¡Ella!

– Ella tiene cerca de noventa años y es la descendiente directa de los originales dueños de casa, pero…
Ella pide limosna en la terminal de buses de Santa Cruz.
– Ella es lo último que queda de lo que fue una gran nación.
– Ella es invisible para el INRA y no tiene tierra que sembrar, ni un pozo donde morir.
– Ella no bloquea caminos ni avasalla tierras ajenas.
Ella no pertenece al sindicato, es AYOREA y no tiene un estado que la defienda.
¿Y por qué?
Porque las etnias del Oriente no cuentan en un estado andinocentrista.
Claro…
Su CIDOB camina de la mano del poder y las personas como ella pueden esperar.
– Ella no existe en la publicidad internacional de Bolivia, por eso el mundo nos conoce como «País Altiplanico» y es raro, porque somos setenta por ciento amazónicos…
– Ella no se queja de la discriminación ni del racismo de la que fue y sigue siendo víctima real cada día.
Ella tiene demasiada dignidad y amor propio para estar en esas pequeñeces.
Ella…
Ella está demasiado ocupada en sobrevivir y solo le aflige amanecer viva cada mañana.
Finalmente…
Ella no se merece la vida que lleva.
Y quien sabe…
Tal vez debió vaciar los fondos indígenas para vivir mejor y viajar por el mundo en primera clase.
Pero no…
Aquello es algo que por conciencia ella nunca haría.
En fin…
Como decía mamá:
«¡Pobre, pidiendo limosna, pero honrada!»