanitaria que viene atravesando la población boliviana gracias a la pandemia, que desnudó la fragilidad del Estado ante un problema de mayúsculas proporciones que con los días tiende a empeorarse. Así también, ni se avergüenzan en hacer pública la estrategia de generar una causa penal inexistente a la ex presidente y a otras personas, por no contar con los 2/3 en la Asamblea legislativa como lo dijo el ministro de Justicia, con la finalidad de introducir una supuesta causa de “Golpe de Estado” y dejar archivado el fraude electoral que hizo Evo Morales en las elecciones del 2019,

Esa fragilidad, es consecuencia de una época política mediocre, sin valores, sin medidas ni controles administrativos y financieros durante los gobiernos de Evo Morales (14 años) y de Jeanine Añez (11 meses) que devastaron la economía del país a cambio de generar una nueva casta de ciudadanos millonarios, utilizando los recursos de los bolivianos que ellos administraban. Sensiblemente la realidad actual, también nos muestra que el camino calamitoso continuará en el gobierno de Arce Catacora.



Hasta el momento, la pandemia del nuevo coronavirus ha dejado 132 millones de personas contaminadas y 3 millones de muertos en el mundo. En el país vecino del Brasil el contagio ya llegó a los 13,2 millones de personas y lo que es lamentable ya cuentan con 333 mil muertos.

Para que ampliemos nuestro conocimiento, el número de dosis de vacunas aplicadas en el planeta alcanzó hasta el momento a 680 millones de personas, solo en el Brasil se han aplicado 25.5 millones de dosis en un país que tiene 220 millones de habitantes.

Tomo el ejemplo del Brasil, para decirles que esos 13 millones de personas contagiadas superan por 1 millón a la población total de nuestro país. Como quien dice, Bolivia es económicamente viable para superar cualquier tipo de problema, ya sea de salud, social o financiero por su pequeña densidad demográfica, lo único que escasea, es el capital humano político con sentido común para enfrentar la crisis (cualquiera que sea) de una manera honesta, inteligente y desprendida.

El Estado, el artefacto político por excelencia de la Modernidad, tan duramente criticado y menospreciado en las 2 últimas décadas, resurge como actor fundamental en un tiempo de inseguridad creciente. Y en momentos tan delicados y fundamentales tanto los analistas de todo tipo como los propios ciudadanos echan de menos a otro de los actores esenciales de la vida política: los líderes, sean del oficialismo o de oposición. No solo los estamos percibiendo como ausentes, sino que los que supuestamente deberían actuar como tales, lo hacen con frecuencia como verdaderos enemigos de la sociedad, que solo buscan saciar sus intereses de poder o congraciarse con los ignorantes que pueden sustentar su permanencia en el gobierno. Vergüenza ajena es lo que producen.

Nuestro presidente se jacta de un apoyo social inexistente (que quedó demostrado en las últimas elecciones subnacionales, según los números de votos en contra que recibió el MAS a nivel nacional y no como ellos quieren hacernos ver por el lado de la cantidad de municipios que ganaron. El apoyo se mide por la cantidad de votos) para generar shows políticos, como el devolver un crédito de 327 millones de dólares americanos otorgado por el FMI, en lugar de haberlo utilizado para comprar 35 millones de vacunas y de esa manera haber podido vacunar a toda la población boliviana y a las poblaciones flotantes de las fronteras con países amigos, que mantienen un comercio constante con nuestro país. Solo como ejemplo y alternativa para no dejar que la población sufra hoy en día, por la falta de vacunas, la inexactitud de una planificación profesional de parte del médico naturista que funge como ministro y la completa deficiencia de infraestructura hospitalaria, de ítems y de condiciones aceptables para todos aquellos profesionales en salud.

Invertir en la salud beneficia el crecimiento económico, es una medida rentable para los gobiernos. Sabemos que el gasto público en salud para Arce Catacora, en su experiencia como ministro de Evo, representa una sobrecarga económica, como así también una “deuda” para el crecimiento económico y para el panorama económico en general. Esta visión tiene que cambiar, los bolivianos, no podemos seguir aceptando que los actuales gobernantes continúen con la mentalidad mediocre de una ideología socialista que pretende seguir los pasos de países fallidos como Venezuela y Cuba.

Bolivia atraviesa un problema serio de subsistencia como país, el centralismo del gobierno y el poder que quiere ejercer en la administración de los recursos esenciales de cada uno de los departamentos, MAS el manejo que se viene dando a las pocas vacunas (en su mayoría donadas por el programa COVAX) con una distribución antojadiza e interesada en regiones donde existe una segunda vuelta electoral y el manejo del poder judicial de una manera vergonzosa para sus fines políticos, nos va lleva, a una eclosión social de proporciones funestas enfrentando a los bolivianos entre sí.

Estamos divididos por conceptos de vida distinta: Culturas, costumbres, ambiciones, geografía, clima, vestimenta, etc. Pero lo más delicado, es que mientras unos viven del Estado, de la función pública y de la política. Los otros generan empresas, industrias, fuentes de empleo, desarrollo y riqueza… Unos pagan impuestos y los otros nunca pagaron, pero si exigen que los otros paguen MAS.

Unos controlan el gobierno utilizándolo para controlar la vida de los otros a través de los chantajes, extorsiones y los recursos de quienes aportaron para el desarrollo de sus regiones y no para el desarrollo de las regiones que nunca aportaron.

En resumen, pasó una vez y el pueblo paró, protestó e hizo renunciar al villano y pedófilo presidente Morales. Puede pasar una segunda vez, y el pueblo va reaccionar de una manera: que los que gobiernan tendrán que salir a defender sus comodidades e ideología y los otros defenderán sus regiones, inversiones, sus viviendas, sus familias, pero sobre todo su nacionalismo. Llevándolos a lo que menos queremos ¡LA DIVISIÓN!! Ya que, no todos somos aimaras, porque la mayoría de la población es mestiza o los que pertenecen a otros tipos de naciones originarias. Esto quedó demostrado cuando se eligieron 8 alcaldes opositores de capitales de departamento y más de la mitad de los gobernadores. El domingo probablemente sean 3 a 4 gobernaciones para el MAS y las demás serán diversas y contrarias al manejo del partido de gobierno. Recuerde presidente que:

“La libertad y la salud andan de la mano: su verdadero valor lo conocemos cuando nos faltan”