Ante el colapso de los hospitales, las familias optan por atender a sus enfermos en casa. Faltan medicamentos y crece el mercado negro ante la desesperación.
Fuente: paginasiete.bo
Carolina Méndez / Santa Cruz
No es fácil contar lo que está pasando en Santa Cruz. Es desgarrador. Los peregrinajes por oxígeno, espacio en hospitales y medicamentos llenan estos días interminables de pesadilla. Las familias de pacientes con coronavirus viven calvarios que se asemejan pero a la vez son peculiares. Cada historia es una pieza del rompecabezas de la agonía colectiva que se vive en la escalada de la tercera ola de Covid-19.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Lo que me da más rabia es que se aprovechan de la desesperación. Te venden tubos de oxígeno prometiendo que te los van a recargar cuando se acaben. Cuando querés recargar, te dicen que no. Te ofrecen comprar otro nuevo en 2.800, 3.000, 3.200 bolivianos especulan. Ponen en WhatsApp que se acabaron los últimos tubos. Al rato, que les va a llegar al día siguiente temprano, que hay que aprovechar porque el stock será limitado. Y nadie controla, relata con indignación Susana Exeni, quien pese a todos los esfuerzos, acaba de despedir a un familiar.
El suplicio por conseguir insumos se sobrepone a la angustia de tener a un paciente de coronavirus en estado crítico. Los gastos se vuelven incontables y pese a ello, el acceso al oxígeno y a los medicamentos no lo garantiza, ni siquiera una billetera llena.
No se puede recargar más de un tanque de oxígeno. Si necesitas más, debe ir una persona por cilindro a hacer colas de seis o siete horas. Te dan un ticket y con eso tenés que volver a hacer cola dos días después porque no te garantizan nada, relata Vania Rueda, quien recorrió varios sitios buscando auxiliar a su tío, quien necesita el insumo para sobrevivir.
A mi hermano no lo pudimos internar porque no había espacio en las clínicas. Tuvimos que improvisar una sala de hospital en casa. Contratamos tres médicos para que vengan a verlo. Además hablamos a dos enfermeras fijas, una para el día y otra para la noche. A parte correteamos por el oxígeno, relata Marco Cuéllar.
Así, mientras la vida transcurre y la balanza de decisiones prioriza otros aspectos por sobre lo sanitario, cientos de familias yacen desesperadas escribiendo historias de supervivencia o despidiendo con dolor a quienes aman.
Foto:El Deber
El laberinto de las redes sociales
No hubo un solo día de esta semana en el que las redes sociales no se llenaran de mensajes de personas desesperadas preguntando por oxígeno.
Los episodios de familias padeciendo por atención, medicamentos e insumos han despertado y fortalecido lazos colectivos que buscan suplir de alguna manera las precarias condiciones sanitarias que tiene el país. Muchos usuarios reenvían cadenas de proveedores, detalles de medicamentos, contactos de enfermeras y cualquier dato. Pese a que la intención es buena, no siempre resulta útil.
Es una pérdida de tiempo lo que sale por redes. Llamás y ya no tienen o te dicen que vayas, pero que la cola es de tres cuadras y que sólo van a llenar 100 tubos. Finalmente, ante la imposibilidad de recarga, uno termina comprando nuevos tanques. Nosotros llegamos a comprar seis y para recargarlos teníamos que hacer cola de más de seis horas, una persona por cada tanque. En el caso de mi suegra, sólo le duraba tres horas y otro gran problema era que las recargas de los tanques no son al 100%, entonces a veces le duraba incluso menos. Santa Cruz está llena de tanques de oxígeno, pero no hay quién te recargue, es todo un negocio, relata Susana.
En realidad ya ni contestan en los números que circulan. Los que te atienden son esos que te ofrecen tubos nuevos. Un tanque nuevito está desde 2.800 bolivianos en adelante, una recarga ronda los 120 bolivianos, pero nadie quiere recargar, cuenta Vania.
Yo llamé a un anuncio de alguien que ofrecía recarga de tubos, pero había sido que es un intermediario que va a hacer la cola y te cobra cuatro veces más de lo que cuesta, igual sólo te garantiza recargarte un cilindro. Es todo un negocio, asegura Marco.
La demanda de oxígeno ha provocado inmensas filas. Las distribuidoras racionalizan la venta a un solo cilindro por persona. Muchos peregrinan por el insumo porque tienen a familiares graves en casa debido a la falta de espacio en hospitales y centros médicos.
