La crisis económica ocasionada por la pandemia del COVID-19 causó “incertidumbre” en el sector empresarial y financiero, aunque también motivó a estos sectores a pensar en las necesidades del consumidor o el cliente. Fue una oportunidad para la reinvención y el uso de la tecnología para el acceso, sin dificultad, a productos “baratos” y servicios.

Ésa fue la conclusión de un panel de la transmisión digital Piedra, Papel y Tinta, dirigida por Claudia Benavente, con empresarios, este jueves en Santa Cruz.

Estuvieron invitados el gerente de Negocios Internacionales del Grupo Industrial Venado, Iván Dorado; el director ejecutivo de Dismac, Luis Fernando Saavedra, y el gerente general de Pro Mujer, Mauricio Viscarra.

Crisis

Para Dorado, la crisis ocasionada por la pandemia provocó “momentos difíciles e incertidumbre” a la compañía. “Sobre todo, incertidumbre porque uno no sabía cómo actuar por algo que nos llegó de un día para el otro (pandemia). Creo que fue duro al principio, pero desde el lado de la empresa pudimos pasar esos momentos de una manera creativa”, dijo.

Tras esa experiencia, la compañía logró reinventarse y se focalizó en las necesidades del consumidor. “En los momentos de pandemia, algunos consumos han cambiado, la gente estaba más en el hogar y no tenía la posibilidad de salir. Entonces, algunos tipos de alimentos han incrementado su consumo y algunos han decaído”, comentó.

Como ejemplo de ese crecimiento, citó a productos como los postres en polvo, mejoradores de masa o levadura para hacer pan en el hogar, al igual que insumos de limpieza de superficies.

“El crecimiento no fue exponencial, pero los indicadores nos muestran que el consumidor boliviano en ese momento demandaba tipos de productos que no eran tan relevantes”, apuntó el gerente de Industrias Venado.

De igual manera, el director ejecutivo de Dismac, Luis Fernando Saavedra, reconoció que la empresa familiar también experimento “incertidumbre” durante la emergencia sanitaria del pasado año.

“También, para nosotros, fue un minuto de incertidumbre, y la gran diferencia entre nosotros y otros jugadores es que teníamos una matriz tecnológica que nos permitió competir —que viene a través del e-commerce, la venta en cuotas a través de medios digitales— y en paralelo nos dio tiempo en pensar que es lo que nos venía pasando y lo definimos como un cambio de paradigmas culturales”, detalló el empresario.

Para Saavedra, tras la crisis el consumidor no va a volver a ser el mismo, por lo menos en un corto plazo. “Y empezamos a entender qué es lo qué iba a pasar con las familias y llegamos a la conclusión de que no lo podíamos predecir, pero que en este proceso teníamos que ser empáticos con el consumidor”, dijo.

Frente a esa situación, reveló que Dismac aplicó el diferimiento de cuotas a sus clientes, entendiendo la situación económica de las familias.

“El secreto fue redoblar nuestra propuesta de valor, asegurar que nuestros productos permanezcan siendo baratos para el consumidor, que estemos cada vez más cerca de nuestros clientes, que los conozcamos mejor, que las cuotas tenían que continuar a pesar que la gente tenía dificultades”, insistió el ejecutivo principal de Dismac.

Por su parte, el gerente general de Pro Mujer, Mauricio Viscarra, comentó que las inversiones efectuadas con anticipación en sus plataformas tecnológicas permitieron a la entidad financiera afrontar la crisis y establecer una estrategia dirigida a los clientes.

“Ya habíamos hecho inversiones importantes en tecnología eso para nosotros era clave, teníamos un core bancario nuevo (línea de negocio desarrollado), teníamos una plataforma ya adecuada y ya teníamos mucha gente trabajando en el programa hibrido de teletrabajo”, sostuvo.

A ese avance solo faltaba definir una estrategia para atender las necesidades financieras de los 134.000 clientes, que antes de la pandemia ascendía a 125.000.

“Teníamos una estrategia muy clara de enfocarnos a los clientes, al atender a la base de la pirámide en este momento (crisis sanitaria); teníamos claro que debemos escuchar a los clientes”, dijo el ejecutivo, que destacó que durante la pandemia Pro Mujer brindó soluciones individuales a los prestatarios.

En esa labor observaron el cambio de rubro de las clientas; es decir, aquéllas que tenían restaurantes por las cuarentenas aplicadas en 2020 se dedicaron a producir pan o vender fruta o hacer barbijos en Santa Cruz, El Alto y Cochabamba.

“También entendimos que se registrarían desvinculaciones del sector formal; se calculaba en ese momento que más de medio millón de personas iban a perder su trabajo. Entonces, teníamos el compromiso de apoyar a esta gente en un emprendimiento propio y lo hemos hecho”, afirmó Viscarra.

Alianzas

Los empresarios finalmente coincidieron en la importancia de las alianzas público-privadas para llevar adelante sus actividades y aportes al desarrollo económico del país a través de la creación de empleo, provisión de alimentos y acceso a servicios financieros.

“Somos creyentes en las alianzas, el rol nuestro es empoderar a la mujer, sacarlas de la pobreza, que busquen la independencia financiera, y no podemos hacerlo solos; sí lo hacemos con gobiernos, con multilaterales, privados financiadores externos y locales (BDP, Banco Unión), entonces la alianza es correspondiente. La regulación es importante, estamos en un rubro regulado. Se debe avanzar en la regulación”, comentó Viscarra. En tanto, Saavedra dijo: “Cuando nosotros nos centramos en el consumidor, estamos diciendo que estamos aportando al país con empleo, con mejorar para el consumidor, con acceso a productos y mejor nivel de vida, con progreso con tecnología, con conocimiento”.