Indígena y mujer, las voces que resuenan ante la desigualdad

A pesar de los avances en el respeto por sus derechos, aún persiste la discriminación y esta situación mantiene la brecha de

Fuente: paginasiete.bo

Yolanda Salazar, EFE /  La Paz



Rosa Jalja recuerda que le decían “india cochina”, de Otilia Lux se “avergonzaron” cuando asumió un alto cargo en un gobierno, Elvira Pablo vio cómo trataban a su madre con desprecio por no hablar castellano y a Elizabeth Zenteno no le creían capaz de ser autoridad en su comunidad por ser joven. Todas ellas tienen algo en común: son mujeres indígenas que alzaron su voz contra la discriminación.

Las indígenas representan el 8,5 % de la población de Latinoamérica y el Caribe, es decir que son 28 millones de mujeres, según el informe del Enlace Continental de Mujeres Indígenas de las Américas (Ecmia) y a pesar de los avances en el respeto por sus derechos, aún persiste la discriminación hacia ellas y esta situación mantiene la brecha de desigualdad en la región.

Esta desproporción se ve reflejada en las condiciones de pobreza que aún mantienen las poblaciones indígenas, que repercuten especialmente en las mujeres, pero también “en el acceso desigual a la justicia, la educación, la salud y la participación política”, dijo a Efe la especialista de la oficina regional para América y el Caribe de ONU Mujeres, Bárbara Ortiz.

En Latinoamérica la discriminación está latente “tanto en los países que tienen porcentajes importantes de población indígena como Bolivia, Guatemala o México, como aquellos que tienen un menor porcentaje como Argentina o Uruguay”, comentó Ortiz.

Vamos a surgir

“Vamos a sufrir siempre discriminación, pero poco a poco yo creo que vamos a surgir”, contó la boliviana Rosa Jalja, una aymara de 68 años, sobre las palabras que le dijo una vez su abuelo y que han sido su motivación para estudiar y desarrollar sus pasiones, la radio, el cine, y dar voz a las mujeres indígenas que sufren violencia.

De pequeña tuvo que dejar su comunidad Sampaya con su familia y establecerse en La Paz, donde con solo 13 años trabajó como empleada doméstica, allí cuando veía los ojos claros de los hijos de su madrina ellos le gritaban “india cochina”, recordó.

Rosa Jalja  camina junto a su emisora, en Copacabana.
Foto: EFE

Ahora vive en Copacabana donde trabaja en una radio junto a su esposo para informar sobre la coyuntura del país, pero también para dar un espacio a las mujeres para denunciar casos de violencia tanto en castellano como en aymara, asimismo, es una ferviente defensora del lago Titicaca, el navegable compartido con Perú.

Ella prepara su primera película y tiene el deseo de ser asambleísta, pero le dicen que “ya es muy mayorcita”, a pesar de ello, se alegra de ver a mujeres indígenas en el Parlamento haciendo escuchar las necesidades de los pueblos.

“Mi papá no sabe leer ni escribir, mi mamá no sabe leer ni escribir, mi abuelo tampoco, casi toda la familia, entonces como hija, como nieta, creo que he sido el orgullo de mi familia, eso creo que es lo que más me ha apoyado”, expresó Jalja.

Jalja destacó el avance en Bolivia para erradicar el analfabetismo en los pueblos y que cada vez hay más “ímpetu” en las mujeres para liderar sus comunidades.

Participación política

Las mujeres indígenas  sufren plena “desventaja” en la participación política, expresó  Otilia Lux de Cotí, quien fue una de las pocas ministras indígenas en Guatemala que cuenta con una destacada trayectoria en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas.

Cuando fue posesionada como ministra de Cultura y Deporte en el año 2000 fue muy cuestionada, le dijeron que era una “vergüenza nacional” y que solo servía para “hacer canastos y tortillas”, sin embargo, siempre recordaba el coraje y las enseñanzas de su madre y su abuela que le recalcaron que “jamás se dejara insultar”.

En Guatemala desde 1985 hasta la actualidad solo hubo 17 mujeres mayas en el Parlamento y solo dos mujeres de pueblos indígenas lograron ser ministras de Estado, enfatizó Lux.

En los últimos años las mujeres indígenas han ganado espacios de representación en Parlamentos, en direcciones de decisión y también han logrado mayor visibilidad de sus preocupaciones e inquietudes, pero aún falta un mayor acceso a oportunidades, explicó Ortiz.

Uno de los hitos de estos últimos años es la elección de Elisa Loncón, mujer indígena mapuche, como presidenta de la Convención que se encargará de la redacción de la nueva Constitución de Chile que marca el “avance de los derechos de las mujeres indígenas”, destacó.

Indígenas jóvenes

Elizabeth Zenteno en una plaza del centro de La Paz
Foto: EFE

La boliviana Elizabeth Zenteno, de 27 años y secretaria general del sector Cumbre en La Paz, tiene que lidiar con los comentarios sobre que no tiene la experiencia suficiente para el cargo ya que es muy joven.

“Muchas veces las hermanas tienen miedo a expresarse, más que todo por la crítica que pueden recibir, personalmente me he ido abriendo campo porque explicaba mi posición siempre con argumentos, siempre me basaba en leyes”, sostuvo Zenteno.

La mujer aymara es licenciada en ingeniería ambiental y también es parte del grupo de lideresas que defienden el Titicaca.

“A la menor injusticia alcen la voz porque el principal problema de una mujer es quedarse callada frente a una injusticia”, sostuvo.

Tareas  pendientes

  • Desarrollo Para la responsable de ONU Mujeres, Bárbara Ortiz, los gobiernos deben eliminar las múltiples formas de violencia a las que se ven expuestas las mujeres indígenas, promover su participación en la política, asegurar el acceso a educación, salud, respetar sus costumbres y sus idiomas nativos, además de contar con datos y estadísticas desagregados que contribuyan al desarrollo de políticas públicas a su favor. “El reto es pasar de la igualdad a la igualdad real, la igualdad sustantiva”, agregó.