La oposición boliviana se acompleja para condenar a la dictadura comunista en Cuba

Si Cuba se encuentra hoy en crisis, no es a causa del Covid-19, sino por el comunismo impuesto desde hace al menos 62 años, cuando Fidel Castro tomó el poder por las armas contra la dictadura de Fulgencio Batista.

Fuente: Mauricio Ríos 



 

El mundo ha sido testigo de protestas masivas y simultáneas en más de 20 localidades de Cuba contra la dictadura comunista de Miguel Díaz-Canel, al grito de “¡libertad, abajo la dictadura, patria y vida!”.

Muchos han expresado su escepticismo sobre la capacidad real que los cubanos puedan tener para que finalmente caiga la dictadura comunista de más de 60 años en la isla, pero también muchos otros quedaron sorprendidos por el hecho de que las protestas no se han detenido a pesar de la brutal represión y del alto riesgo de contagio de covid-19cuya positividad se afirma que es de alrededor del 40%.

Parece ser, pues, que la gente le ha perdido el miedo al virus, porque considera que la dictadura comunista es peor, y que, además, si hay que enfrentarla alguna vez es ahora. “De tanta hambre, nos comimos el miedo”, sostienen los manifestantes.

Si Cuba se encuentra hoy en crisis, no es a causa del Covid-19 –este es un factor agravante–, sino por el comunismo impuesto desde hace al menos 62 años, cuando Fidel Castro tomó el poder por las armas contra la dictadura de Fulgencio Batista.

La crisis que ahora vive Cuba ha llegado a ser comparada con el Período Especial de 1990, cuando la dictadura de Fidel Castro decidió aplicar medidas económicas de racionamiento comparables a los tiempos de guerra “para salvar la Revolución en Cuba y salvar el socialismo», ante la caída del Muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética, que protegía y otorgaba subvenciones a la isla.

Pero ahora mismo la isla atraviesa probablemente una de sus peores crisis en 60 años, debido al severo rebrote del Covid-19 con la variante Delta, que es más agresiva y contagiosa. Con datos oficiales del propio Ministerio de Salud Pública de Cuba, se sabe que solamente el 10 de julio se registraron 6.923 contagios de Covid-19, es decir, se traduce en un rebrote sin precedentes que podría ubicar a la isla como el peor caso de infectados por millón de habitantes, como se puede observar en la siguiente ilustración.

 

 

Peor aún, todos quienes están protestando lo hacen incluso sin utilizar mascarillas como mecanismo de protección y prevención.

Esto es algo que está pasando en La Habana, en Santiago de Cuba, Holguín, Cienfuegos, Guantánamo y un largo etcétera, pero ¿por qué la gente sale a la calle en un momento tan delicado y peligroso? Porque el sistema sanitario del que el régimen ha presumido durante décadas es un desastre y puede terminar convirtiendo la crisis en una auténtica catástrofe, porque los hospitales no tienen oxígeno ni medicinas ni insumos médicos, porque los hospitales no dan abasto, porque no existe energía eléctrica, y porque, para mayor colmo, ahora el gobierno ha decidido además cortar el internet.

Respecto del momento crítico que ahora vive Cuba, Díaz-Canel ha dicho: “no vamos a admitir que ningún contrarrevolucionario, mercenario, vendido al gobierno de los Estados Unidos, vendido al Imperio, recibiendo dinero de las agencias, dejándose llevar por todas estas estrategias de subversión ideológica, vayan a provocar desestabilización en nuestro país. Habrá una respuesta revolucionaria. Convocamos a todos los revolucionarios comunistas a que salgan a la calle donde se vayan a producir estas provocaciones y enfrentarlas con decisión”.

Al respecto, Yoani Sánchez, escritora y bloguera cubana de oposición al régimen comunista, ha afirmado: “Qué irresponsabilidad… Esto es el llamado a una guerra civil: «La orden de combate está dada, a la calle los revolucionarios», amenaza Miguel Díaz-Canel.

Sobre la crisis que ahora mismo atraviesa Cuba, Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) sostuvo: “Reconocemos el legítimo reclamo de la sociedad cubana por medicinas, alimentos y libertades fundamentales. Condenamos al régimen dictatorial cubano por llamar a civiles a reprimir y a la confrontación contra quienes ejercen sus derechos de protesta.”

