Nuevo arzobispo de La Paz; «Lo que se está viviendo no creo que sea justicia tal vez se podría llamar revancha»


El prelado prepara el Sínodo Diocesano 2025-2026 para cambiar algunas “estructuras”. Afirma que “la justicia del país está mal” y anticipa que con otro gobierno será igual porque no hay perdón.

Nacional



domingo, 18 de abril de 2021 · 05:04

Fuente: paginasiete.bo

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Cándido Tancara Castillo  /La Paz

Percy Lorenzo Galván Flores es el nuevo arzobispo de La Paz. Asumió el timón de la Arquidiócesis el 1 de septiembre de 2020, en reemplazo de Edmundo Abastoflor, que ejerció el cargo desde 1996. Es de San Lucas, Nor Cinti, Chuquisaca, y por falta de un centro hospitalario en su población, nació en Potosí, en la fiesta de San Lorenzo. “Soy campesino, hijo de campesinos;  mis padres eran agricultores y yo también, mi lengua madre es el quechua”. Cuenta que le gusta la agricultura. “Sigo cultivando el maíz, duraznos y choclo sanluqueño; mi corazón siempre palpita por la agricultura; sueño en mi jubilación dedicarme a agricultor”. Éste el diálogo con Página Siete.

Ha trabajado más de 20 años como sacerdote y hace ocho años como obispo, ¿qué destaca de su pastoral?

Siempre he sido apasionado por mi trabajo. Las cosas las tenemos que hacer con pasión, con entrega y creatividad. Está en mi mente Villa Serrano, la tierra de Mauro Núñez, la tierra del charango; después recuerdo Padilla, donde estuve cinco años de párroco, una población bellísima entre Monteagudo y Sucre, por ahí se trasladan cerdos a La Paz, para el fricasé. Recuerdo de Padilla la comida, empecé a engordar con platos de cerdo, hacen mucho culinaria de cerdo, son especialistas; preparan 24 platos distintos del cerdo, fritanga, fricasé, asado, freído… es una población agrícola y una tierra de personajes de la Guerra del Chaco y muy entregados a la política. Hay un dicho de los padillenses: “Más balas se escucharon en las elecciones en Padilla que en la Guerra del Chaco”. Son fanáticos por la política.

También estuve en Alcalá, tierra bella y con tradición eclesiástica del  siglo XVII y el Villar, tierra de Manuel Ascencio   Padilla y de Juana Azurduy. Hubo mucha discusión sobre el origen de Juana Azurduy.  Se esclareció con la partida de nacimiento de Santo Domingo. Ella era chuquisaqueña. No olvido Patacamaya, la sede de la Prelatura de Coro Coro, mi primera labor como obispo y desde  2020 soy arzobispo de La Paz.

¿Cómo ha encontrado a la Arquidiócesis de La Paz?

Con mucha sinceridad y sin hipocresías jerárquicas, he sido gratamente sorprendido por La Paz, tiene un clero importante, no sólo numérica sino cualitativamente, con un presbiterio de talla; sin duda, La Paz tiene mucha juventud, la presencia rica de sacerdotes diocesanos le dio un matiz especial; gratamente sorprendido por el compromiso en varias parroquias en las que hay comunidades de sacerdotes, agrupados de dos tres y cuatro, sin ser religiosos sino como diocesanos y eso dice que hay una fidelidad del sacerdocio.

Me impresionó el compromiso laical, laicos bien preparados, bien comprometidos y trabajando en la Iglesia paceña; están trabajando en catequesis, en liturgia y en la evangelización. La presencia de la vida religiosa, los padres jesuitas, salesianos, franciscanos, agustinos y muchos otros, como los padres mercedarios que trabajan con migrantes, privados de libertad; son muchas las congregaciones, son varones y mujeres, hacen su trabajo de manera silenciosa y sin propaganda, como una religiosa que trabaja en la pastoral carcelaria, más de 30 años, en Obrajes y Miraflores. La presencia de agentes pastorales y movimientos eclesiales bien constituidos, son más de 50; la renovación carismática, los neocatecúmenos, la pastoral matrimonial, la pastoral juvenil, cursillos de cristiandad, comunidades eclesiales de base y otras. En síntesis,  agradecer a nuestros predecesores no sólo obispos sino agentes que se entregaron a esta jurisdicción.

Como nuevo pastor de la Iglesia paceña, ¿cuáles son los desafíos de la Arquidiócesis?

Nunca me imaginé que el Señor me traería a La Paz, una cultura diferente de la mía, yo soy quechua, aquí son aymaras, también hay quechuas; nunca me imaginé que me encomendaría una responsabilidad tan grande en estos tiempo de pandemia.

Con esta disponibilidad de laicos, nos hemos lanzado al trienio cíclico de preparación del Sínodo 2025 – 2026, esto quiere decir que este 2021 será un año de preparación del trienio cíclico, 2022, 2023 y 2024, con agentes de pastoral, elaboración de materiales impresos y la activación del mundo de las redes sociales; cada uno de los grupos de parroquias, comunidades y clero tiene que preparar su material de trabajo.

