“La captación a través de las redes sociales se ha vuelto un modus operandi que está cobrando fuerza en este último tiempo”, indicó el jefe de la división de delitos contra menores de la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (Felcv) de La Paz.
Verónica Zapana S. / La Paz
Hace menos de 15 días, un hombre de 35 años fue enviado al penal de Chonchocoro por violar a una niña de 12 años en El Alto. El agresor se hizo pasar por un adolescente en redes sociales y captó a la víctima. La citó y la agredió sexualmente. Filmó la vejación para extorsionar a la pequeña y cometer el delito varias veces.
La jefa de la unidad de atención a la familia del municipio de El Alto, Heydi Gil, contó que la niña había comenzado una amistad mediante redes sociales con el acusado, quien fingió tener su misma edad. El hombre se ganó su confianza, la citó y la violó. Filmó la agresión sexual y luego comenzó a chantajear a la víctima con subir el video a internet si no accedía a los abusos. La niña se cansó y contó todo a sus papás, quienes denunciaron.
No es el único caso. En los últimos meses, las denuncias de delitos similares se incrementaron y todas tienen similar modus operandi: el agresor capta a niñas a través de redes sociales, las viola o comete abuso sexual, luego las chantajea para cometer el ilícito en reiteradas ocasiones.
El jefe de la división de delitos contra menores de la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (Felcv), Julio Cepcel Mendoza, dijo a Página Siete que este tipo de hechos ya se registraban desde hace algunos años, pero entre 2020 y 2021 los casos aumentaron por la pandemia.
“La captación a través de las redes sociales se ha vuelto un modus operandi que está cobrando fuerza en este último tiempo”, indicó el oficial.
Cepcel explicó que este incremento se registró en la pandemia porque los adolescentes y los niños comenzaron a usar con más fuerza celulares y equipos de computación para pasar clases.
El jefe de la división cibercrimen de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc) de La Paz, Dieter Chambi, explicó que el uso de los equipos tecnológicos por parte de los niños y adolescentes para las clases virtuales ha desencadenado en un problema: los pequeños también utilizan los equipos para “otras actividades sociales, es decir para ingresar a las redes sociales”.
De acuerdo con los especialistas, el manejo de las redes sociales implica tener ventajas y desventajas. Entre las primeras están la posibilidad de tener un contacto virtual con una persona que está al otro lado del planeta en tiempo real y el acortamiento de distancias, entre otras.
En el caso de las desventajas, una persona no puede conocer a ciencia cierta la identidad de la otra y podría estar en peligro.
“No toda la información que está en las redes sociales es cierta”, dijo Chambi e hizo referencia a que existen muchas personas que ocultan su identidad y se hacen pasar por otras, lo que en delitos informáticos se conoce como grooming, es decir “que una persona mayor se hace pasar por alguien más joven para ganar la confianza de un adolescente o un menor de edad”.
El jefe policial señaló que este grupo etario es el que usa más las redes sociales e “incluso de una forma adictiva”, por eso es de fácil captación por esa vía.
Chambi dijo que estos delincuentes escogen a sus víctimas, buscan sus tendencias, gustos y de acuerdo con eso, las abordan “usando perfil falso”. Contó que últimamente “se ha visto que los han abordado a las víctimas a través de los juegos en línea, como el Free Fire y Roblox, entre otras aplicaciones que permiten mantener una conversación mediante el chat en línea”.
La psicóloga del Instituto de Investigaciones Técnico Científico de la Universidad Policial (Iitcup-Unipol) Wendy Cornejo dijo que quienes buscan contacto con adolescentes “se relacionan con ellos para cumplir sus deseos más perversos”.
¿Cómo abordan a las víctimas? Chambi dijo que primero, los captadores conversan con los menores de edad en el chat de los juegos o redes sociales, ganan su confianza y después les piden sus números de celulares y se comunican a través de aplicaciones como WhatsApp.
“De un vínculo de juego pasan a otro tipo de relación. Es en ese momento que comienzan a sacar más información a las víctimas para cometer el delito”, dijo.