Hasta aquí la solidaridad y compasión latinoamericana con el pueblo cubano parece estar presente. Sin embargo, Bolivia, un país que hace tan solo año y medio atrás, entre octubre y noviembre de 2019, vivía una crisis similar por el descomunal fraude de Evo Morales, y buscaba atención y apoyo de la comunidad internacional de manera desesperada, parece guardar un cómodo silencio cómplice.

No es sorpresa que alguien como Luis Arce Catacora sostenga sobre lo que ocurre en Cuba ahora mismo: “Expresamos nuestro pleno respaldo al pueblo cubano en su lucha contra las acciones desestabilizadoras. Cuanto más el gobierno de Cuba avanza en la salud y la ciencia, más enfrenta la desinformación y el ataque extranjero”.

Pero ya llama la atención que Carlos Mesa, quien se ha quejado de que el fraude de Morales en 2019 fue contra él, y que se ha reconocido a sí mismo en octubre de 2020 como el “principal líder de oposición en Bolivia”, se haya manifestado recién a las 13:38 del lunes 12 de junio, para tomar una posición tan débil: “El tránsito de Cuba hacia la libertad y la democracia es inevitable; la dictadura, la persecución política, la prohibición del libre pensamiento ya no son tolerados en Latinoamérica. Demandamos que ese proceso se realice en paz, sin violencia ni injerencia.”

Tal vez esta tímida manifestación en un simple tweet al respecto esté explicada porque Mesa considera que “Fidel Castro fue un gigante entre pigmeos”.

Por su lado, Samuel Doria Medina, político de oposición y ex candidato a la vicepresidencia de Janine Añez, y pese a formar parte de la Internacional Socialista junto a, por ejemplo, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), ha sostenido tímidamente este lunes 12 de julio a las 8:02: “Mi voz de aliento y admiración al pueblo cubano que debe soportar la miseria impuesta, cuando podría  tener desarrollo, prosperidad y cultura si no fuera por la dictadura militar que se ha adueñado de la isla”.

Luis Fernando Camacho, actual gobernador de Santa Cruz, y quien buscó disputar el poder al Movimiento al Socialismo (MAS) el pasado octubre como candidato a la presidencia, no se ha manifestado en absoluto.

Manfred Reyes Villa, actual alcalde de Cochabamba, quien también fue candidato a la presidencia en 2002, y a quien el MAS incendió el edificio de la gobernación cuando era la máxima autoridad del departamento en 2007, tampoco se ha manifestado hasta el momento.

Iván Arias Durán, exministro del gobierno de Jeanine Añez y actual alcalde de La Paz, aunque ha sido muy crítico con la dictadura de los Castro en Cuba en varias oportunidades, por el momento tampoco ha dicho nada sobre la severa crisis cubana actual.

Llama pues tanto la atención la indolencia y falta de condena abierta y frontal contra el comunismo no sólo cubano, sino cualquier otro en el mundo, de quienes imploraban por ayuda, atención y apoyo de la comunidad internacional durante 21 días críticos de resistencia pacífica en 2019. Ahora parecen hacer oídos sordos del grito de los ciudadanos cubanos.

Sin embargo, a pesar de que prácticamente no existen voces que se manifiesten sin complejos frente a la dictadura comunista en Cuba, quien ha estado plantando cara por quienes defienden los valores de la libertad individual y la democracia liberal representativa, que ha alzado la voz de manera permanente y desde un primer momento de las protestas, ha sido el expresidente Tuto Quiroga.

Por ejemplo, entre lo que ha dicho: “Mi homenaje y respaldo a los miles que protestan en las calles de Cuba. La libertad se hizo canción con ‘Patria y Vida’. La libertad hoy se hace grito callejero con ‘No Tenemos Miedo’. Todos los demócratas del mundo apoyamos a ‘SOS Cuba’. Payá vive, Cuba está de pie, la lucha sigue.”

¿Por qué la oposición en Bolivia entonces ahora no apoya con mayor decisión a la ciudadanía cubana que atraviesa una de sus crisis más severas en décadas? ¿Es que acaso comparte más con la dictadura que los valores de vida, libertad y propiedad privada? ¿Es que acaso su escepticismo sobre los resultados que podrían tener las protestas se traducirían en un simple mal cálculo político? ¿Juegan a la diplomacia o al silencio cómplice? ¿Cuáles son los valores que realmente defienden?

En tanto Bolivia y su clase política no tengan claro lo que realmente quieren y defienden sin remilgos, seguirá mereciendo un gobierno como el de Morales, Arce y el MAS, primeros cómplices de la dictadura comunista de Cuba y causa de las mayores desgracias que ha podido vivir su ciudadanía en décadas.