Sayuri Loza: Llevar Palenque como segundo apellido sería bonito

La hija de Remedios Loza habla con naturalidad de Carlos Palenque como su padre y de su faceta de historiadora.

 

Fuente: paginasiete.bo



Ivone Juárez /   La Paz

Basta dar unos pasos después del ingreso principal a la casona patrimonial que alberga a Radio Televisión Popular (RTP), en la calle Mercado de la ciudad de La Paz, para toparse con unas gradas estrechas, flanqueadas, en ambos lados, por dos fotografías colgadas en la pared. Son como pequeños altares, con velas y flores. Los retratos son de la comadre Remedios Loza y del compadre Carlos Palenque, dos de los fundadores de RTP.  Sayuri Loza, que habla con naturalidad de Carlos Paleque como su padre,  se pone entre las fotos y en su rostro se reconocen los rasgos de los personajes ya fallecidos, pero que escribieron un episodio fundamental en  la historia de la política y  la comunicación de Bolivia.

“No agarraré la bandera de nadie, ni diré soy la representante… tengo mi propio camino”, afirma contundente Sayuri. Tiene 40 años pero aparenta menos edad por su aspecto físico frágil, que contrasta con su voz firme y la forma directa con la que dice lo que piensa: sin rodeos. Su carisma también habla de sus padres. Su alegría -explica ella- brota del gusto que tiene por la vida que eligió con su perro Oberyn, famoso en las redes sociales.  “Quiero vivir y ser feliz, quiero ser la prueba clara de que tener una vida no típica, ésa de casarse, tener hijos, puede ser posible”, afirma.

Es historiadora, graduada a los 23 años en Historia del Arte y Cultura Asiática en la universidad de Japón Ibaraki Women’s Junior College. Aclara que sólo tiene esa licenciatura y que inició la carrera de Historia en La Paz pero aún no la concluye. Está especializada en historia económica boliviana del siglo XIX y en paleografía. Desde hace un mes, aproximadamente, se la escucha en la radio, junto con el periodista Mario Espinoza, relatar y analizar episodios históricos del país.

Sayuri habla castellano, aymara, inglés, japonés, latín antiguo y aprende el moderno. “No voy más para los idiomas, ya me harté”, adelanta. También es una viajera incansable, diseñadora de modas, artesana en sombrerería -como su madre-, bailarina y una gran cocinera.  Así es la hija de Remedios Loza y de Carlos Palenque. No lleva el apellido Palenque, pero quisiera tenerlo para sumarlo al de su mamá. Ésta es la conversación con Sayuri, Renacer, en castellano. Ese nombre se lo dio Remedios, la primera mujer  indígena que llegó al Congreso de Bolivia.

Tienes tu estilo como historiadora.

A los historiadores nos desempolvan cada cierto tiempo y yo busco proponer y promover análisis de la actualidad, con base en el pasado, a la historia boliviana y la historia universal, porque nuestra naturaleza humana hace que sigamos ciertos patrones. Mis maestros, tanto de diseño como de historia, me decían que uno siempre tiene que decir algo que nadie más dijo, no repetir; trato de hacer eso y de poner un análisis crítico politizado, no partidariamente.

No pertenezco a ninguna escuela, simplemente hago mi pasión, que es la historia, y la estudio todos los días. Estudio la historia española. Hay españoles que nos estudian, pero no  historiadores bolivianos que estudiemos a España; yo lo hago.

No me gusta ser acartonada, hablar  con palabras complejas y aburridas,  porque te cambian de canal, más en estos tiempos con el TikTok, que es rápido, con gente bonita, atractiva, interesante. Y ahí va mi otra vena, que es la comunicacional, que la tengo más por mis padres que por mí misma. Trato de ser interesante y divertida, hacer reír. Diciéndole la verdad a la gente,  haciéndole reír no se enoja.

Estudiaste en Japón, ¿cómo llegaste ahí?

Aprendí japonés aquí, en La Paz, a los 14 años, en la Sociedad Japonesa, y cuando salí bachiller me gané una beca.

¿Quién te motivó a estudiar japonés?, ¿tu mamá?

No (risas). Yo quería jugar los videos de mi playstation, me gustaban las series, animé, por eso estudié japonés. Cuando me gradué del colegio,  un profesor me ayudó a sacar una beca. Estuve sólo tres años en Japón; de ahí  fui a Filipinas, donde estuve seis meses, en el Archivo Histórico de ese país.