Los delitos más comunes son: violación, abuso sexual, extorsión, secuestro y trata y tráfico.
Cepcel advirtió que ahora las víctimas son más jovencitas. “Antes tenían entre 15 y 17 años, hoy tienen 11, 12 y 13 años”, dijo.
Chambi aseguró que las mayores víctimas son las niñas, pero también hay muchos casos que involucran a niños.
En algunos casos enamoran a las menores de edad. “Las niñas son inocentes y si a esa edad alguien les dice que las quiere y las ama, ellas les creen”, explicó el policía y agregó que incluso los agresores mandan crédito para al celular de la víctima para conseguir una cita o pedir fotos.
En el caso de conseguir una cita, los agresores llevan a las víctimas a lugares alejados y las violan o las abusan sexualmente. Filman las agresiones y obligan a las niñas a dejarse sacar fotografías íntimas. Usan después ese material para extorsionar a las niñas. Les indican que si no aceptan más encuentros, publicarán las imágenes en las redes.
En el caso de víctimas varones, los agresores se acercan por la vía amorosa y por amistad. Según Chambi, en algunas denuncias que llegaron a la Felcc, la Policía logró identificar a personas que se acercaron a los menores de edad para luego cometer el robo en un domicilio.
Los delincuentes hacen preguntas como: “¿dónde vive, con quiénes, a qué hora sale el papá, la mamá, dónde se guardan las cosas de valor, cuántas computadoras y televisores tienen?, entre otras”, explicó.
Chambi explicó que la forma de captar a las víctimas aún no está tipificada, ya que la tecnología es el medio por el cual se comete el delito. “Pero el tipo penal sigue siendo violación, extorsión, amenaza, trata y otros”.
Cepcel aseguró que de acuerdo con un análisis de estos casos se ha identificado que los niños recurrían a esos espacios cibernéticos porque se encontraban solos y necesitaban la figura materna o paterna.
El analista de ciberseguridad del Observatorio de Cibercrimen Roberto Díaz indicó que ahora estos delitos son más comunes, pues si antes registraban uno cada mes, hoy son ocho en el mismo periodo de tiempo.
La psicóloga del Iitcup-Unipol indicó que no hay que satanizar a las redes sociales o a las nuevas tecnologías, sino hay que aprender a usarlas con precaución.
Chambi agregó que existen aplicaciones de control para que los padres puedan saber qué hacen sus hijos en internet.
Sólo deben descargar de Play Store y se pueden usar en dispositivos con el sistema Android o con el iOS de Apple.
Uno de los más comunes es el Family Link que ofrece Google, por el cual se puede vincular dos dispositivos móviles, el del padre y del hijo. Esta plataforma reporta semanalmente cuáles son las páginas que ha revisado su hijo y qué juegos descargó.
Se puede controlar también cuánto tiempo estuvo conectado en YouTube o en línea. Además, el menor de edad debe pedir autorización para ver videos o instalar juegos.
Dijo que las plataformas de paga hacen que el control sea permanente y la comunicación es directa.
Si los papás quieren más información o no pueden instalar estas aplicaciones, pueden visitar la división cibercrimen, que está en el tercer piso del edificio de la Felcc, ubicado en la avenida Sucre esquina Bolívar.
“Ahí las 24 horas del día siempre estará un funcionario de cibercrimen para ayudar”, declaró el uniformado y agregó que junto al área de psicología de la Iitcup dan capacitaciones a los padres de familia a través de los colegios y el plantel docente.
Es una de las frases del jefe de la división de delitos contra menores de la Felcv, Julio Cepcel.
El Alto: 2 hombres abusan a una niña
Vecino usa las redes para violar
Es abusada al buscar trabajo
El Alto: violador serial es atrapado
La Paz: un niño de 13 desaparece
Yacuiba: captó a una niña por Facebook
Punata: atrapan a un violador serial
Chimoré: violador serial usaba RRSS
Shinahota: conoció al agresor en internet
Santa Cruz: una violación múltiple