La rebelión de los títeres

 

Existe un peregrino afán de sustituir la Organización de Estados americanos (OEA) por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), siendo esta última una entelequia creada hace 11 años por los mismos fautores del Foro de Sao Paulo y con Fidel Castro a la cabeza, fundándose como un apéndice de esa utopía que ahora la llaman el Foro de Puebla, cuyo objetivo inicial es la defenestración de EE.UU. y del Canadá de la OEA, así como  de todo país que ellos consideren proimperialista.



Pasaron cinco años, antes de que Andrés López Obrador, presidente de México y actual presidente pro tempore del organismo, patrocine esta reunión en la capital azteca, con el velado propósito de convertirse en el sucesor del finado líder cubano; legitimando a los dictadores de Cuba y Venezuela, a quienes hizo aparecer en el evento, con la inaudita sorpresa que la mafia estila en este tipo de actos y propuso, con la misma obstinación y pertinacia de un hámster enajenado,  el remplazo de la OEA, por un ente “que no sea lacayo de nadie”.

 

Como era de esperarse, la famosa Cumbre continuó sus deliberaciones en medio de los más insólitos pasajes de bochorno y vergüenza, donde menudearon los enfrentamientos verbales entre los presidentes de Cuba y Venezuela, versus sus colegas que sumaban una aplastante mayoría. Como una de las anécdotas que han quedado para la historia de este sainete, podemos recoger la histórica canción “Patria y Vida”, recitada por el presidente uruguayo Lacalle Pou en la cara del dictador cubano Diaz Canel, a tiempo de refutar algunos argumentos que éste dijo sobre el Uruguay: “Que no siga corriendo la sangre por querer pensar diferente, quién les dijo que Cuba es de ustedes si mi Cuba es de toda mi gente”.

 

Por su parte, el autobusero Maduro sacó a relucir sus dotes de cachascanista al retar a su colega paraguayo a un debate sobre democracia “donde quiera, como quiera y cuando quiera”. Estas y otras pachotadas, que caracterizaron la Cumbre, ameritaron que el presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei Falla, no falle a las buenas costumbres y abandone el local, en una muestra de profundo enojo.

Como un broche de oro a esta opereta bufa, la agenda de la reunión contemplaba la trasmisión de la presidencia pro tempore a la Argentina empero, como en ese hermano país se había desatado una feroz pelea entre la vicepresidenta Cristina Kirchner, virtual propietaria de la presidencia, con su títere en actuales funciones, decidieron enviar al Canciller de la República, como recipiendario del mandato. Cuál sería la sorpresa de este caballero cuando, en pleno vuelo a México, recibió una llamada del ex jefe de gabinete, Santiago Cafiero que, en su calidad de canciller recientemente nombrado, lo destituía del cargo.

Cervantes narra en su obra “El retablo de la libertad de Melisendra”, que estando don Quijote con Sancho en una venta en la que se representaba una obra de títeres, donde unos soldados moros perseguían a una pareja de enamorados formada por don Gaiferos y Melisendra, en un arrebato de locura arremete contra todo el ejército de marionetas vociferando: “No consentiré que se melle el honor a tan famoso caballero y enamorado como don Gaiferos. ¡Deteneos, mal nacida canalla, no le sigáis ni persigáis; si no, ¡conmigo sois en la batalla!” Y cayó sobre la titerera, derribando a unos, descabezando a otros. Este pudo ser el epílogo de la cumbre de la Celac, donde azorados vimos la rebelión de los títeres sin cabeza.