¿Por qué le decían Cañoto?

 

– «Bueno, llegó septiembre; hombre de mis sueños, hermoso macho sigma, por favor aclárame algo».



 

-dijo mi asiática, mientras se ponía un tipoy empezando septiembre.

 

– ¿Cuál es tu duda, hermosa flor de loto? -respondí.

– ¿Qué pasó el 24 de septiembre?

-dijo ella.

– Ah, es interesante eso.

-le respondí, mientras le brincaba a unas arepas quesudas que la amarilla preparó pal desayuno camba.

 

En ese ratingo tocaron a la reja.

 

Era Cabeza e Manga Chupada y Pata e Lápiz, cambas de pura cepa a quienes invité pal desayuno septembrino y como son cero damas, igual que el profe Antequera y un tal Felipao, llegaron puntuales.

Y empezamos a hablar de nuestra historia.

– «Warnes no era bienvenido por los «cruceñazos» de la época. Esos cambas se enojaron porque el gaucho dio libertad a los esclavos negros y los dejó sin mano de obra gratuíta. No lo apoyaron, tanto así que Warnes tuvo que armar su ejército con indígenas guaraníes y los negros liberados. Por eso su ejército se llamaba Los Pardos, una manera de darle en el ojo a los arrogantes cruceñazos de la época que no querían independencia»

-dijo Pata e Lápiz, atento al masaco con charque que yo molía en el tacú mientras mi asiática servía un humeante café porongueño.

– «La verdad es que lo del 24 de septiembre fue una avivada del cura Salvatierra, él convirtió la procesión de la Virgen de las Mercedes en el Cabildo Libertario y en ese lío no hubo ni un ñete»

-contó Pata e Lapiz.

Que hermosa mañana de septiembre estábamos disfrutando.

– ¿Y Cañoto?

-preguntó curiosa mi asiática.

– Ah Cañoto; era un pelau, hijo de don Pedro Pablo Baca y de doña Manuela, monaguillo del cura Salvatierra en la iglesia La Merced. Un cunumisingo a quien el cura se llevó a Membirai y en 1.810 ya tenía veinte años.

-respondió amable, Cabeza e Manga Chupada.

– ¿Y por qué le decían Cañoto?

-volvió a preguntar mi asiática, mientras ponía en la mesa media docena de tibias tortillas portachueleñas.

Entonces estallaron las carcajadas de los cambas joichis y yo me hice el opa.

La asiática estaba desconcertada.

– Decile voj…

-me dijo Cabeza e Manga Chupada al oído.

Ni modo.

Tuve que explicar.

– Ehhh, bueno, ehhh, Cañoto, ehhh, se le llama así al tallo naciente de la caña, un bulbo algo fálico, grande y grueso que, bueno, ehhh, ehhh…

-traté de explicar.

Entonces Cabeza e Manga Chupada abrió su bocaza.

– «Señora asiática, lo que trata de decir mi compadre, el escribidor aquí presente, es que José Manuel Baca, más conocido como Cañoto, parecía ser muy bendecido en cierta parte de su masculina anatomía, de ahí el apodito»

-dijo aguantando la risa el muy desgra.

No puej…

Mi asiática se puso de todos colores, dio media vuelta y se fue a traer una fuente lleninga de cuñapé recién salidos del horno.

Siguió el desayuno…

Conversamos un rato y después los cambas se fueron a trabajar.

Y claro…

Yo me senté a la compu y en esas estaba cuando elay, mi asiática entoallada se acercó y me dijo al oído:

– «Voy a darme una ducha y si no estás tan ocupado te invito… ¡Mi Cañoto!

No se lo dijo a un mudo, bahh, o sea, elay, ya me chipé…

¿Cómo era la cosa?

 

El ESCRIBIDOR.