Comportamiento ciudadano en proceso de cambio 

En situaciones de alta tensión y conflictividad surge y se impone en la mente humana, lo más primitivo de nuestros orígenes y raíces evolutivas (les sale el pitecántropo). Se trata del comportamiento colectivo o de manada. Es la recua que sigue al líder y cuyos instintos y emociones dirigen su comportamiento y donde la razón siempre está ausente.

Como fácilmente podemos constatar, esta es una de las principales características de la militancia del populismo cocalero.



La izquierda populista maneja una estrategia emocional y ofrece al pueblo, a la manada, solucionar todos sus problemas y le enseña que para ello está el Estado central, quien es el que le da trabajo, la protege y le dice lo que tienen que hacer. Y como esto es más cómodo, la manada lo asume así.

Generalmente los liberales bajo una mentalidad racional, práctica y para ejercer la gobernanza, apuestan por la responsabilidad ciudadana y buscan establecer límites que impiden que otros se apropien de la vida, la libertad y los bienes del ciudadano. Insisten en garantizar los derechos de propiedad privada del dueño, quien crea valor, cuida y protege sus bienes. Es lo contrario a lo que vemos cada día en la administración pública y especialmente bajo el populismo, con la malversación de los bienes que al ser bienes públicos no tienen dueño y no se preservan y desaparecen.

Desde su inicio la izquierda y con gran habilidad, logró hacer creer e impuso en la mente de la población que sus propuestas son las mejores para la humanidad y que cuando se equivocan, que siempre lo hacen, es por culpa de la derecha y el imperialismo pues ellos son los buenos. Cuando cometen crímenes y desmanes, dicen que son “errores no delitos”, los mismos que son inventados o magnificados por la derecha y por el imperialismo.

Esta imagen ideal de la izquierda buena, está tan internalizada en las personas, que se escucha a algunos analistas progres y hasta partidarios del liberalismo, manifestar que: Los masistas no son de izquierda ni comunistas, pues si lo fueran no cometerían esa clase de fechorías que los vemos perpetrar cada día. No se comportarían dictatorialmente, no perseguirían ni explotarían al pueblo, no cometerían actos de corrupción, no se aliarían con traficantes y dictadores, etc. Estos intelectuales no terminan de entender que: “Así nomás había sido” y que lo que hacen los masistas es cumplir y actuar coherentemente con su verdadera razón de ser, con la esencia de la izquierda comunista, en su práctica y no en el discurso.

Lo que la gente tampoco alcanza a entender, es que si las personas y empresas que trabajan y producen no pueden disfrutar del resultado de su esfuerzo, difícilmente dedicarán energías a crear riquezas y en consecuencia generar las condiciones para reducir la pobreza. Una pobreza que es apreciada por los populistas y cultos religiosos pues constituye su nicho de mercado para captar fieles.

Los populistas también afirman y proclaman que la propiedad privada y la riqueza son malas, pero lo primero que hacen cuando se apropian del poder es enriquecerse, agarrando y enbolsillando todo lo que encuentran a su paso.

Luego de sesenta y dos años del milagro comunista en Cuba, el humor criollo explica la verdadera realidad de su país: En la isla solo hay 3 problemas: desayuno, almuerzo y cena”. Qué maravilla, y hacia allí vamos.

Fuente: ovidioroca.wordpress.com