El 2022 será un año introductorio, cada cuadro pastoral, cada movimiento eclesial tiene que presentar a la Iglesia paceña por escrito su identidad católica. Deberían preguntarse todos y en todos los niveles: ¿Qué es un cristiano católico? Y la respuesta es: en mi ser, en mi identidad vivo la dimensión comunitaria, la fraternidad como hijo de Dios y esa experiencia comunitaria y esa experiencia de familia de comunión plena la transmito a los demás, en la tarea catequética y en la tarea misionera, y por eso me considero cristiano católico, discípulo del Señor. Entonces la misma pregunta hay que trasladar a los grupos pastorales. La idea de católicos tenemos que tener acá (se toca la cabeza), en el  año introductorio.

En el primer año del trienio cíclico, ¿cuál es la actividad más importante?

En 2023 hemos llamado el año doctrinal, vamos dar la fundamentación bíblica y el magisterio de la Iglesia a nuestros grupos pastorales que nacen, trabajan y se proyectan gracias al Espíritu Santo y, por tanto, estos grupos tienen que saber qué dice la Palabra de Dios sobre ellos para que se renueven; tienen que saber qué dice el magisterio de la Iglesia para que respondan a estos tiempos actuales y con respuestas actuales.

¿Qué resultados espera del Sínodo 2025 – 2026?

En estos tres años vamos a orar y reflexionar, vamos  a ir escribiendo nuestras tareas, pero no tanto agarrándonos del presente y del pasado sino con la mirada en el futuro, y aquí nos van a quedar muchas interrogantes;  vamos a llegar con la materia prima al Sínodo Diocesano 2025 – 2026; el sínodo es transformación, el sínodo es conversión, el sínodo es movimiento, es cambio no sólo de forma sino de fondo y toca las estructuras de la Iglesia.

Nos plantearemos muy serio el diaconado permanente. ¿Cómo  será esto?, ¿qué espacios se  ofrecerá a estos hermanos para que adquieran este ministerio?, ¿cómo  será la organización pastoral?, ¿cómo  será la preparación y celebración sacramental?, ¿cómo vamos a hacer que nuestro sistema católico sea de cepa y no de conveniencia? Hay que dar el pellejo por la fe que hemos optado. En el sínodo tomaremos determinaciones, tocaremos las estructuras organizativas y nos proyectaremos a una Iglesia de  2050 que será la base de la Iglesia del 2100.

En el Gobierno reclamaron a la Iglesia por noviembre 2019, entonces ¿no había propiciado el diálogo?

La labor de la Iglesia no se remonta a 2019 sino a su labor de hace 2.000 años;   es nuestra tarea, es nuestra función; cuando hablamos del Reino de Dios es vivir nuestra vida a la luz de Dios, a la  luz del Espíritu Santo. Es vivir en paz, en armonía, en respeto y en comunidad; por tanto, allá donde haga falta nuestra intervención estaremos para coadyuvar, somos instrumentos del Señor, que es el Señor de la paz;  nadie discute eso, ni el ateo más grande   discutirá o  negará que Jesús es el hombre de la paz porque nos ha hecho conocer a Dios como papá y nos ha dicho que entre nosotros somos hermanos.

Donde se pueda  vamos a poner un granito aunque no estén de acuerdo,  nos llamen o no nos llamen, yo voy a ir donde hay dolor, enfrentamiento y confrontación. Este término diablo viene de diábolos, quiere decir es la fuerza invisible y presente en cualquier hombre o mujer que promueve la división, la discordia y el enfrentamiento; la muerte es el diábolos.

¿Quién es diablo? Es el que se contrapone a Dios. ¿Quién es Dios? Es el que trabaja por la unidad;  y si nosotros somos de Dios,  vamos a trabajar por la unidad, ahora que de un lado y de otro interpreten a su modo no nos afecta. Solamente decir qué interesante este hombre que parecía bueno había sido un mentiroso. Lo más feo del mundo es la mentira. Somos los que llamamos a la paz. Somos seres humanos, frágiles y duramos lo que dura nuestra existencia.

Con la vigencia de la nueva Constitución, ¿cuál es la relación Iglesia-Estado?

Cuando conocí que en nuestra Constitución Bolivia iba ser declarada Estado laico, me alegré mucho, no tenemos que estar a la par con el poder de turno, con el poder mundano; clarito Jesús ha dicho nuestro reino no es de este mundo, eso ha estado aclarado en la época de la cristiandad.  Jesús nos ha mostrado clarito el camino.

Qué hermoso que nuestras autoridades nacionales, departamentales y municipales se dejen guiar por valores cristianos, de honradez, de transparencia, de solidaridad, de veracidad, de trabajo, de desprendimiento. Pero si no es así, la Iglesia es la Iglesia y la política es la política, y nosotros tenemos que mantener una relación de mucho respeto y la palabra de Dios insiste en  que nosotros debemos rezar por nuestras autoridades civiles diariamente para que sean iluminadas por el Espíritu Santo y acierten en sus decisiones gubernamentales. Pero nosotros no vamos a estar al servicio del poder de turno, eso es imposible.

