Desde 3 flancos, el oficialismo arremete contra marcha indígena

Desde el Legislativo, el Ejecutivo y sectores sociales del partido azul atacan a la caravana originaria que defiende el territorio y rechaza los avasallamientos de tierras en el oriente de Bolivia.

Pablo Peralta M.  / La Paz

La marcha indígena cumple hoy 23 días de caminata. Sin embargo, la caravana afronta el recorrido en medio de una arremetida del oficialismo, que se da a través de tres flancos: desde el Legislativo, desde el Ejecutivo y desde sectores sociales afines al partido azul.



La columna partió de Trinidad (Beni) el 25 de agosto  en defensa del territorio y contra el avasallamiento. Se prevé que la caravana llegue a su meta, Santa Cruz de la Sierra, el 24 de septiembre.

El primer flanco de arremetida  a  la marcha se expresa en los pronunciamientos de legisladores del MAS, cuyo eje discursivo se centra en que la marcha es “política”, no entrega su pliego, es afín al gobernador Fernando Camacho y supuestamente es financiada por terratenientes, cívicos cruceños, Comunidad Ciudadana y Creemos.

“Es una marcha política que busca articular en el oriente boliviano, en el caso de la tierra, para generar una serie de conflictos sociales”, sostuvo el martes el diputado del MAS Héctor Arce. El legislador agregó que la columna es “promovida,  apoyada, equipada, financiada por CC y Creemos”.

El senador Luis Flores, jefe de bancada del MAS, sostuvo que la marcha indígena es política, como lo fue en su momento –a su juicio- la caravana que defendió el Tipnis. El legislador indicó que el movimiento indígena está dividido  y que los  movilizados “están manifestando de manera directa un posicionamiento político”.

El segundo flanco se expresa en los pronunciamientos de autoridades del Ejecutivo. El eje discursivo se centra en que el Gobierno no recibió el pliego de demandas  y que los  indígenas están  divididos por culpa de “la derecha”.

Álvaro Ruiz, viceministro de Autonomías, sostuvo que la marcha aún no tiene un pliego petitorio. “Lo venimos diciendo hace días, respetamos la marcha de algunos indígenas de Beni, pero es una movilización que hasta ahora no tiene un motivo (pliego de demandas) claro y concreto”, tuiteó la autoridad.

El martes, el presidente Luis Arce se reunió con sectores y dirigentes indígenas del Beni, cita en la que el mandatario llamó a la unidad del movimiento originario.  “Hoy mismo hay conflictos y la derecha es la que se encargó de dividirnos”, manifestó.

Arce indicó que ya se reunió con indígenas en La Paz, Santa Cruz y Tarija. En ese marco, sostuvo: “Nadie puede arrogarse competencia que no tiene. Aquí está el movimiento indígena beniano y aquí está el Gobierno nacional para hablar con ustedes, hermanos”.

El tercer flanco de arremetida se expresa en las acciones o pronunciamientos de rechazo que realizaron sectores sociales afines al MAS.

En la población de Cerro Grande, en Ascensión de Guarayos, la marcha sufrió, el 5 de septiembre,  amedrentamiento   de un grupo de interculturales que intentaron quitarles sus banderas y que retuvieron una vagoneta que trasladaba a los marchistas de la tercera edad, mujeres y niños.

El dirigente Adolfo Chávez, en aquella oportunidad,  indicó que les amenazaron con  que “más adelante les harían lo mismo”.

José Manuel Pinto, secretario de salud de la Cidob afín al MAS, sostuvo que la marcha  responde a intereses personales de exdirigentes. “Solamente son intereses personales, no tienen ni pedido porque cuando fue el gobierno central, no mostraron su propuesta ni que es lo que quieren ¿dónde son avasallados?”, indicó, según ABI.

El 6 de septiembre, otra marcha indígena partió desde comunidades afines al oficialismo. Si bien esta segunda caravana tiene demandas parecidas a las de la marcha indígena que partió de Trinidad, se teme que puedan ocurrir incidentes cuando ambas columnas se crucen en sus recorridos rumbo a Santa Cruz de la Sierra.

El analista político Pedro Portugal indicó a Página Siete  que al MAS le incomoda la marcha indígena porque  muestra cómo se perdió muchos años en políticas que no fueron efectivas y que al final generaron enfrentamientos sociales interétnicos que no existían antes; y porque el MAS, en un cálculo cuantitativo, prefiere contentar a indígenas y sectores populares del occidente, “por cuestión de cantidad de gente, de dinamismo, de emprendimiento y de fuerza social que podría ser útil en momentos de quiebre social y de agudización de las contradicciones políticas”.

Hernán Cabrera, periodista y licenciado en filosofía, manifestó que la marcha indígena es de alto contenido político, no es un desfile de modas ni concurso de baile ni un festival de gastronomía.  “No hay por qué satanizar esta marcha”.

“La estrategia del Gobierno de deslegitimizar o desprestigiar esta marcha indígena, cuyos integrantes tienen todo el derecho de hacerse escuchar, de expresarse y de trasladarse de un lugar a otro, como mecanismo de presión, obedece a que se asume como los promotores y autores de plasmar en el texto constitucional las demandas de los pueblos indígenas, y por ello han generado la división, confrontación entre las organizaciones indígenas y han cooptado a los dirigentes”, expresó Cabrera.

23 días de caminata  lleva de recorrido la marcha indígena que partió de Trinidad, Beni.