Improvisando salas médicas
Cuando todo empezó, Cecilia no creía que su hermana podía llegar a estar grave. Su edad y condición física hacían poco probable un cuadro delicado. Fueron tres días terribles, mi hermana no podía estar un minuto sin oxígeno, cuenta Cecilia Montalván, a quien la situación le obligó a ejercer de enfermera.
Yo tenía pavor al cambio de oxígeno porque el mecanismo es como el de cambiar una garrafa, pero requiere mucha fuerza. Tenía miedo de la fuga y de echar a perder algo tan valioso. En el caso de mi hermana, primero un botellón grande de oxígeno le duraba entre 16 y 18 horas, luego ese mismo tanque le alcanzaba sólo por ocho horas porque la necesidad del cuerpo era mayor, relata la joven.
Te venden máquinas para generar oxígeno en casa pero la presión no es suficiente, en el caso de mi hermano, no le sirvió realmente porque su estado era crítico. Gastamos como 10.000 bolivianos en ese aparato pero igual tuvimos que salir a buscar oxígeno porque sino se moría, explica Marco.
El médico que atendía a mi suegra dijo que levantaba las manos, que ella necesitaba terapia intensiva. Explicó que trabajaba en cuatro clínicas, pero que no había espacio en ninguna de ellas, cuenta Susana, cuya familiar falleció en su casa ante la imposibilidad de acceso a UTI.
Foto: El Deber
Riesgo del mercado negro
Rocuronio, pancuronio, atracurio, redemsivir y midazolam son algunos de los nombres que parecen trabalenguas, pero que pronto se vuelven léxico cotidiano en los familiares que tienen enfermos críticos de coronavirus.
Tuve que hacerme traer levofloxacina desde Brasil porque aquí costaba cada suerito 376 bolivianos. La industria brasileña del mismo fármaco cuesta 58 bolivianos. Me da la impresión que las cadenas que importan los medicamentos monopolizan ciertas industrias y hacen menos accesible el tratamiento. Incluso, no entiendo por qué, hay fármacos más caros entre un departamento y otro , cuenta Cecilia.
Vimos un anuncio que ofrecía una ampolla de redemsivir en 1.700 bolivianos. Cuando llegamos al lugar, buscamos alguna farmacia, pero vino una moto y nos vendió en la calle. Parecía que comprábamos droga porque todo era clandestino, relata Susana.
La gente busca desesperadamente salvar a sus enfermos. No son casos individuales, son voces en singular que cuentan la atroz situación colectiva que parece implorar un cambio de timón en la conducción de la crisis.
Registró 90 fallecidos esta semana
Santa Cruz tiene el 40% de los decesos por Covid-19
Los números parecen no tener límites. Crecen y luego se superan a sí mismos. Santa Cruz registró el miércoles pasado la mayor cantidad de fallecidos de 2021: 43. El atroz récord lo anunció Carlos Hurtado, gerente de epidemiología del Sedes.
Foto:El Deber
Es como un abanico. Empezó en la capital y se expandió hacia los municipios metropolitanos, ahora ha abarcado 37 municipios. Es un día histórico, nunca antes tuvimos tantos municipios con casos reportados. Además, hoy (el miércoles) tuvimos 43 fallecidos, la mayor cantidad de decesos en lo que va del año, señaló Hurtado, vocero de los reportes diarios de casos de coronavirus en el departamento.
En esta semana se informó de la muerte de dos pacientes críticos por falta del gas medicinal en la Clínica Grigotá, de Santa Cruz. Y es que la tasa de letalidad se incrementa por la falta de acceso a los insumos requeridos.
Michelle Montero, médica del citado centro de salud, informó a Fides que ni los profesionales ni los familiares pudieron evitar el fatal desenlace, pese a que hicieron todos sus esfuerzos para conseguir recargas de los botellones y recorrieron la capital con ese propósito.
Más de 3.000 casos confirmados tuvimos en esta semana epidemiológica, 780 casos por día y 90 fallecidos en esta semana, es decir, 22 decesos por día. También tenemos 154 personas ingresadas en las unidades de terapia intensiva del departamento, explicó Hurtado.
La cifra de esta semana se sumó a los números acumulados con un registro 6.000 fallecidos en Santa Cruz desde que empezó la pandemia de coronavirus, en marzo de 2019.
El departamento cruceño tiene la mayor cantidad de decesos por coronavirus en Bolivia. La cifra representa aproximadamente al 40% del total de fallecidos a nivel nacional.
La región locomotora de Bolivia se viste de luto en esta pandemia que devela la fragilidad del sistema de salud.