La relación cercana entre Iglesia de Dios y la política mundana, pasajera y efímera, no era saludable para la Iglesia;  entonces la separación cayó al pelo y hemos encontrado nuestra identidad profética, nuestra identidad de ser una vela prendida en lo alto, sal de la sociedad, levadura en el mundo y ayudó bastante, y nuestros hermanos piensan que el masismo, el evismo, que tienen su historia, ha hecho daño a la Iglesia;  no creo, yo creo que le ha hecho mucho bien y lo sigue haciendo y está manteniendo las distancias que se deben mantener; no es bueno, es una apreciación personal, que la Iglesia esté muy cerca de estas instancias temporales porque pasa lo que pasa y no sólo se puede asumir lo bueno y también hay que ser corresponsable de lo malo, es mejor con distancia.

En una ciudad donde se respira política, ¿qué puede decir sobre detenciones de exautoridades?

El gran problema de Bolivia, lo conocemos todos, desde el más pequeño, desde el más sabio hasta el que sabe menos, es la justicia;  la justicia de nuestro país está mal, ha estado mal y si no nos proponemos por mejorarla, las cosas van a seguir mal. Se ha cambiado la justicia por afuera y no ha cambiado por dentro; todos conocemos que la justicia más que justicia es injusticia. Estamos hablando de justicia humana, es diente por diente, ojo por ojo, y la justicia divina es otra cosa. Ojo por ojo, has robado, a la cárcel; y no has robado, eres libre; en cambio,  la justicia divina es el eterno perdón, te perdono así como José perdonó a sus hermanos que lo habían vendido, hasta que el pecador, hasta que el delincuente se arrepienta de su pecado, de su mala obra, se convierta y ese hombre se salva, ése es el salvado.

Cuando hablamos de justicia,  hablamos de esa justicia retributiva, de esa justicia filosófica, de esa justicia humana, muy limitada y sobre esa limitación que tiene la justicia humana, todavía tenemos administradores de justicia más limitados.  ¿Qué justicia?, ¿qué justicia? Con los procedimientos que se disponen aquí a cualquiera arrestan y arrestan nomás, persiguen y persiguen nomás; los elementos clave están claros en la Constitución y en nuestras leyes, la presunción de inocencia, pues la falta de (cumplimiento de) los pasos correspondientes es realmente una cosa lamentable, claro lo que se está viviendo en estos tiempos; no creo que sea justicia,  tal vez se podría llamar revancha, venganza. Como a mí me  persiguieron, yo persigo, como a mí me encarcelaron, yo encarcelo;  ojo por ojo, diente por diente, y eso no  parará, es como la violencia;  la violencia genera violencia, la injusticia genera injusticia, y estamos  arrastrando desde tiempo atrás.

¿Qué se tiene que hacer para parar la injusticia que vivimos?

Yo creo que lo que tenemos que hacer es poner un alto a estas actitudes de odio, de tanta de venganza, de tanto rencor; pero quién dará primero el paso de la reconciliación, que en cristiano llamamos perdón, ése  mostrará altura y se   dirá éste paró la injusticia boliviana, con paciencia, con comprensión y con perdón; veremos quién será ese hombre. Cuando pase este Gobierno, vendrá otro Gobierno, y  será lo mismo; quién será este hombre que diga basta, ya no hagamos estas chiquilladas, todo el pueblo boliviano se da cuenta de estas cosas que no son  justicia;  es  odio, rencor y confrontación, así con el diablo; para el otro lado es con Jesús, perdón, reconciliación, justicia, paz y construir y cuán difícil es perdonar, es fácil devolver un puntapié a aquel que te dio algo. Lo difícil nos pide el Señor; entonces veremos cuál es el hombre que lo  parará.

En lo específico, ¿qué se debe hacer para mejorar la justicia?

Si un hombre no tiene valores,  por más que saque 10 doctorados será corrupto, mentiroso y engañador;  entonces tenemos que apuntar a una educación con valores. Aquí tiene que ver la fe y la enseñanza bíblica: no robarás, no matarás, no desearás la mujer de tu prójimo. Clarito nos dice amarás a Dios sobre todas las cosas, no entregarás tu corazón al dinero.

Si fuera gobernante, me aliaría con todas la religiones cristianas y a todos les haría pasar catecismo para que toda la población boliviana tenga valores fundamentadas en la fe y Jesucristo. Ellos serían mis empleados gratuitos educando a mi gente para que sea  mejor. No sé qué pasará ahora que se han sacado las clases de religión de los colegios. El Estado es laico, ahora es moda no creer.

HOJA DE  VIDA

  • Inicios  Estudió filosofía y teología en el Seminario  San José  de Cochabamba.
  •  Roma   Estudió teología bíblica en la Pontificia Universidad Gregoriana
  •  Sacerdote  Más de 20 años de sacerdote, obispo de Coro Coro y arzobispo de La Paz desde 2020.