El grado de estupidez de los masistas; de Evo y de Lucho

 

Luchamos por tener un gobierno que sea un poco inteligente y que entienda que la dignidad no sabe de pasaportes, visas y otras ridiculeces. Pero válganos ¡Dios!! este gobierno se ha propuesto en tan solo una semana, competir en un concurso de vicios o ridiculeces personificados y fundados en la “suposición” que les sirve de verdad, presentados para lección o deleite; esta es la comedia clásica de los masistas, que ya está en caída por la falta de credibilidad y por las formas estrechas y debilitadas de una lógica política alejada de la realidad, en la que han querido encerrar los consejeros cercanos del gobierno, al presidente “Lucho”.



El Canciller MAS que seguro tiene que estar correteando a quien le presentó una nota falsa, firma falsa y contenido falso, que lo llevó a involucrar a dos presidentes socialistas y a varios ministros en un cuento fantasioso, con el único fin de respaldar la utopía de un golpe de Estado, donde todos los organismos internacionales y la población en general, saben y certifican, que lo que hubo fue un FRAUDE ELECTORAL.

“Lucho” sin lugar a dudas tiene que haberle reclamado a su Canciller, creemos que fue de esta manera: ¡Usted se ha propuesto hacerme decir ridiculeces y estupideces impropias de un presidente, para reírse luego de mí, para que Fernández y yo seamos unos payasos!…

Decía Albert Einstein que solo existen dos cosas infinitas, el universo y la estupidez… y que no estaba seguro de que la primera lo fuera en su totalidad. Sin embargo, la «torpeza notable» (como define la Real Academia esta característica del ser humano) no ha sido nunca fácil de clasificar. ¿Es posible ser poco o muy estúpido? ¿Qué actos se consideran estúpidos? A todas estas preguntas, precisamente, se ha tratado de encontrar respuesta y un curioso estudio sostiene que es posible clasificar a las personas atendiendo a su grado de idiotez.

Este estudio, que vale la pena que conozcan, ha clasificado la estupidez (los comportamientos cotidianos considerados torpes o poco prácticos) en tres grados:

  1. Ignorancia – confianza. Este grado es el más alto de estupidez y aparece en aquellas personas que asumen situaciones de riesgo (de cualquier tipo) a pesar de que carecen de las habilidades o conocimientos necesarios para resolverlas. Curiosamente, son conscientes de las consecuencias que se puedan dar.

MAS que cierto, en este grado, muchas autoridades del actual gobierno, son el mejor ejemplo. No es discriminación ni racismo, sino la pura verdad. Tenemos gente que; por pertenecer a un grupo de choque, a un movimiento social, a un clan narco, tener una hija y habérsela presentado al pedófilo, etc., vienen ocupando cargos sensibles al interior de la estructura de poder del Gobierno Central con las obvias repercusiones, en sentido de una pésima gestión administrativa y aumento de casos de corrupción.

  1. La falta de control. Es el grado medio de estupidez. Se corresponde con aquellos sujetos que tienen un comportamiento obsesivo compulsivo y carecen de autocontrol.

En este caso, el MAS tiene al campeón con su mejor ejemplo “Evo Morales”. Medio estúpido, medio ignorante y obsesivo compulsivo con el poder y sus vicios degenerados relacionados a sus gustos por menores de edad y la preñez de las mismas, como resultado de su machismo indígena.

  1. Distracción. El grado más leve de estupidez. Aparece en aquellas personas que no solventan una tarea práctica debido a una distracción o porque carecen de las destrezas necesarias para llevarla a cabo.

Este es el caso del actual presidente “Lucho”, su periodo de Gobierno actual se caracteriza por la ausencia de una tarea practica en beneficio de la población. Denota una carencia absoluta de un liderazgo político que, casado con su discurso y tono fingido, lo convierten en el hombre “SUMISO” de intereses detrás del trono. Genera vergüenza ajena, tanto para los indígenas, las clases populares y ni que decir de las clases medias y empresariales.

La inmadurez que caracteriza a este gobierno, es el ejemplo actual más evidente de un poder ejercido de manera descarada, ridícula y vergonzosa. Aunque no parezca, en política la ridiculez tiene límites y las consecuencias de los descaros y desmanes más temprano que tarde, se pagan.

Es el momento de desenmascarar una acción ridícula, aquella que es rara, excesiva, ilógica y a quien la comete como alguien que quiere llamar la atención y ocultar sus temores y debilidades. Pero cuando este trasciende de la ridiculez al ámbito político, se está degradando el ejercicio de la política que es uno de los derechos y deberes fundamentales de la ciudadanía.

Si a nivel individual poco importa hacer el ridículo, en lo político hacerlo ante el mundo es un acto descarado, déspota, soberbio e ignorante que sin duda pasa factura y puede ser el comienzo de la destrucción de una nación y del sistema que la gobierna.

La democracia sobrevive cuando la inteligencia del sistema compensa la mediocridad de los actores, y esto no sucede en BOLIVIA. Nos estamos jugando demasiado como para confiarlo todo a que los gobernantes sean incompetentes y deshonestos, aprovechándose de una justicia corrupta.

“Nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis y cotidianamente”