¿Conoces muchos países?

Casi todo el sudeste asiático: Japón, Filipinas, Indonesia, Laos, Camboya y Singapur. Recientemente fui a China. De Europa sólo conozco España. De los países árabes Jordania, Turquía y Egipto; de Lationoamérica Colombia, Perú y México.  México es mi otra patria, voy por lo menos una vez al año.

Hija única e independiente.

De parte de mi madre no tengo hermanos, pero de parte de padre tengo varios hermanos; siempre viví con mi mamá y mi familia materna. Desde los 16 años soy independiente, volví un tiempo a vivir con mi mamá, pero las dos éramos libres;  por eso no funcioné buscando una familia nuclear porque necesito mi libertad.

Sayuri con un traje  de chola paceña   diseñado por Alejandro Cartagena,  de Glamour Las Mayas.
Foto: Víctor Gutiérrez/ Página Siete

Tu madre era una mujer aymara, tradicional.

Su traje era tradicional, pero ella era una vanguardista, por eso se lanzó tan joven a los medios. Yo no hubiese hecho lo que hizo ella: ir a buscar a tu ídolo y llegar a conducir un programa con él; no lo hubiera hecho, no a los 16.  Ella me decía: “Sé que no soy una buena madre, pero mamá puede ser cualquiera, buena mamá también puede ser cualquiera; pero yo estoy haciendo algo más, estoy cambiando la historia del país”. Entonces yo trataba de hacerle fácil la vida, era mi manera de apoyarla; estaba abriéndose campo en un espacio que no era para mujeres ni para indígenas, ella era mujer indígena.

¿Qué  le costó más?

La  valoración de su familia que a veces no entendía lo que hacía. Mi abuela le reclamaba cuando llegaba tarde a casa. Yo le preguntaba si la discriminaron mucho, y ella me respondía: “No, lo normal. Siempre que estés en política te dirán cosas”.

¿Estás siguiendo su legado?

No. Yo tengo mi propio camino y no  contribuyo a nada. Cada quien tiene su legado, su rumbo, y si algo me dejó en claro mi madre es que tengo que hacer lo que quiero  y estar donde quiero estar. No agarraré la bandera de nadie, ni diré soy la representante. Me represento a mí misma y soy una declaración abierta de intenciones: quiero vivir y ser feliz.

 Tu padre, ¿cómo te influyó?

Con su arte. Era un artista nato y yo también lo soy. No puedo vivir sin la música, la pintura, por eso soy historiadora del arte. Necesito conmoverme con la música,   canto, toco instrumentos. Eso primero  y, segundo, la pasión por la gente, yo soy un poco así.

¿Alguna vez  reclamaste el apellido Palenque?

No. Me gustaría tener el apellido Palenque como segundo apellido, sería muy bonito.

¿Segundo?

Sí, segundo, porque yo soy Loza. Viví con los Loza, ellos me dieron de comer, me cambiaron los pañales y me aguantaron mis tonterías de adolescente; soy Loza y estoy orgullosa de serlo.

¿No reclamaste los beneficios del apellido?

No, nunca reclamé nada. No necesito las acciones de este canal (RTP) porque  tengo mis cosas, mi dinero, mi trabajo, me va bien. Lo único que siempre reclamé fue el cariño de mis hermanos; me quise acercar siempre a ellos y por fortuna recibí respuestas positivas de la mayoría; los quiero mucho y en cada uno de ellos veo un poquito de mi papá y me siento feliz. Con dos de mis hermanos soy muy cercana, con Verónica y Jorge Luis.

¿Pero estás en RTP, cuidas el archivo?

Es el legado que me dejaron.

¿Tú lo pediste?

Me preguntaron dónde quería trabajar. Yo no soy periodista, pero alguien comentó que había mucha información en videos de RTP, así que propuse hacer un archivo, que no es sólo el patrimonio de un medio de comunicación, sino de los bolivianos.

¿Qué recuerdas de tu padre?

Era muy exigente. Siempre revisaba mis libretas, quería que tuviera las mejores notas, y yo las tenía, menos en Educación Física; y él me reclamaba, me insistía en que aprendiera más y más,  por eso creo que tengo esta sed de conocimiento. Mi madre me impulsaba igual, porque decía que  la manera de hacer la revolución era estudiando. Si estudias, vengas de donde vengas, la gente te respetará, me decía. Y es cierto. Me atacaron y me atacan de un lado y otro: me dicen que soy hija de chola y también que traicioné mis raíces porque no apoyo el socialismo, pero ninguno puede decir que no soy una persona educada; puedo voltear sus argumentos discutiendo, porque conozco, y eso se lo debo a mis  padres.

