La Laguna Escondida, el tesoro prístino de Pongo


Los comunarios limpian de canto a canto su pedazo de paraíso después de recibir a los visitantes.

Ivone Juárez /  Jinchu Muruni



La Laguna Escondida de Jinchu Muruni, en Pongo, está a unos 45 minutos del centro de la ciudad de   La Paz, al inicio del camino a Yungas, bajando por la Cumbre. Un sencillo letrero prendido a una cerca construida con palos y alambres de púas es el ingreso al pedazo de paraíso escondido que los comunarios mantuvieron guardado desde los tiempos de sus abuelos para evitar su deterioro.

El año pasado decidieron abrirlo a sugerencia de algunos guías de turismo, que entre sus muchas caminatas seguro dieron con el lugar;  pero antes de acceder, los habitantes pusieron reglas para mantener su tesoro natural prístino y limpio: los turistas al ingresar deben comprometerse a no dejar basura y los comunarios, al final de cada jornada de visita, recorren el lugar de canto a canto y recogen todo el desecho que cualquier visitante descuidado pudiera dejar. Por eso decidieron abrir Jinchu Muruni sólo los fines de semana y feriados, de 8:30 a 17:00.

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Y el recorrido comienza. La cálida brisa que acaricia el rostro es la bienvenida que se siente apenas se avanzan unos metros del ingreso, haciendo olvidar el gélido aire que golpea en la carretera que baja de la Cumbre, por donde los camiones y otros vehículos pasan raudamente.

Después del pequeño  claro  de bosque aparece la Laguna Escondida de Pongo en Jinchu Muruni.

 

El camino es un estrecho sendero marcado por los pasos de los visitantes que estuvieron antes; a los lados comienzan a aparecen árboles de cuyas ramas penden helechos como raíces aéreas; después, unos arbustos con una gran variedad de hojas y florecillas de  colores intensos que se asemejan a una alfombra delicada. ¡Un valle encantado!, se piensa al instante. Al alzar la cabeza, la vista choca  con unos imponentes cerros plomos coronados con neblina  que brillan con la luz del sol; son unos titanes naturales que demuestran que están ahí para proteger el lugar hasta el punto de esconderlo. Ni un solo rastro de basura o de plástico a la vista.

En unos siete minutos de caminata por esa senda aparece un lecho de rocas negras afiladas, es el río que atraviesa el valle, en época seca se muestra así. “En época de lluvia es un río que baja de las cataratas que están más arriba”, explica Daniel Choque, secretario de relaciones de la comunidad de Pongo.

La cúspide  de una de las montañas que rodean el pequeño paraíso.

 

No es difícil cruzar ese río de piedras oscuras para continuar el ascenso casi trepando el terreno cubierto de una vegetación tupida,   salpicada de florecillas de colores, hasta llegar a una especie de terraza natural y de pronto un claro de bosque pequeño, donde, entre las ramas plomas de unos árboles, comienza a aparecer una mancha verde, brillante: es la Laguna Escondida de los comunarios de Pongo.

Descendiendo unos metros,  el cuerpo de agua se muestra apacible y de él emergen unas rocas oscuras cubiertas de musgo, de donde brotan unas plantas con las raíces al aire: la vida es incontenible en este lugar.

Una vista  de la carretera a Yungas desde la parte alta de Jinchu Muruni, en Pongo, La Paz.

 

“Jinchu Muruni es parte del Parque Nacional Cotapata y tiene una gran variedad de plantas y aves”, explica Choque.

Esa rica vegetación es evidente a cada paso, mientras que el canto de los pájaros compite con el viento que, de  rato en rato, atraviesa el cielo del pedazo de paraíso silbando, recordando que está en sus dominios; pero sólo logra llegar a la Laguna Escondida y sus alrededores con una brisa fría; la temperatura cálida que envuelve al lugar impide que los soplidos logren su objetivo.

En las aguas verdes  de la Laguna Escondida se reflejan los rayos del sol,  y los árboles   crecen a su alrededor.

 

Así es Jinchu Muruni, donde está enclavada la Laguna Escondida de Pongo. “Jinchu Muruni significa oreja cortada, en aymara”, señala Daniel. El denominativo viene de una leyenda que sus abuelos contaban. “Aquí hay una mina en ruinas, era de estaño, se cerró en los años 60, pero cuentan que un minero intentó abusar a una palliri que era del lugar y que cuando la comunidad lo descubrió, lo condenó a perder una de sus orejas; el castigo se cumplió para que quedara como ejemplo el jinchu muruni”, cuenta.

Jhovana, también comunaria de Pongo, conoce la leyenda y desde su pequeño restaurante,  especializado en truchas, ubicado al borde de la carretera, a metros del ingreso a Jinchu Muruni, dice que es sólo uno de los atractivos que envuelve a la Laguna Escondida. Mientras se disfruta de la trucha fresca a la plancha que prepara  -una de sus especialidades- aclara que en la visita hay que comprometerse a no dejar basura. Su comunidad necesita los ingresos que les comenzó a dar su pequeño paraíso, pero no están dispuestos a perderlo.

Jhovana,  en la puerta de su restaurante,  especializado en trucha, al borde de la carretera a los Yungas.

 

Otros  atractivos

  • Cascada  En Jinchu Muruni los visitantes también pueden conocer la cascada que se encuentra  a unos 20 minutos de la Laguna Escondida.
  • Ruinas  En Jinchu Muruni, hasta la década de los años 60, operó una mina en la que se explotaba estaño. Las ruinas que quedaron de ésta cuentan su  historia y la del  minero al que le arrancaron una oreja por ultrajar a una palliri.
  • Incas  Los comunarios de Pongo aseguran que  en Jinchu Muruni también se encuentran vestigios  del Imperio incaico y de su control de las rutas a los Yungas.


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