¿Dónde estudiaste?

En la Escuela Juana Azurduy de Padilla y salí bachiller en el colegio San Calixto, fue  una aventura.

¿Por qué?

Era un colegio elitista, no había hijos de mujeres de pollera. Cuando mi madre me llevó,    me dijo: “Estás viniendo a hacer lucha social, a abrir puertas, te dirán cosas que no te gustarán”. Acepté y fue divertido porque no soy victimista. Nunca diré que me discriminaron. Yo era activista, incomodaba, llevaba mi sándwich de charque al colegio, les hablaba en aymara. A algunos no les gustaba, pero a otros les fascinaba. Hice muchos amigos, fuimos muy felices.

¿Cómo asumiste la muerte de tu padre?

 Un día  antes me sentía muy mal, tenía un dolor en el pecho que no me explicaba; al día siguiente me enteré por los medios que mi padre había muerto. Lloré mucho pero no pude ir a su entierro  ni nada. Mi mamá era muy cuidadosa con mi identidad, con que supieran de mi existencia; creo que de alguna manera no quería tener problemas con mis otros hermanos y sus mamás. Fui después a su tumba y pensé: ahora sí, estamos solos. Todos mis hermanos coinciden en eso.

¿Seguirás los pasos de tus padres en la política?

No. Nuestros partidos políticos aún son profundamente colonizados, tienen una visión autoritaria de la realidad. El cambio ya no está en la política, la política se volvió estática, servil. No quiero defender los intereses de una sigla, quiero defender los intereses de Bolivia. Creo firmemente, como historiadora, que ésta es la última oportunidad que tenemos de  seguir siendo un país con rumbo;  si no lo hacemos, terminaremos dividiéndonos, convirtiéndonos en mini-Estados,  absorbidos por otros Estados. Si me meto a la política sería por plata,  que no necesito, ni poder. Tampoco lo haría por la ingenuidad de creer que puedo cambiar las cosas; mi padre creyó eso y miren cómo terminó.  Mi ingreso a la política sólo sería posible después de demostrar que puedo hacer bien al país estando fuera de ella.

¿Qué propones a los que piensan como tú?

Educarse mucho y no tener miedo de hablar. Todos tenemos espíritu crítico,  pero a veces queremos pertenecer, pero no necesitamos pertenecer a un círculo, a un sindicato. Ya está bueno de los caudillos; es momento de buscar tecnócratas que hagan bien su labor.  Veo una visión de odio en nuestro país y así no se puede, hay que perdonar y olvidar. Es tiempo de decir: Estábamos asustados, en  shock, temimos lo peor y quizá nuestros temores fueron exagerados. No se puede convivir con alguien que crees que es tu asesino. En realidad los únicos asesinos son los políticos.

¿Algún partido se te acercó?

Miles de veces, todos los políticos (risa). Entiendo que para ellos es ganancia tener una persona como yo, clara, limpia, pero yo nunca acepto tratos en los que llevo la peor parte.

¿Cómo te ves de acá a 10 años?

Jugando, comiendo, bailando danza árabe, ojalá enseñando más, con más colecciones de ropa. En realidad no creo que mi vida cambie mucho, quiero quedarme así como estoy; lo que sí quisiera es ver un país más unido, con menos odio y dolor, y mejores gobernantes.

¿A qué crees que se debe tu éxito en las redes sociales?

Soy auténtica, sólo posteo. Estamos en un tiempo en que la gente es muy artificial,  finge ser algo y dice cosas para quedar  bien, para tener más likes; yo no, yo sólo digo lo que soy y lo que pienso; bueno, también soy chistosa y subo fotos en ropa interior (risas) y con mi perrito.

“Ella me decía: ‘Sé que no soy una buena madre, pero mamá puede ser cualquiera, buena mamá también; pero estoy haciendo algo más: cambiar la historia”.

“Él era muy exigente. Siempre revisaba mis libretas, quería que tuviera  las mejores notas (…) me insistía  en que aprendiera más, de ahí mi sed de conocimiento”.